Ignacio levantó a la pequeña en sus brazos y la miró, ella sonrió y él no pudo evitar hacerlo. El teléfono de Ignacio sonó, sin mirar de quién se trataba respondió.
—Hola Ignacio, espero no estar interrumpiendo tu trabajo —dijo Fermina al otro lado de la línea.
—Hola Fermina, no, no te preocupes, no lo haces, estoy con mi hija, ¿está todo bien contigo?
La mujer se quedó en silencio, la molestia la invadió al escuchar a Salomé llamar papá al hombre. Salomé buscaba quitarle el teléfono, Ignacio insistió en saber que necesitaba Fermina, ella no tuvo dudas en poner su plan en marcha.
—Ignacio, lo estuve pensando bien y creo que puedo darme la oportunidad de conocer a tu hija, creo que fue un error terminar lo nuestro, me gustaría que nos viéramos y hablar mejor el asunto.
Ignacio se quedó pensativo, miró a la pequeña tratando de quitarle el teléfono y le sonrió al tiempo que ladeo la cabeza buscando evadir los intentos de Salomé de coger el teléfono.
—Fermina… sabes, creo que lo mejor es que nos demos un tiempo, te quiero y lo sabes, pero tenías razón, en este momento quiero enfocarme en disfrutar de mi hija, sabes que soy un hombre de decisiones y compromisos, tomé la decisión de elegir a mi hija por encima de todo, tengo motivos para hacerlo, te conozco y sé que no vas a aceptarlo del todo.
Fermina se quedó en silencio, tratando de asimilar, ser rechazada de ese modo, no perdonaba que Ignacio las estuviera escogiendo, sin conocerlas lo suficiente, para ella había algo más, se sintió humillada.
—Lo siento Ignacio, creí, yo de verdad pensé que era importante para ti, solo no logro entenderlo, hace no más de dos semanas, decías, no gustarte los niños, incluso rechazaste el que fuéramos al cumpleaños de mi sobrina, justo por no gustarte, como estas haciendo todo esto por ellas, son unas aparecidas.
—No puedo explicarlo con palabras, pero tú me estás dando la razón, no estás dispuesta aceptarlo, lo mejor es que seamos amigos, Fermina no quiero que sientas que debes competir por mi atención, quiero ser un buen padre, uno tan bueno como el que tengo.
—Basta, lo entiendo Ignacio, no tienes que decir más, te dejo, no te interrumpo más —molesta, dejó la llamada sin que Ignacio pudiera decir más.
Él no le dio importancia al asunto, siguió disfrutando de la compañía de su hija.
—Ignacio, haré la cena, me preguntaba si le gustaría cenar con nosotras, aunque supongo que tiene que irse.
Ignacio miró la hora en su móvil, lo cierto era que tenía que ir a hacer presencia en la empresa, pero el haber salido de su rutina, lo tenía disfrutando el momento, decidió llamar a Liana y Michael, hacerlos cargo del cierre.
—Es la segunda vez en la semana que dejo en manos de otros mis responsabilidades, pero vale la pena —le contaba a la pequeña en sus brazos—. Me quedaré Violet, cenaré con ustedes.
Violet sonrió, ella le pidió a Mariska esperar con Ignacio y Salomé, en tanto ella hacía la cena.
Al ser su contrato más flexible había decidido dar vacaciones a la empleada, le gustaba cocinar y decidió hacer sus famosas arepas venezolanas, a Mariska le gustaban y pensó que a Ignacio le iría bien probarlas.
Había logrado hacer la cena de Salomé, se la llevó, Ignacio se la daría en tanto ella terminaba con las arepas.
Violet cocinaba, Ignacio disfrutaba de alimentar a Salomé, en tanto hablaba de trabajo con Mariska, parecían haberse agradado.
Salomé había terminado de comer, Ignacio con delicadeza la limpió, y continuó jugando con ella, Mariska trabajaba.
—Pasen a la mesa —pidió Violet ya habiendo servido.
—¡Arepas venezolanas! —dijo Ignacio al ver la mesa servida.
—¿Las ha probado Ignacio? —inquirió Violet, acercándose para recibir a Salomé.
—Así es, hice muchas cosas en Venezuela, probar la gastronomía fue algo que disfruté.
—Fabricar a Salomé me supongo también —añadió Mariska dejando incómodo a Ignacio—. Lo siento, es un chiste de mal gusto.
—No, no le digas eso, seguramente agradece no recordarlo, era más joven entonces y ya sabemos qué es alérgico —dijo Violet en tanto ponía vitamina en el chupete de Salomé.
Ignacio negó con la cabeza, un tanto incómodo al darse cuenta de lo ridículo que se escuchaban sus preferencias.
Se acercó, preguntó donde se lavaba las manos.
Violet se sentó y el hombre regresó para hacerlo a su lado, empezaron a comer, en tanto hablaban de temas laborales.
Salomé, sentada en las piernas de su madre, disfrutaba del contenido de su chupete.
—Es usted muy buena en la cocina, por lo que veo, Violet.
—No presumo de ello, pero me gusta y disfruto de cocinar, hay una más, ¿la desea Ignacio?
La miró, él no solía cenar y mucho menos ese tipo de alimentos. Pero no pudo negar, recibió a Salomé y Violet se retiró por la arepa.
Tras unos minutos, Mariska se levantó, dejó todo en orden en la cocina, Ignacio y Violet se habían sentado en la alfombra a jugar con Salomé.
Una hora después, Mariska se despidió, se fue a la habitación, Salomé mostraba señales de sueño.
—Le daré un baño —Violet se puso de pies con la pequeña en brazos.
—¿Puedo esperar para hacerla dormir? —miró su móvil y en el, la hora—. Aún tengo tiempo, me gustaría hacerla dormir.
—Por supuesto, Ignacio, volveré en unos minutos, puede encender la televisión o leer si gusta, no demoraré.
Violet se había ido a la habitación, Ignacio empezó a caminar en el lugar observando las fotos, en las paredes, ya tenía muchas de Salomé en su móvil; sin embargo, las que vio de Violet con su vientre, no solo le hicieron preguntarse cómo no había señales de su embarazo en el cuerpo de la mujer.
Ignacio empezó a sentir la necesidad de recordar más sobre esa noche.
«Es muy atractiva y profesional» pensó al llegar a la sesión de fotos de sus éxitos.
Sin éxitos en recordar, Ignacio decidió sentarse, se puso la camisa y en tanto esperaba, revisó su móvil y en el, el trabajo que había recibido de parte de Liana, por primera vez no le molestaba posponer cosas, sus responsabilidades a las cuales nunca les daba espera.