Confundida Liana salió de la oficina.
Ignacio recogió la fotografía de Violet y se dirigió al estudio fotográfico, en donde se encontró a Michael, escogiendo el resto de fotos.
—Señor O’Kelly, que alivio verlo, ¿dice usted que la señorita Williams no estará durante unos días?
—Así es Michael, Salomé está enferma y necesita de sus cuidados, vamos a trabajar con lo que ya se tiene adelantado, crearé nuevos diseños para una mejor campaña, supongo que no siempre se puede tener todo y esta es una de esas veces.
—Muy bien señor, prepararé todo y me pasaré por su oficina al finalizar.
Ignacio se dispuso a finalizar sus labores pendientes, se encontraba en el departamento de confección, cuando fue interrumpido por Liana, avisando que Fermina lo buscaba.
Agradeció y caminó al lado de la mujer.
—Comuníquese con Violet y pregunte cómo está Salomé, por favor, Liana.
—Muy bien, señor, ¿algo más?
—Es todo.
Ignacio caminó hasta su oficina, donde sabía Fermina lo esperaba, el escándalo por su hija aún no era lo que él esperaba, parecía importar más a los fans de Violet que a los que lo seguían, a su competencia que solía valerse de cualquier medio para atacarlo.
—Fermina, hola, me ha dicho Liana que me buscas.
—Hola Ignacio, sí, venía para decirte que siento lo que ha estado pasando, me sentí molesta, pero lo he entendido, quería hacer las pases como amigos, Ignacio, mi otro motivo es porque me gustaría ser la primera en comprar tu colección.
—Fermina lo siento, sabes que no lo planeé de este modo, yo no qui…
—No, no Ignacio, no le des importancia, podemos ser amigos, vine porque quiero ser la primera en tener prendas de la nueva colección.
Ignacio la miró extrañado, no la había visto interesada antes en sus prendas.
—Por supuesto, solo que debes esperar, mi hija está enferma y Violet no está, no he podido culminar el catálogo.
—Vaya, tú… tú permitiéndote fracasos, se la estás poniendo demasiado fácil a tu competencia, Ignacio.
—No, no lo creo, tengo a Violet en mi equipo, es la novedad, y con lo movida que andan sus redes a causas de rumores mal intencionados que hicieron respecto a nuestra relación, creo que irá de maravilla.
Fermina carraspeó ante lo escuchado.
—De que rumores hablas —fingió no saber lo que había provocado.
—Dicen que es mi amante, eso le está dando más fama de lo que puedas imaginar, creo que debería agradecer a quien haya sido, lástima que no pueda saberlo y enviarle algo de la colección para que comprenda que lejos de dañar, nos ha hecho un favor.
«Claro, no lo pensé, pero la suerte de esa estúpida cambiará» pensó en tanto fingía una sonrisa e interés en lo que Ignacio decía.
—Bien, si no es posible, supongo que puedo quedarme, si no te incomoda, por supuesto.
—No, no me incomoda, Fermina, pero estaré trabajando como de costumbre, espero no se te haga incómodo.
—No, Ignacio, no lo hacía antes, no pasará ahora, por algo éramos un buen equipo, entiendo de prioridades.
Ignacio la miró y quiso objetar, no tenía lógica con sus palabras. Salomé era prioridad y ella no lo estaba entendiendo.
Ignacio se había sentado y se dispuso a trabajar en diseños para una nueva colección, miraba de vez en cuando a Fermina, quien permanecía concentrada en su teléfono.
—Puedo ayudarte con ideas para tus diseños si gustas Ignacio.
—No es necesario, pero si quieres, está bien.
Fermina se acercó y estaba disfrutando de lo que para Ignacio era solo una visita.
—¿Conoces a Zaid? —inquirió Fermina al ver la foto del hombre en la pestaña aún abierta del buscador.
—No, ¿Quién es?
Ignacio había olvidado ese nombre.
—El hombre de esta foto, el médico, ah, supongo que es por tu hija, es pediatra.
Ignacio resopló irritado al recordarlo.
—Sí, es por mi hija, ¿lo conoces, Fermina?
—Sí, es un buen tipo, además de apuesto, es muy profesional, te lo recomiendo.
—Así que tú también piensas que es apuesto…
—Lo es, supongo que todas lo pensamos, pero es claro que te importa que alguien en especial lo piense, ¿Quién, Ignacio?
Ignacio tragó grueso y quiso cambiar la conversación, ella volvió a preguntar.
—Papá, papá —se escuchó la vocecita de Salomé.
—¡Mi hija! —se levantó rápidamente de la silla y salió.
Ignacio sonrió al ver a Salomé, negándose a ser cargada por Liana.
Se acercó y sin decir nada se quedó mirando a Violet por la espalda, Fermina se asomó a la puerta y al verlas, suspiró fastidiada.
—Ah, hola Ignacio, no me di cuenta de que estaba, pasaba por aquí y he traído a Salomé unos minutos, ha estado muy intensa reclamándolo.
Ignacio extendió los brazos para recibir a Salomé, quien le sonreía emocionada.
—¿Cómo ha estado ella, como evoluciona su salud?
—Sí, Ignacio, ella está bien, sé que no debí traerla, no estaremos por mucho.
—Buenas tardes —saludó Fermina haciéndose notar.
—Hola señora.
—¿Señora? ¿Acaso me estás diciendo vieja?
Violet no pudo evitar reírse.
—No, no, señora, es solo que son tan fanáticos de la adultez, que pensé que preferiría que la llame así.
—Soy Fermina, prefiero que me llames por mi nombre.
—De acuerdo, Fermina, Salomé, amor ven, tenemos que irnos, papá está ocupado.
Violet se acercó y Salomé se aferró a Ignacio.
Fermina enarcó una ceja, al ver el modo en que rebelde se negaba a ser apartada de su padre.
—Es muy pequeña para estar tan malcriada y caprichosa.
—Y usted muy adulta para ser tan insensata señora, es una bebé. No puede decir eso.
—Es cuando debes empezar a educarla, no puede ser que se dejen manipular por su llanto, pero claro, que se puede esperar si la madre se viste así.
—Basta Fermina, no te entiendo, Salomé es una bebé, no puedes referirte así a ella, en cuanto a como está vestida Violet, eso no la define como madre y mucho menos como persona.