Ignacio se quedó mirándola, Violet no pudo evitar mirarlo del mismo modo hasta que Salomé interrumpió rebelde buscando pararse en las piernas de Violet.
—Apa, papá —extendió los brazos.
—No, no amor, papá, no puede cargarte ahora, debe conducir, Ignacio no sé si fue un cumplido, ni si debo agradecer, pero gracias, viniendo de su parte, lo mejor es agradecer y asumir que lo es, confieso que empiezo a creer que no era tan cierto eso de que no le gustaban los niños y las mujeres jóvenes.
Ignacio sonrió, sí que era cierto que no le gustaban, pero ellas lo habían cambiado con la rapidez de los segundos.
—Es complicado —dijo antes de cerrar la puerta del auto.
Subió adelante y empezó a conducir, Violet permaneció con su atención en Salomé, jugaba con ella acostada en sus piernas, Salomé reía a carcajadas, provocando que Ignacio sonriera satisfecho con la escena.
Conducía mirándolas de vez en cuando.
—Cuénteme sus ideas o planes con la campaña, Violet.
—Permítame sorprenderlo, si no le gusta, no pierde nada, no me paga la campaña y por si afecta las ganancias, me comprometo a vender su colección.
—Me gusta la seguridad con que asume sus compromisos, debo disculparme por hace semanas haberla llamado irresponsable.
—Sí, eso quedó en el pasado, Ignacio, me han llamado de peores maneras, pero solo hago caso de lo que me sirve, ayuda, la vida es demasiado corta para darme el lujo de que cosas tan insignificantes me roben la paz.
—¿De verdad tiene 23 años, Violet?
—Así es Ignacio, y si pretende decir que soy madura, le recuerdo que la madurez cero tiene que ver con la edad, de lo contrario mire a la madura de su esposa.
—Por si no le quedó claro, soy un hombre soltero, y a disposición —añadió en voz baja.
—Muy bien, esperemos que las mujeres de su edad, y gusto pronto lo sepan.
—¿No le interesa? Quiero decir, no le molesta que decida salir con alguien y eso afecte a Salomé.
Ella empezó a reírse al ver las vueltas que daba el hombre.
—No, no me molestaría, siempre y cuando mantenga a mi hija a salvo y lejos de sus mujeres, especialmente si tiene alergia a los niños o actúan, sin ofender como su esposa.
—Soy hombre de una mujer, Violet, y debería preocuparle más, soy el padre de su hija.
—Es suficientemente grande para cuidarse solo, para decidir con quién salir, Ignacio.
—Ah, ¿así que cree que, por eso, voy a permitirle salir con cualquier tipo siendo la madre de mi hija?
—Lo ha dicho, la madre, no soy la hija.
—No me parece gracioso, Violet.
—Ni a mi sano, Ignacio.
—Es la madre de mi hija…
Ella no le dio importancia, se dispuso a darle el vaso de boquilla a Salomé, para que tomara su leche.
Salomé la rechazó y en su lugar se puso inquieta, se negaba a sentarse, se puso caprichosa y empezó a gritar, quería bajarse.
Violet le buscó un juguete para lograr concentrarla en él, lo había logrado con el piano con sonidos que Ignacio había llevado.
—Es muy buena, parece que siempre está preparada, Violet.
—No lo crea, ha habido tiempos difíciles, de lágrimas y desespero, pero se aprende a conocerlos poco a poco, lo cierto es que le debo mucho a Liana y los diferentes cursos que tuve que asistir, incluso tuve que tomar terapias Psicológicas, fueron muy difíciles los primeros meses.
—Lamento no haber estado ahí cumpliendo con mi responsabilidad, con mi deber, por cierto, puede que mi padre asuma que usted es mi mujer, esto sí, está lúcido hoy.
Violet no pudo evitar reírse, causando incomodidad a Ignacio.
—Veo que le causa gracia, la pregunta es qué es lo gracioso en el asunto.
—Lo siento, es solo que no creí que su padre pudiera imaginarlo con alguien como yo.
—¿Por qué no, Violet? Se suponía que soy su tipo.
—Lo sé, pero yo no el suyo, de todos modos, no se preocupe, si debemos fingir, no tengo problemas, si llegase a ser necesario, eso sería problema para usted, y no para mí.
Él se quedó callado, Salomé volvió a ponerse traviesa, quería bajarse, Violet la paró en sus piernas y empezó a llorar.
—Me detendré un momento para calmarla.
—No, no es necesario, yo puedo.
—Lo haré, no me gusta verla llorar, serán unos minutos, en lo que ella se calma.
Buscó un lugar donde estacionarse y al lograrlo se bajó para subir atrás, Salomé le extendió los brazos, apenas lo vio subir.
—¿Qué sucede, mujercita, por qué estás de malas?
Balbuceó algunas cosas de lo cual solo le entendieron papá, dejó caer su cabeza buscando recostarse al pecho de Ignacio. Violet recibió una llamada, era su amiga, quien quiso saber si podía quedarse con ella.
Violet le dijo que sí, pretendía saber que había pasado esa noche en que concibió a Salomé.
Dejó la llamada, Salomé se había calmado.
—Indíqueme la dirección y conduciré yo.
Violet subió adelante después de dejar un beso en la frente de Salomé, con las indicaciones de Ignacio conducía, en tanto él brindaba su atención a la pequeña ya calmada.
—¿Le ha dado usted todos los medicamentos, Violet?
—sí, lo he hecho, parece que todo está bien con ella, pronto hay que llevarla con el pediatra.
—¿Tiene uno, o la llevará con el apuesto doctor?
—La llevaré con el de siempre, Ignacio, no debe preocuparse por eso, el apuesto Zaid, solo me ha pedido que le avise el estado de su evolución.
—Tiene muy buenas estrategias el médico este, como también veo que goza de su entero interés.
—Hmm, Ignacio, si me sigue hablando así del médico, voy a creer que le gusta y que lo de su esposa era solo para ocultar su orientación sexual.
—Muy graciosa, de mi hombría no debería tener dudas y se lo dije antes, no permitiré que a la vida de mi hija llegue cualquier extraño.
—Es mi vida, no la de su hija, le dije que no debe preocuparse por el bienestar de Salomé, respecto a con quien salgo, créame, mi hija es prioridad, ante todo, pero si le genera tranquilidad, puede presentarme de entre sus amigos a alguien de confianza.