A Ignacio le había costado dormirse, no estaba acostumbrado a dormir tan temprano; sin embargo, con el pasar de los minutos logró hacerlo.
En casa de Violet, ella escuchaba atenta a Mariska, mientras lo hacía, vigilaba a Salomé ya en su cuna.
—Ya que estás de acuerdo con el proyecto y que no hemos hablado más que de trabajo, ¿por qué no me cuentas qué está sucediendo entre el robot y tú?
—No, nada fuera de lo laboral y los asuntos de Salomé, es muy controlador, sabes, quiere controlar con quién salgo, según él, para proteger a Salomé.
—¡Hmm! Bueno, desde mi experiencia te diría que le interesas, lo digo porque vi como te miraba en el centro médico, existe la posibilidad de que esté celoso y no puedes negar que de algún modo es más que tu tipo.
Violet se giró sobre su espalda y llevó las manos sobre su vientre.
—Es apuesto, pero no creo que pueda pensar en él, como algo más que el padre de Salomé, aunque créeme, no es difícil imaginarme otras cosas, debe ser la falta de actividad.
—Te creo, pero créeme, si tú te has imaginado otras cosas, ese hombre debe haberse imaginado todo el Kamasutra contigo y lo que le falta por agregar.
—Eres una exagerada, Mariska —se echó a reír y por un momento pensó en Ignacio.
Quien, para entonces, ya dormido, tenía sueños nada sanos con ella.
—Te veo mañana, hermana, te hablaré para mantenerte al tanto de mis planes, debo poner fin a mis vacaciones laborales —Fermina se despidió y abordó su auto.
Llamó a Zaid y se las ingenió, para obtener información, de su cita con Violet, sin ser directa, preguntando sobre su vida, logrando que este le revelara lo que ella deseaba.
Después de horas hablando con Mariska, de haberle contado sobre su cita al día siguiente.
Violet decidió ducharse, para poder dormir.
—Gracias por cuidarla, buenas noches Mariska.
La mujer salió de la habitación y Violet se acercó a comprobar que Salomé estuviera bien.
Al hacerlo volvió a su cama, al igual que a Ignacio le costó dormir.
«Ay, no, no puede ser, no me puede gustar Ignacio, no ese cascarrabias»
Violet siguió volteando de un lado a otro, negándose aceptar que el hombre le gustaba.
No pudo dormir y buscó en sus redes una fotografía.
«Sí, es muy sexi, muy atractivo»
—No, no puede ser —dejó su teléfono en su vientre y cubrió su rostro al aceptar lo evidente.
Comprobó una vez más que Salomé estuviera bien y se obligó a dormir.
Fermina había llegado a casa y disfrutando de sus planes, se metió a la cama y durmió con tranquilidad.
Al amanecer, Michael, quien había madrugado, decidió hacer una pregunta importante a su jefe aun durmiendo.
Ignacio se había levantado con la notificación de su móvil, comprobó la hora.
Al ver su erección más notable de lo habitual y recordar su sueño, negó con la cabeza.
—Sácate esa idea de los testículos, tú y esa insolente no llegarán a nada —habló a su miembro intentando bajarlo.
Se levantó y se dirigió a la ducha, no era una hora prudente para llamar a Salomé, su excusa para escuchar a Violet.
“Buenos días, señor Ignacio, qué pena molestarlo tan temprano, pero quería saber que le parece esta fotografía de la señorita Williams" mensaje de Michael.
Miró la fotografía y aunque no tenía nada de sexual en ella, su miembro reaccionó ante sus pensamientos.
—No, deja de hacerme ver cómo un pervertido sexual, no puedes ponerte así, solo con una foto —hizo su móvil a un lado y habló nuevamente a su erecto miembro.
“Con que objetivo me envías esa fotografía Michael” respuesta de Ignacio.
Se fue a la ducha sin esperar respuesta, sin poder ignorar el problema que le habían causado sus pensamientos, decidió recurrir a la manera más usada, pero poco por él.
No solía desayunar, pero al salir de su tardío baño, decidió prepararse algo, muy animado, se preparó unos hotcakes.
Ignacio se había ido a la empresa, de muy buenos ánimos, tanto que había comprado su capuchino y cafés para sus empleados.
Al llegar saludó tan amable que dejó sorprendidos a todos, dejó los cafés a un empleado, quien se encargó de repartirlos en el departamento administrativo.
—Buenos días, Liana, se ve usted muy bien con esa blusa roja.
La mujer se miró, le recibió el café y lo vio marcharse sin salir del asombro.
Al llegar a su oficina encendió su laptop y escribió un mensaje a Violet, al que no esperaba tener respuesta de inmediato.
Sonriendo como esos adolescentes que tanto le molestaban, giraba en la silla, mientras respondía los mensajes.
“Iré un poco más temprano, Violet, ¿necesita que le lleve algo?”
Sonriendo del mismo modo, al ver las respuestas a sus mensajes, Violet quien le daba un puré a Salomé, llevaba la cuchara en otra dirección.
Se disculpó con Salomé, y continuó con la conversación.
Violet envió una foto de Salomé, que provocó que Ignacio llamara de inmediato.
Nerviosa, por su descubrimiento, Violet respondió, con la cámara puesta en Salomé.
—No la veo Violet, ¿está usted bien?
—Sí, Ignacio, estoy bien, como le decía, Salomé no necesita nada ahora mismo, pero si quiere venir más temprano, adelante, mi cita es en un par de horas.
—De acuerdo, iré en unos minutos, llevaré mis equipos para trabajar desde su casa.
Mariska estaba en la terraza de la casa, concretando actividades vía telefónica. Pero podía escuchar los gritos de alegría de Salomé.
Habían dejado la llamada y Violet se convenció de que no había dudas, Ignacio le gustaba, y decidió creer que era cierto que él también tenía interés por ella.
Se fue junto con la pequeña a la ducha y al salir, la vistió, ella se puso ropa deportiva, aprovecharía la presencia de Mariska para ejercitarse en lo que llegaba la hora de ir a cumplir con su cita.
Violet decidió que salir con Zaid podría ser una buena forma de que su interés en Ignacio no creciera, darle la razón a la gente y provocar escándalos, no era algo que ella deseara.