Papá es el jefe

Capítulo 30.

Ella se quedó mirándolo asumiendo cuál era el motivo de su actuar.

—Le ayudo con Salomé —dijo ante su nerviosismo.

—No, usted está toda sudada.

Usó dos de sus dedos para apoyar su palabra.

Violet se puso nerviosa con el rozar de los gruesos dedos del hombre, rozando su cuello sudado.

—Bien, ya es momento de volver al interior, los acompañaré hasta que llegué el momento de irme.

Ella empezó a caminar y se acercó y la detuvo sujetándola por el brazo.

—¿De verdad tiene que ir a esa cita, Violet?

Ella asintió con la cabeza.

—Podría quedarse con nosotros, Violet, podemos divertirnos.

Salomé empezó a balbucear palabras.

—¿Lo ve? Salomé también quiere que se quede.

—Suelo cumplir con mis compromisos, volveré para pasar tiempo contigo, amor —se acercó para acariciar la mejilla a Salomé.

Trató de evitar pisar el zapato de Ignacio, quien la detuvo a tiempo cuando buscó caerse.

—La tengo, Violet —dijo después de jalarla contra él.

Sostuvieron sus miradas en tanto sus rostros se iban acercando.

Un segundo intento por besarse, que fue interrumpido por Salomé, apartando a Violet.

Parecía reclamar a su padre y eso les causó risa a ambos.

—Creo que es momento de ir a organizarme, tengo que seleccionar los juguetes.

—¿Juguetes? ¿A qué tipo de juguetes se refiere Violet?

—No a los sexuales, por supuesto. ¿Le gustan ese tipo de juguetes, Ignacio?

—No lo sé, no los he usado, estoy seguro de desempeñarme bien, para evitar la necesidad.

Violet sonrió y rodó los ojos.

—¿Por qué hace ese gesto Violet?

—Nada, es solo un gesto.

—Ok, ¿me dirá a qué clase de juguetes se refería?

—Zaid y yo trabajaremos en una campaña exprés de donación de los juguetes que sobran a Salomé y otros que adquiriremos, espero no le moleste, de todos modos le daremos crédito.

—¿No es una cita personal?

—¿Solo le importa eso, Ignacio?

—Honestamente, sí, Violet, nunca he sido un hombre de rodeos y desde su llegada me estoy convirtiendo en uno lleno de excusas, pretextos, negaciones y de inmaduro actuar.

—¿Me está culpando de algo, Ignacio?

«De un par de erecciones y pensamientos insanos, celos tóxicos y descontrol» pensó en responder.

—¿Cree que debería? Violet, la cuestión es que nunca me han gustado las mujeres jóvenes, lo digo en serio, el problema es que ahora no comprendo que me sucede con usted, desde esa noche que vi el interés del pediatra en usted, no puedo imaginarla con alguien más.

—Ignacio, no creo que sea correcto lo que está diciendo.

—No tengo idea de si lo es, pero es lo que sucede, Violet, me gusta como mujer y sí, confieso que estoy celoso, que me gustaría poder evitar que se fuera a su cita con el doctor, pero ya que sé que no es romántica.

Violet suspiró.

—Ignacio, lo siento, pero creo que lo mejor es que me vaya a esa cita, que usted se olvide de lo que está sintiendo, usted acaba de salir de una relación, y lo cierto es que debemos ser sensatos, no solo le estaríamos dando la razón a los rumores y su ex pareja, creo que es necesario saber lo que deseamos en realidad, que tenemos una hija en la cual pensar, actuar inconscientemente, podría terminar por afectarla.

—Tiene razón en algunos puntos, pero no debería darle importancia a lo que dicen los medios o dirá Fermina, Violet créame cuando digo que es especial el modo en que me hace sentir, no pensé en decirle esto, pero…

El móvil de Violet sonó interrumpiendo la sincera conversación.

Era su amiga a la que decidió no responder.

—Honestamente, Ignacio usted también me gusta, pero soy madre, la tranquilidad y felicidad de mi hija está por encima de todo, soy mujer y debo darme mi lugar, usted acaba de salir de una relación hace poco, y si, aunque no parezca, está hermosa princesa y yo, de algún modo hemos influido en eso, la señora ahora está dolida, pueda que no le dé importancia a lo que tengan que decir, pero si somos inteligentes, sabemos que lo reciente de su ruptura, de su perfecta vida y lo que usted consideraba su relación estable, no lo encontrará con alguien como yo, soy todo lo opuesto, somos polos opuestos, lo mejor que podemos hacer es controlar lo que está pasando, puede ser pasajero.

—Soy un hombre de decisiones, Violet si estoy diciendo esto, es porque estoy seguro de ello, el modo en que últimamente me he estado sintiendo, en que le hago esos absurdos reclamos, ahora tienen sentido, me gusta como mujer Violet Williams, pero supongo que tiene razón, casi que le doblo la edad y…

Ella lo besó.

Un beso que no duró mucho por la intervención de Salomé.

—Usted es en definitiva mi tipo, pero lo mejor es detener esto —le limpió los labios—. Amigos y padres, Ignacio, podemos fingir para hacer feliz a su padre si es necesario, pero no es conveniente tener algo, son muchos factores.

—¿De verdad cree que voy a poder verla como todo, menos como mujer?

—Puedo darle los motivos Ignacio, pero me gustaría que seamos conscientes, que actuemos como los adultos que somos.

—¿Significa que va a estar con el doctor?

—Significa que soy libre, al igual que usted de estar con quien guste, Ignacio, usted es el padre de Salomé y si en algún momento llegase a pasar algo entre nosotros, yo esperaría no fuese pasajero, no solo por ella.

—Soy hombre de una mujer Violet, en una relación conmigo, le puedo garantizar fidelidad, respeto, amor, no soy un adolescente, no busco divertirme, tal vez tenga razón, de mi relación con Fermina esperaba más, aunque ahora me doy cuenta de que no había nada. ¿Acaso no le gusto como hombre?

—Sí, Ignacio, me gusta, pero estamos a tiempo de detener esto, podemos ser buenos amigos y por nuestra princesa buenos padres.

Ignacio sonrió con tranquilidad, poniéndola nerviosa.

—El problema Violet es que si ya la veo como mujer, no podré verla como amiga y mucho menos como la simple madre de mi hija, siempre tengo lo que quiero Violet.




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