Papá es el jefe

Capítulo 36.

Violet sonrió e Ignacio mordió su labio inferior, mientras miraba los de ella.

—Supongo que no se puede, la jefa llama —dijo Violet para después bajar de la cama.

Ignacio hizo lo mismo, caminó a la cuna, Salomé llamaba a Violet, pero al verlo empezó a manotear la cuna de la emoción.

—Papá, papá —repetía mientras agitaba sus manos.

—Hola mujercita, parece que estás feliz de verme, ¿que ocurre, por qué lloras?

Ignacio la levantó y Violet detrás de ellos, miró el tatuaje de Ignacio, se quedó analizándolo.

—¿Qué cree que sea? —preguntó sacándola de su análisis.

—Ah, no lo sé, debe ser que trataba de acomodarse, aun así, permítame revisarla.

Salomé se negó a que Violet la cogiera.

—Ven, solo voy a revisarte, Salomé, amor, no puedes ser tan caprichosa, solo voy a ver que estés bien.

—Creo que por fin algo que heredó de usted, Violet.

—No, no creo ser tan caprichosa y posesiva.

Violet lo intentó por última vez.

Salomé con una gran sonrisa zarandeaba su mano tratando de alejarla.

Ignacio empezó a pasearse con ella de un lado a otro, pronto serían las 3 de la mañana, Salomé balbuceaba palabras mientras jugaba con sus pies.

Violet se había acostado en el centro de la cama, lo miraba, entre risas y palabras de ánimo a Ignacio, empezó a sentir sueño.

Violet se había quedado dormida, y minutos después Ignacio logró que Salomé lo hiciera, quiso volver a la cama, pero el modo en que Violet estaba no le dejaba espacio, le puso la sábana encima, decidió ir a dormir al sofá en la sala.

Ignacio llevó con él una almohada y su móvil.

Se acostó pensativo, apoyando su cabeza en su brazo, sonreía solo al recordar lo cerca que había estado de besarla de nuevo.

Cerró sus ojos y el sueño lo venció, la lluvia había acompañado hasta el amanecer.

Mariska se había levantado, eran las 8 am, al darse cuenta de la presencia de Ignacio aun durmiendo en el sofá, trató de no hacer mucho ruido.

—Lo siento, no quería despertarlo, Ignacio.

—Está bien, disculpe Usted la molestia, me he quedado dormido, no suele pasarme, se dispuso a dejar en orden el sofá.

Mariska se había preparado un café y subió su taza para ocultar su asombro con el torso desnudo de Ignacio.

—Violet, amiga, sí que tienes suerte —murmuró después de beber café y sin apartar la mirada de Ignacio acomodando el sofá.

—¿Qué ha dicho? —preguntó él doblando la sábana.

—Nada, que Violet y Salomé, parecen aún estar dormidas, yo debo salir, le avisa por favor.

Ignacio asintió y entró a la habitación, donde las encontró aún dormidas, la lluvia aún no se había ido, pero no era fuerte, se acercó y observó a Salomé, tocó su nariz, se alejó para recoger su móvil y se quedó observando a Violet, dormida.

«Es realmente atractiva, mucho» pensó para sus adentros.

Recogió su camisa y pretendía irse, al salir y abrir la puerta para marcharse, decidió agradecerle con un desayuno, se dio cuenta de que Mariska ya se había ido.

Buscó recetas de platos venezolanos típicos, encontró varios, pero se acomodó a los ingredientes disponibles y se decidió por uno.

Ignacio avisó a Liana, llegaría unos minutos tarde, se puso el delantal y empezó a cocinar, sin hacer mucho ruido.

Cuarenta minutos después, Ignacio había terminado con el desayuno, estaba dejando todo en orden.

Salomé se había despertado y Violet salió somnolienta con ella en brazos a prepararle suplementos para organizarse y hacerle el desayuno.

—¡Ignacio! Hola, pensé que se había ido.

—Hola, mujercitas —se secó las manos, se acercó a Salomé con los brazos extendidos emocionada al verlo—. Iba a irme, pero quise preparar el desayuno para agradecerle el permitirme quedarme, ¿va a desayunar?

Ella lo miraba observadora, pensando en lo bien que se veía con el delantal.

—Se ve bien, hubiera sido un chef muy atractivo, Ignacio.

—Soy un empresario atractivo, Violet, pero al paso que vamos, usted puede hacer de mí lo que se le antoje.

Ambos sonrieron, Violet no dijo nada.

—¿Hizo algo para Salomé?

—Sí, un puré, es saludable, por cierto Mariska ha dejado dicho que salió, le daré el desayuno a Salomé y me iré, Violet, si no va a ir a la empresa hoy, no olvide nuestra cena.

—La tengo presente Ignacio.

Ella se acercó y sirvió a Salomé después de comprobar que tenía buen sabor, miró el desayuno, el aspecto y olor, le gustó.

—No haré mi rutina hoy, ¿podría por favor darle el desayuno mientras me ducho?

—Por supuesto, Violet gracias por confiar en mí, no tengo mucha experiencia con niños, y sé que es sobre protectora.

—Ella lo prefiere a usted, y no creo que quiera arriesgarse a que le saque los ojos, por mi hija, cuide de ella, ya regreso.

Ignacio se fue a la sala, la sentó y procedió a darle el puré que con gusto y mientras manoteaba emocionada, Salomé se comía.

Salomé se quedaba mirándolo como si hubiera descubierto algo novedoso, Ignacio le pellizcó la mejilla.

Logró que se comiera todo, decidió hacer unas llamadas, mientras esperaba a Violet y vigilaba de Salomé en su tapete jugando.

Violet salió, cargó a Salomé y volvió a la habitación, para bañarla, había decidido salir a asegurarse de los lugares para las fotos, había dejado a Ignacio hablando por teléfono.

Mientras vestía a Salomé, dejó un mensaje a su amiga, quien no respondió.

Ignacio había finalizado su llamada y se dirigió al interior para despedirse, llamó a la puerta y ella le indicó pasar.

—Hola Violet, venía despedirme —al escucharlo Salomé se sentó y extendía sus brazos.

Violet le dio un objeto y esta se concentró en el.

—¿No va a desayunar?

—No, no suelo hacerlo, debo ir a la empresa, tengo algunos pendientes que resolver, para estar libre al final del día.

—De acuerdo, Ignacio, actúa muy diferente, para pensar que le disgustaban tanto las mujeres jóvenes y las niñas.




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