Violet, asombrada, no había reaccionado hasta que se dejó llevar, su piel se erizó cuando Ignacio desplazó su mano y apretó su glúteo derecho.
Violet se había dejado llevar por el posesivo beso de Ignacio, respondiéndole del mismo modo.
Se apartó y le rozó con su pulgar los labios.
—Hasta más tarde, Violet.
Ella lo sujetó de la camisa y lo besó de nuevo.
—¡Violet! —dijo Franyely y estos se separaron.
Violet se apartó y saludó, del mismo modo que Fermina hizo tras haber llegado a uno de los centros de bajos recursos donde pretendía prestar sus servicios.
Fue recibida por un grupo de pasantes, se presentó y empezó a explicar, para quienes desearan unirse a la causa.
—¿Puedo hacer una pregunta? —dijo uno de los pasantes que no había dejado de mirarla y que la tenía nerviosa.
—¿Si decido unirme con la intención de conocerla mejor, lograría mi objetivo? —preguntó el atrevido joven, sonrojándola, al ver cómo todos se reían.
—Este es un asunto importante, si no le interesa haga el favor de salirse joven.
—Estoy hablando en serio, me gustó usted doctora, y quiero saber si al unirme tengo más oportunidades, o, por el contrario, debo buscar otra estrategia.
—Puede retirarse —repitió aún más sonrojada por lo atrevido del joven.
—Ok, me retiraré, pero me uniré a su causa a menos que me dé directamente su número doctora. Soy Keith —dijo y dictó su número con una sonrisa coqueta.
Fermina estaba sonrojada y molesta, por no poder negar que el tan atrevido intento de coqueteo de parte de un hombre más joven, le había gustado.
—Me iré solo porqué al ser cardióloga, podría descubrir lo rápido que va mis ritmos cardíacos por usted —se acercó y le sujetó la mano, dejó un beso en la misma—. Es lo más hermoso que han visto mis ojos hoy, doctora.
Fermina jaló su mano, él salió y ella continuó sin poder disimular mirar al lugar en que el joven estaba sentado.
Violet quien había presentado a Ignacio y Franyely, esperaba una explicación.
—Querrás decir padrastro, ¿cómo va a ser el padre de Salomé? Ese tipo te violó.
—No, no hice tal cosa, señorita, soy el padre de Salomé, pero no cometí tal acto.
—¿Le parece que no? Acostarse con una mujer ebria es una violación, Violet no entiendo como puedes estar besándote con ese tipo, después de lo que te hizo.
—No, ella no estaba ebria, estaba drogada, y ambos sabemos quién es la responsable, yo vi cuando puso la sustancia en su bebida, no niego que la llevé a mi habitación, pero nunca con la intención de aprovecharme de ella.
—¿Le vas a creer esa estupidez Violet? Es obvio que busca justificarse.
Violet la miró y decidió mentir.
—No, no lo hace, recuerdo lo que pasó en su habitación —Ignacio la miró con asombro—. Hay otro testigo, ¿por qué no eres honesta y me dices que pasó?
Franyely se quedó mirándola, subió su hombro derecho.
—Ok, tiene razón, puse sustancia en tu bebida, me pagaron bastante bien, Wilser, quería tenerte, no salió como estaba planeado, pero debes reconocer que te fue mucho mejor, mira todo…
Violet la abofeteó, Ignacio cogió a Salomé llorando.
—Eres una estúpida, creí que eras mi mejor amiga, como puedes decir que salió mejor, arruinaste mi vida, no me arrepiento de mi hija, pero pude haber decidido cuando ser madre y con quién, ¿cómo pudiste? Viste todo lo que pasé, el trato de mis padres, me viste buscar al hombre, lo sabías todo, ¿que tipo de persona eres? Me acosté con un desconocido por tu estupidez.
—No puedes ponerte así, vamos, Violet, mírate, tienes fama, una hija, estás mucho mejor que antes, tienes al padre de tu hija, no te quejes, me debes mucho.
Violet la abofeteó de nuevo, la sacó a empujones de su casa.
—Lárgate, lárgate y olvídate de que soy tu amiga.
Franyely pretendí hablar y le cerró la puerta en la cara, se limpió las lágrimas y se acercó a Salomé en los brazos de Ignacio.
—Eres lo más hermoso que tengo, perdóname, hija, pero no hubiera deseado concebirte de ese modo.
La abrazó y Salomé se recostó a su pecho.
—Lo siento Violet, créame que no recuerdo cómo terminé en la cama con usted, nunca lastimaría a una mujer, de todos modos, quiero que sepa que lo siento y que cuenta conmigo.
—Lo sé, gracias, también desearía recordarlo; sin embargo, me temo que hubiera pasado con alguien más, que ese estúpido se hubiera aprovechado de mí.
—¿Lo conoce Violet?
—Sí, era un amigo del novio de Franyely en esa época, supongo que al rechazarlo tantas veces, decidió tenerme por las malas.
—Sé que no tiene importancia, pero, ¿era su primera vez?
Ella asintió y dejó un beso en la cien de Salomé.
Ignacio se acercó, las abrazó a ambas, se alejó, limpió las lágrimas de Violet.
—Lo siento, de algún modo soy responsable —dejó un beso en su frente—. Puedo quedarme a cuidar de Salomé, si necesita tiempo Violet.
—¿De verdad, lo haría?
—Por supuesto, puedo incluso llevármela, ya me defiendo bien, los empleados con hijos pueden echarme una mano, ven hermosa, tendremos un día de padre e hija.
Salomé sin pensarlo pasó a sus brazos.
—Iré a preparar sus cosas.
Ella pretendía irse, él la detuvo.
—Sonría, va a estar bien.
Ella asintió, y se fue a la habitación molesta, metía las cosas al morral de Salomé, sin poder entender como su mejor amiga le había hecho algo semejante y no había tenido la decencia de pedirle al menos una disculpa.
Seguía recogiendo pensando en diferentes escenarios, en lo que hubiera pasado si Ignacio no la hubiera llevado a su habitación, y aunque de ese modo también hubiera habido consecuencias, tenía a su hija y sabía que no había sido víctima de un mal hombre.
Con la intención de buscarla y conocer todos los detalles, Violet recogió todo.
Como también lo hacía Fermina con su material de apoyo a su presentación.
—Hola hermosa —se acercó Keith.