Papá es el jefe

Capítulo 39.

Fermina se negó hablar del atrevido muchacho, su colega no insistió.

—¿De verdad tiene que irse Violet? —puedo ir a dejarlas, me falta poco para terminar.

—Está bien Ignacio, tengo cosas importantes que hacer, asuntos personales que atender.

—Ok, las veo mañana Violet —se despidió controlando el deseo de insistir en saber qué asuntos eran.

Ignacio se despidió de Salomé, para después hacerlo de Violet.

Siendo un caballero le dejó un beso en la mejilla y dijo la vería al día siguiente durante la cena.

Violet se despidió de los presentes, agradeció a Liana por haber cuidado de Salomé, quien no hizo berrinche al momento de despedirse de Ignacio.

Antes de salir de la empresa, Violet se dirigió al área de confección dónde le pidió a Michael no enseñarle los avances a Ignacio, dio detalles de mostrar una campaña similar, para mantenerlo tranquilo.

Finalmente, se despidió, dejó las instalaciones, para irse a casa.

En el trayecto recibió una llamada de la universidad en que pretendía realizar su carrera, tenía dos citas para el día siguiente, antes de la cena con Ignacio.

Violet dejó su móvil y empezó a jugar con Salomé, la amaba, pero sentía nostalgia al recordar el modo en que había sido concebida.

La llenó de besos y hacía preguntas a las cuales le respondía con términos incomprensibles, o sonrisas que le hacían sentir que fuese como fuese, era lo más hermoso que tenía en su vida.

Ignacio había terminado con los encargados de las adecuaciones que pretendía hacerle a la empresa y se dispuso a culminar sus compromisos.

Sintió curiosidad por conocer como iba la campaña, decidió investigar sobre la competencia, se dio cuenta de que lanzarían su campaña primero, aquello le causó intriga, pero decidió pasarlo por alto, confiaba en Violet, sonrió y llamó a la floristería más prestigiosa, hizo una orden.

La nota para su encargo fue tomada y dejó su oficina para ir al área de confección.

—¿Qué hace aquí, señor O’Kelly?

Puso ambas manos en sus bolsillos y autoritario se acercó.

—Aún sigo siendo el dueño de la empresa Michael, el que estés trabajando directamente con mi mujer no significa que no pueda saber cómo avanzamos con la campaña.

—¿Su mujer?

—¿Qué tienen? —exigió saber ignorando la pregunta.

—¿Honestamente señor? Hemos avanzado, pero la señorita Williams quiere darle una sorpresa, debería confiar en su mujer.

—Has dicho algo razonable, ok, en ese caso, supongo que no tengo nada que hacer aquí, iré a trabajar en unos diseños.

Lo miró con los ojos entrecerrados, le dio una palmada en el hombro y salió.

«Mi jefe es un bipolar, menos mal le llegó quién lo centre, claro que sí, me gusta mucho más este robot, parece tener sentimientos»

Michael se rió de su propio pensamiento y continuó en su trabajo.

Violet había llegado a casa y emocionada, se sentó a ver jugar a su pequeña, mientras le ponía todo su empeño a la campaña.

Diseñaba estrategias para agotar stock, y aunque eran limitadas, ella estaba segura de que sus fans correrían la voz.

—Después de todo tu padre y yo podemos hacer un buen equipo.

—Papá, papá.

—Si amor, papá es el jefe.

Recibió una llamada de Lana, quien después de saludar e informar sobre su regreso, se dispuso a seguirle la corriente a Salomé.

Violet le contaba los avances como la amiga que consideraba era.

Desde su oficina, Ignacio había llamado para conocer el estado de su padre, informando irían a verlo el fin de semana.

Fermina había regresado a sus labores, hablaba con el personal del lugar, cuando el director la mandó a llamar.

—Director Benjamín, me dicen que me necesita…

—Hola Duarte, sigue por favor, siéntate.

La mujer cerró y se sentó, el hombre empezó por felicitarla por su causa, se sumó con insumos, dinero y personal.

—Mi hijo, Keith estará en tu unidad, te pido que no seas convaleciente con él, es un verdadero dolor de cabeza.

—Su… ¿Su hijo?

—Sí, mi hijo, es el segundo de ellos, quiero que seas mano dura con él, que aprenda a valorar lo que tiene, esta es una buena manera, que conozca lo que padece la gente.

Fermina, quien se suponía no lo conocía, no tuvo de otra que aceptar, después de que al negarse el hombre le insistiera.

—Eso es todo, recuerda, quiero que te hagas cargo de él directamente, será poco tiempo, pero ayudará. ¿Cuento contigo?

—Por supuesto director Belmont, con permiso.

Fermina se retiró rascando su frente, aquel no era un compromiso muy sano.

Las horas pasaban, Violet se detuvo para darle de cenar a Salomé, Mariska había llegado y le contaba como había estado todo.

Ignacio seguía en la oficina, metido en “Youtube” aprendiendo sobre recetas venezolanas para sorprender a Violet.

Simón llegó y pasó a la oficina sin ser anunciado.

Como si estuviera en algo prohibido, Ignacio se apuró a cerrar el canal en que veía la receta.

—¿Viendo porno en horario laboral, Ignacio?

—No digas estupideces, Simón, no tengo esa necesidad.

—¿No? ¡A ver! ¿Platos típicos venezolanos? —se echó a reír, Ignacio se paró por un poco de agua.

—Me quedó gustando la gastronomía de ese país, es todo —se justificó.

—Claro, la comida y las jovencitas…

Ignacio se rascó el cuello, aquello se escuchaba desagradable.

—No lo hagas parecer como si fuese un, asalta cunas, no me gustan las jóvenes, solo ella, no lo elegí.

—Decías ser el amo del autocontrol, pensé que jamás caerías, Ignacio.

—Es su culpa, nadie la manda ser tan ella, honestamente me trae loco, me desconozco, me he convertido en eso que tanto renegaba de un hombre en nuestra edad, y lo peor de todo es que no me siento tan ridículo, como posiblemente me veo, tengo una cena con ella mañana, quería sorprenderla.

—Ok, solo sé tú, Ignacio, esto es divertido, te lo advertí, pero disfrútalo mientras puedes, es una joven, esas nunca se conforman y quizás te reemplace pronto.




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