Papá es el jefe

Capítulo 42.

Violet se había duchado y usado su misma ropa, excluyendo su parte íntima, había vestido a Salomé, Ignacio seguía en la sala, decidió llevarle la malteada.

Ingresó a la habitación y la vio acomodándole el cabello a Salomé.

Ignacio se acercó por detrás y la abrazó.

—Le sugiero usar un abrigo mío Violet, se nota que se deshizo de parte de su vestuario.

—Sí, los besos dejaron consecuencias, es muy observador Ignacio, gracias por la malteada, en un momento estamos listas para no retrasarlo. También tengo algunas cosas que hacer.

—Muy bien, Violet, hoy en la noche es el lanzamiento de la nueva colección de fashion line, por algún motivo me han invitado y no suelo involucrarme, pero esta vez es interesante, me gustaría presentarlas como mis mujeres.

Violet hizo un gesto extraño.

—¿Qué sucede? ¿No quiere ir?

No quería dejar a Salomé y mucho menos exponerla, dijo que sí, cuando pensó en que podía molestar a Mariska.

—Está bien Ignacio, iré, pero dejaré a Salomé.

—Por supuesto, no es un evento para ella.

Ella le pasó a Salomé y dijo ya estaban listas, Ignacio recogió su móvil, llaves, le indicó donde había una chaqueta, caminó seguido por Violet, quien dejó la mitad de la malteada en el refrigerador.

Salomé no hizo berrinches al momento de pasar a brazos de Violet, quien le dijo que iría a la empresa con él, para comentarle algo a Michael. 

Feliz Ignacio conducía sin poder evitar mirar de vez en cuando a sus mujeres mediante el espejo.

Fermina se encontraba aun ejercitándose, para poder liberar la tensión y frustración que Keith le había dejado y que sus planes no remediaban. 

Sin imaginar que Keith había dejado sus llaves con la intención de volver y que mientras ella intentaba sacarse el enojo, él se dirigía a su casa.

Con una amplia sonrisa, Keith salió de su auto y llamó a la puerta, vistiendo un atuendo informal, y sabiendo por parte de su padre, Fermina estaba en su casa, esperaba paciente.

Dispuesta a insultar a quien había llegado a interrumpir su rutina, se dirigía a la puerta, abrió de mala gana y sin fijarse de quién se trataba, aunque presentía, era la inoportuna de su hermana.

—¡Tú! ¿Qué haces aquí?

—Hola hermosa, vengo por mis llaves, se me quedaron… por cierto bonitos botones.

Fermina, quien no comprendió, frunció el ceño hasta verlo mirar sus pechos y recordar, no llevaba sostén, usó sus manos para cubrirlos, él sonrió.

—Pasa, busca tus llaves y te vas niño.

—Estás sola, y en las condiciones perfectas para demostrarte que no soy un niño, hermosa, pero ok, buscaré mis llaves, porqué sé que a pesar de lo adulta, eres una miedosa, una cobarde, podría ofrecerte el placer que no has tenido, con o sin compromiso, puedo ser tu humilde servidor.

Ella lo ignoró y lo siguió, Keith sabía donde estaban sus llaves, solo le daba tiempo para que entrara en razón, al paso de unos minutos fingió encontrarlas.

—Bien hermosa, no te molesto más, espero no te arrepientas de esta oportunidad.

—Ok, vete —lo siguió para asegurarse de ello.

Keith se giró y la miró unos segundos, bajando su mirada a sus pechos y negando con la cabeza.

—Lástima que no seas lo suficiente mujer para manejar un encuentro con un hombre que sabrá darte lo que buscas —procedió a marcharse.

Ella lo vio irse, cerró la puerta y recordó las palabras de su hermana y colega, corrió a por su móvil y le escribió, no se fuera, Keith dejó el auto de inmediato, no tuvo necesidad de llamar a la puerta, ella lo esperaba, abrió y este sonrió lo jaló de la camisa y le saltó encima.

—Ya nos vamos Ignacio —dijo Violet al hombre que había dejado su reunión con algunos empleados en cuanto las vio—. Ya he terminado con Michael y venía para que se despida de Salomé.

Ignacio se despidió de Salomé, Violet simplemente dijo adiós y pretendía irse. La jaló y la besó, teniendo cuidado de no incomodar a Salomé.

—Ahora es mi mujer Violet, ok, en su idioma ahora estamos saliendo, debe despedirse como debe ser, ¿cómo es que pretende irse con un simple adiós? ¿Así de poco significo?

—Que exagerado y sensible, pensé que aún no estaba preparado para que la gente sepa que además de una hija, también sale con una joven.

—Vengan conmigo.

Caminó con ellas, al llegar al lugar solicitó la atención de los empleados del área y la presentó como su mujer.

—Ya no solo es la madre de mi hija, ahora estamos saliendo, cualquier cosa que ellas requieran en mi presencia o ausencia, pueden ponerla a su disposición, a los que irán a al lanzamiento, debo decirles que también iremos, siendo todo, regresen a sus labores.

—Ignacio no era necesario.

—¿Por qué no? No me diga que quiere mantener lo nuestro oculto.

—No, no se trata de eso, solo que deberíamos ir con calma.

Le extendió las manos a Salomé

—Ya las esperé mucho tiempo, Violet.

Ella sonrió y hablando temas sin mucha importancia se dirigieron a la salida, donde ya esperaban el chofer y guardaespaldas.

—Pasaré a las 6 Violet, hasta más tarde hija, hasta más tarde amor.

—¿Cómo me ha llamado?

—Amor Violet, la he llamado amor, como también creo que deberíamos empezar a tutearnos, dejar el formalismo.

—Sí, creo que me costará, pero estoy de acuerdo —le dio un beso y subió al auto.

Salomé se despidió de Ignacio con la mano. Feliz, regresó al interior, continuó con sus labores.

Violet había llegado a casa, Mariska no estaba, sin tener a quién contarle del modo en que se sentía, empezó hablar con Salomé, quien solo le sonreía como si pudiera entenderle. Era feliz incluso cuando su círculo social a pesar de su fama era pequeño.

Siempre había sido de pocas amigas, solía ser una adolescente con sueños y bien portada, sin desearlo la envidia entre sus amigas y vecinas en el pasado, era lo que sus padres no perdonaban, que hubiera resultado embarazada siendo como era.




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