Jenna Davis
—¡Pero mamá! —niega por tercera vez al decirle que quiero ver cómo ha amanecido mi papá —no puedes impedírmelo ¡Yo quiero ir a verlo! —me observa con ojos irritados porque sé que no ha podido dormir en estos últimos dos días.
Se mantiene en la decisión de no dejarme ir, yo estoy a poquito de llorar, no puede nada más impedírmelo y ya, ella debe entender que hay cosas que hacer y una de ellas es velar por la salud de él… de mi padre aunque no me quiera porque no me recuerda.
Ha sido difícil conmigo teniendo esta crisis que al parecer no quiere ceder, tenía casi tres meses que no caía en una tan fuerte como esta. Todavía la de diciembre estuvo hasta nochevieja, pero me recuperé muy rápido porque el cuidado de mi mamita siempre es el mejor.
Por eso ahora no entiendo por qué no desea que vaya a ver a mi padre, sí ella misma es un alma piadosa. Ayuda a muchos, aunque no tiene dinero, pero solicita ayuda para los niños del refugio.
¡Y eso es bastante!
—Ya no quiero discutir contigo con respecto a ese tema Jenna Davis, ya te he prohibido que lo veas porque te hace daño - gruño y me cruzo de brazos - ahora necesito que te alimentes bien porque necesitas fuerza – niego.
—Entonces si no puedo verlo ya no comeré más, solo me quedaré sentada aquí en esta cama cruzada de brazos con la boca callada y sin decir ni una palabra —frunzo los labios para callarme.
—Jenna ya te he dicho que mamá siempre tiene la razón y por eso debes prestarme atención, tú eres mi niña, mi mundo, mi prioridad y voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que tú estés bien —niego de nuevo y resoplo —. No me hagas esas caras señorita, odiaría tener que llegar al extremo de castigarte.
—No sé qué tiene de malo. Yo quiero ir a ver unos minutos ¡hasta puedes ir conmigo! —le digo a mi mami con voz llorosa.
—Y yo te digo que esa visita no te hace bien Jenna, recuerda la última vez que estuviste allí hace dos días saliste llorando porque el hombre te echó de la habitación —mis ojos arden y no puedo dejar de llorar.
Siento un dolor muy adentro en mi corazón como una punzada que atraviesa el pecho.
—¡Es que él solo tenía anestesia! —grito con mal humor aun con los brazos cruzados.
—¿Anestesia? —me mira como si no comprendiera.
—¡Sí mamita anestesia! esa que te da con el golpe en la cabeza que no recuerdas nada…
—Eso se llama amnesia cielo —pone los ojos en blanco ¡qué grosera! —y estoy completamente segura de que ese odioso y maleducado hombre no tiene ninguna amnesia, solo necesita curarse para irse de acá.
—¡No es cierto! —se me sale un grito —es que olvidé escribir en la carta a Santa que tuviese educación y fuese una buena persona, un… un… filan —ya lo olvidé.
—Filantropo.
—¡Eso! —senalo a su rostro —y también deberías hornear un pastel o algo así para que se enamoren porque si van a ser una pareja que se besa ¡puaj! —me estremezco del asco — Deberías ser amable y dona Victoria dice que el pastel es bueno con amabilidad o algo así — lloro porque ya se me olvidó lo que seguía.
Me observa como si no me conociera, si no fuera una niña educada pondría los ojos en blanco y le pediría que me dejara sola. Estoy muy enfadada.
—¡Jenna!
—¡No! No me digas nada, Yo solo quiero ir a ver a mi padre porque tú nunca me has dicho si tengo alguno —las lágrimas bajan por mi rostro —¿Por qué no entiendes que yo necesito tener un papá? —Señalo con voz rota —tú no quieres que yo sea feliz, no quieres que yo tenga un papá que me acompañe, ¡solo quieres que yo esté sola como lo estás tú! —observo las lágrimas caer por el rostro de mi madre, pero me siento muy enojada con ella.
—Entonces prefiero que te quedes sola como yo, pero jamás dejaré que nadie te humille de la manera que lo hizo ese odioso y desagradable hombre, no espero que lo entiendas, pero como tu madre solo necesito que me obedezcas…
—¡Entonces ya no te obedeceré! —bajo de la cama quitándome la mascarilla ante su mirada de asombro —¡porque ya no quiero que seas mi madre!
Corro fuera de la habitación, ignorando por completo los gritos de mi mami porque ella me ha hecho más daño que el señor que quiero que sea mi padre, intento tomar aire y no lo logro hacerlo, siento que cada vez que doy un paso al frente en la carrera me desvanezco un poco mas, hasta que en un momento dado no encuentro aire por ninguna parte y todo a mi alrededor se oscurece, nada más escucho gritos de lejos voces que llaman y mucho movimiento es lo que percibo, nada veo claro y siento un dolor punzante en el pecho.
***
Escucho el pitido de la máquina a mi lado, ya he estado aquí antes, pero nunca había estado consciente. No puedo abrir los ojos, pero reconozco el olor a muy limpio, es una especie de desinfectante para que todo esté higiénico y no haya complicaciones dentro de esta sala.
La sala de cuidados intensivos.
Siento una punzada de dolor y arre… arrepentí-mi-en-to porque fui grosera con mi mamá, yo no quiero que ella piense que no la amo, tampoco que no deseo que ella sea mi mami, pero necesito saber si ese señor ya recuerda que está aquí porque yo se lo pedí a Santa Claus.