Sé que debiera ser más precavido, sé que tendría que tomar otras medidas, poner abogados, médicos, estudios de ADN o algo que sea de utilidad en lo que respecta al niño, pero, por todos los cielos ¡está completamente solo en el mundo! Me siento con un poco de furia porque me lo haya escondido de esta manera en casi tres años Sofia, primero con su embarazo y luego el bebé. Viajar al otro extremo del mundo sin decirme nada, me indigna muchísimo, más aún estando ella enferma. ¡Sabía que estaba enferma cuando la eché! En las noches que compartimos no hubo muchas conversaciones, una sola vez tuve que dejarla en una clínica de rehabilitación donde me dijo que estaba su madre. Mi cabeza vinculó eso con la palabra Problemas y soy de huirle a estos, no se puede juzgar a una persona por las elecciones amorosas que hace, está bien elegir qué es lo que uno quiere para sí mismo y ya hacía rato que Sofía reunía condiciones que me convencían de que no podía estar con ella, tampoco deseaba en aquel momento, a punto de cumplir los treinta, de establecerme con una pareja que solo me ataría en un momento que mayor libertad necesitaba tanto en mi apogeo laboral como en mis necesidades sexuales. Es lo sano, ¿verdad? Elegir con quien uno quiere estar y elegir con quien uno desea no estar y yo elegí, pero me siento horriblemente culpable. Creí que lo mejor para ambos era terminar con algo que no hacía más que dañarnos a ambos, en nuestra reputación y emocionalmente, si eso era algo que no iría a parar a ninguna parte.
Sara me escucha atentamente, pero puedo notar el rechazo en su mirada durante todo el almuerzo mientras le hablo e intento excusarme, mientras más argumentos intento brindarle, más me termino convenciendo a mí mismo de lo que ha pasado. Caramba, ¡Sofía ha muerto! ¡Sofía tenía cáncer! ¡Yo la dejé desempleada, embarazada y con una madre enferma crónica, como si fuera poco!
—Y destrozada emocional y moralmente, Yoan—retruca Sara—. Puede que no supieras que estaba enferma y embarazada, pero la terminaste de quebrar emocionalmente cuando no solo no pudiste terminar sanamente esa relación sino que además la echaste de su trabajo, haciéndola sentir una completa inútil. Tú sabías que no tenía estudios, que tenía muchísimos sueños, pero una grave falta de recursos.
—¡Me encargué de que tuviera un trabajo estable, caramba! ¡Le ofrecí otro puesto de trabajo en la empresa de un socio de aquel entonces!
—Una empresa que la recibieron por una paga miserable.
—¿Qué? No, me dijo que le pagaría lo que yo le pagaba y un poco más también, con la actualización de sueldos.
—Pues, la actualización de sueldo y todo, hacía que le quedara en mano la mitad de lo que le pagabas. Más los gastos de la clínica y de su enfermedad, sus números solo quedarían en rojo hasta que no los pudiera cubrir más.
—Ella huyó… Huyó de sus problemas.
—No. Se dio una nueva oportunidad y yo la acompañé. Yo no la abandoné y la admiré cada uno de esos días en que lloraba a solas, sabía que en las noches ella lloraba aunque a los demás siempre les mostraba una sonrisa. Yo la vi sufrir cuando empezó con la quimioterapia que la terminó de destrozar luego de haber parido al bebé. Yo vi todo lo que tuvo que pasar, vi cómo se fue desmoronando literalmente, al principio poco a poco, pero luego fue… Fue cada día… —Su voz se ahoga, está hablándome desde lo más profundo de su pecho tratando de reunir las fuerzas para decir algo coherente. Se esfuerza muchísimo y no sé si es figurar en mi cabeza las imágenes terribles que me relata o solo un mero espejo de empatía, pero también se me forma un horrible nudo en mi garganta que hace que el medio salmón que comí puede que me caiga mal luego. Afirma sus codos sobre la mesa y sus ojos con lágrimas humedeciendo sus mejillas se me plantan cuando añade—: Al principio fue lenta la manera en que Sofia se vino abajo, pero luego fue muy duro. Cada día era un enigma. Luego, cada hora lo era. Verla a punto de morir. Ir a buscarla a su habitación para saber si respira, tomarle la temperatura, darle sus medicinas, hacerme cargo de sus cuidados. Ella estaba hecha pedazos y con un bebé al que no vería crecer, lo cual era lo que más le dolía. Le dolía en espíritu, en alma, en el cuerpo. Sofia murió sufriendo muchísimo y el detonante de todo eso fuiste tu, Yoan Yvanov. Ella no quiso decírtelo a ti ni me permitió buscarte cuando fue el momento, pero ahora ya estás aquí, no sé por qué asunto del destino el fin del mundo nos volvió a juntar para que sepas la verdad, solo lamento que este bendito congreso no haya sucedido meses atrás para que veas cómo ella se venía abajo a pedazos. Yo… ¡quiero que sufras lo que yo sufrí por lo que tú mismo causaste, Yoan Yvanov, tú la mataste a Sofia!
Inhalo.
Exhalo.
Inhalo.
Exhalo.
Mi corazón late con fuerza mientras esas palabras me entran a la sesera como un taladro que lastima profundamente mis tímpanos, mi cabeza y mi pecho. Si creí que algo no podía hacerme pedazos y que me tenía bien controlado emocionalmente, estaba equivocado. Todo esto, todo estuvo sucediendo a lo largo de un tiempo que no fue más que éxitos, esfuerzos y crecer para mí. Ella se venía cada vez más abajo mientras yo escalaba. No puedo responsabilizarme de su enfermedad ni de que no haya sido correspondido lo que sea que estuvo sucediendo entre los dos, pero la eché, la eché porque no quería que mis propios empleados me perdieran respeto, no quería que me tomen como un jefe pervertido que somete a sus empleadas a acostarse con él a cambio de darles el trabajo, hacerme esa fama en algún momento podría hacer que se vengan abajo mis acciones, hubo una cacería de brujas para encontrar personas a quienes le pudieran dar esa fama y no podía permitir que eso me termine sucediendo. No porque desconfiara de Sofía sino porque temía de Sara, sabía que en tanto su mejor amiga, tenía un carácter mucho más duro de lo que parecía. En efecto, renunció cuando eché a Sofía y siempre supe que fue ese el detonante. Ni siquiera me dio un motivo cuando presentó su renuncia, no hablé con ella, no hablé con ninguna de las dos luego de todo lo sucedido, tampoco le pregunté a mi socio por Sofia, no quería saber de ella porque pensaba estúpidamente que eso sería lo mejor para ambos.