Para Este Tiempo

Capítulo 12: Luz en medio del ruido

Narra Ester

Cada día en Inversiones BlackWood era un pequeño desafío, pero también una oportunidad para sembrar algo bueno. Con cada “buenos días” sincero, cada ayuda ofrecida sin que me la pidieran, y cada sonrisa genuina, notaba cómo algunos rostros empezaban a cambiar conmigo. No todos, claro. Pero algunos sí.

Clara, de Recursos Humanos, se convirtió en mi primera aliada verdadera. Un día, cuando vio que llevaba mi almuerzo en una lonchera, me invitó a sentarme con ella en el comedor.

—Tú siempre eres tan… tranquila —me dijo entre bocado y bocado—. No sé cómo lo haces en este lugar lleno de tiburones.

—Es por mi fe —le respondí con honestidad—. Siempre oro antes de empezar el día. Le pido a Dios que me guíe y me dé paciencia.

—Pues te funciona —dijo riendo—. Deberías dar clases de eso.

También Lucas, el chico de TI, comenzó a saludarme con más calidez. Incluso me enseñó algunos atajos del sistema de archivos de la empresa y me pasó un manual interno que nadie más se había molestado en compartir conmigo.

—No todos son como… ya sabes quién —me dijo en voz baja, refiriéndose claramente a Kimberly—. Pero tú sigue siendo tú. Eso pone nerviosa a la gente como ella.

Yo simplemente sonreí.

Las pequeñas amistades me daban fuerza. Me recordaban que incluso en medio de la tensión, podía florecer algo bueno. Pero sabía que no podía bajar la guardia.

Y entonces sucedió algo inesperado.

Estaba imprimiendo un reporte urgente que el señor BlackWood necesitaba para una reunión de las cuatro. Kimberly se acercó mientras sacaba las hojas.

—¿Qué haces? —preguntó, con ese tono inquisitivo que ya me era familiar.

—Imprimiendo el informe del señor BlackWood. Clarke me lo pidió.

—¿Estás segura de que es ese? —me dijo, y sin más, tomó las hojas de mis manos—. No veo por qué te dan tareas importantes cuando apenas sabes usar la impresora.

—Kimberly, por favor… —dije, en voz baja, sin querer causar conflicto—. Lo necesito urgente.

—Pues vas a tener que esperar. Estoy imprimiendo algo más prioritario.

Me quedé allí en silencio. No quería discutir. Pero tampoco podía dejar que se llevara el informe.

Entonces, una voz grave nos interrumpió.

—¿Hay algún problema?

Ambas giramos al mismo tiempo. Ethan estaba allí. Había llegado sin que lo notáramos, con una carpeta bajo el brazo y el ceño fruncido.

—Señor BlackWood —dijo Kimberly, soltando una risa nerviosa—. Solo estábamos… comentando algo del informe.

—¿Es ese mi informe? —preguntó, señalando el papel en su mano.

—Sí, señor —respondí, con calma—. Estaba a punto de llevárselo.

Ethan la miró, luego me miró a mí. No dijo nada más. Solo extendió la mano hacia mí.

—Gracias, Ester. Siempre puntual.

Le entregué el informe. Kimberly dio un paso atrás, incómoda.

Y mientras Ethan se alejaba, sentí algo nuevo en su mirada. Como si… hubiera visto algo más allá del papel que le entregaba.



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En el texto hay: espiritual, dios, judios

Editado: 20.05.2025

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