Para Este Tiempo

Capítulo 14: Conversaciones que incomodan

Narra Ethan

Eran casi las siete de la tarde y la oficina comenzaba a vaciarse. Las luces del piso ejecutivo se apagaban una a una, pero yo aún seguía en mi despacho, como de costumbre. Me quité la corbata y aflojé el primer botón de la camisa. No tenía ganas de volver a casa. No tan pronto. No con Adridne ahí.

Marqué un número en mi teléfono. Solo hubo un timbrazo.

—¿Sigues trabajando, Ethan? —dijo la voz cálida de Margaret, mi asistente personal desde hace años, y probablemente la única persona que me conoce de verdad.

—Estoy por cerrar. ¿Tienes un minuto?

—Para ti, siempre. ¿Qué pasa?

Me acomodé en el sillón frente a la ventana, mirando el reflejo de las luces en los ventanales.

—¿Qué sabes de Ester Ben-David?

Hubo una pequeña pausa del otro lado.

—¿Por qué lo preguntas? —dijo con cautela—. ¿Pasó algo?

—La vi hoy. Con Kimberly.

—Ah… —soltó Margaret, como si ya supiera el tipo de escena que presencié—. Kimberly está molesta desde que Ester fue contratada. Dice que “le roba protagonismo”.

—¿Y tú qué piensas?

—Que Ester no busca protagonismo. Solo trabaja. Es… distinta, Ethan. Tiene algo que hace que la gente baje la voz cuando entra a una sala.

Fruncí el ceño.

—¿Algo como qué?

—Una paz —dijo Margaret—. Como si llevara una luz dentro. No le he escuchado hablar mal de nadie. No se queja. No levanta la voz. Siempre saluda. Y siempre ayuda, incluso si no le corresponde.

Me quedé en silencio. Eso era justo lo que me perturbaba. No estaba acostumbrado a personas así.

—¿No te parece sospechoso? —dije casi sin pensarlo.

Margaret soltó una risita suave.

—¿La bondad ahora te parece sospechosa, Ethan?

Me pasé la mano por el rostro, frustrado conmigo mismo.

—Es solo que… no sé si encaja aquí. En este mundo.

—Quizá no. Pero eso no significa que no sea necesaria.

Esa frase me dejó en silencio.

—¿Sabías que reza antes de comenzar el día? —añadió Margaret—. A veces la he visto en el comedor, orando sola con su lonchera en las manos. No hace alarde. Solo lo hace. Y después… sigue sonriendo.

No respondí. Sentí una punzada en el pecho, algo entre admiración y vergüenza.

—Ethan —dijo Margaret con voz más suave—. No la mires como un caso raro. No busques motivos ocultos. Solo… mírala como lo que es: una joven con fe, con talento… y con una misión. Tal vez incluso tenga algo que enseñarte.

Eso último me golpeó más de lo que esperaba.

Tal vez lo que me incomodaba de Ester… era que, en medio de mi caos interior, ella representaba algo que yo había perdido.

Esperanza.



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En el texto hay: espiritual, dios, judios

Editado: 20.05.2025

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