Para Este Tiempo

Capítulo 16: Luz en medio del ruido

Narra Ester

Era mi tercer lunes en Inversiones BlackWood. El cielo afuera estaba cubierto de nubes grises, como si presintieran lo que vendría. Aun así, yo llegué temprano, como siempre, con mi lonchera y una sonrisa.

Mientras acomodaba algunos documentos en la sala común, oí pasos acercarse.

—¿Siempre eres así de puntual? —preguntó una voz amigable.

Me giré y vi a Gabriel, uno de los analistas jóvenes. Había sido amable desde el primer día, y aunque no hablábamos mucho, siempre me saludaba con respeto.

—Siempre que puedo —respondí con una sonrisa tímida—. ¿Y tú?

—Yo llego temprano para evitar a Kimberly en el ascensor —bromeó, riendo—. Pero tú… tú pareces de otro planeta. Nadie aquí sonríe a las 8 de la mañana.

Me reí.

—Es la gratitud, supongo.

—¿Gratitud por qué?

Lo miré, y por un segundo dudé. Pero decidí ser sincera.

—Por estar viva. Por tener una oportunidad. Por estar donde estoy, aunque no lo merezca.

Gabriel me miró con algo más que curiosidad. Tal vez admiración.

—¿Tú crees en… algo?

—En Dios —respondí sin dudar—. ¿Tú?

—No lo sé. Crecí yendo a la iglesia, pero la vida… me hizo dudar.

—¿Y si un día decides volver?

—Tal vez tú seas ese recordatorio —dijo, en tono suave, y luego se apartó para seguir con su trabajo—. Me alegra que estés aquí, Ester.

Yo también me alegré. Tener a alguien que no solo me viera como una asistente, sino como persona… se sentía como un regalo.

---

Casi al mediodía, todo cambió.

Kimberly entró al área común con el ceño fruncido y papeles en mano.

—¿Quién firmó este informe? —preguntó en voz alta.

El silencio fue inmediato.

—¡Ester! ¿Tú hiciste esto?

Me acerqué con calma.

—Sí, señorita Kimberly. Lo revisé dos veces. ¿Hay algún problema?

—Sí. ¡Está todo mal! ¡Hay un error en los datos del cliente!

Sentí un escalofrío.

—¿Podría mostrarme el error? —pregunté, con serenidad.

—¡No necesito mostrarte nada! —gritó, dejando caer los papeles sobre mi escritorio—. El señor BlackWood verá esto. ¡Y veremos cuánto tiempo más duras aquí!

Sentí el ardor en la cara. No por vergüenza… sino por la injusticia. Sabía que lo había hecho bien. Gabriel me miró desde su escritorio, apretando los labios.

Respiré hondo. Una, dos, tres veces.

—Con permiso —dije en voz baja. Tomé los documentos y fui directo a revisar. Busqué el error. No lo encontré. Comparé con el sistema. Todo estaba correcto.

Kimberly estaba equivocada. O me estaba tendiendo una trampa.

Me levanté, con los papeles en mano, y fui a su oficina.

Golpeé con suavidad.

—Señorita Kimberly… verifiqué los datos. El informe está correcto. Revisé cada línea.

Ella me miró, molesta.

—¿Estás insinuando que me equivoqué?

—No, solo que tal vez hubo un malentendido.

—Tú no sabes nada del negocio. Solo estás aquí porque caíste bien. Pero eso no durará mucho.

Quise responder. Mi orgullo temblaba por dentro.

Pero en mi interior, una voz me recordó: “No con espada, ni con ejército… sino con mi Espíritu”.

—Le deseo un buen día —dije con una sonrisa, y salí.

Cuando volví a mi lugar, Gabriel se acercó con una nota doblada. Me la pasó sin que nadie lo notara.

La abrí.

“Vi lo que pasó. Está mal. Pero tú hiciste lo correcto. No te rindas.”

Tragué saliva. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no caí ninguna. Solo miré al cielo por la ventana.

—Gracias, Señor —susurré—. Por estar aquí… incluso en esto.

Y seguí adelante.



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En el texto hay: espiritual, dios, judios

Editado: 20.05.2025

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