Para Este Tiempo

Capítulo 19: Algo que no puedo nombrar

Narra Ethan

Los días habían cambiado. Lo noté en los silencios.

Antes, la oficina era un espacio de eficiencia fría, donde cada decisión era un cálculo y cada conversación, una estrategia. Pero desde que Ester llegó, los silencios dejaron de pesar. Se sentían… llenos. Como si su sola presencia trajera una paz que no sabía que necesitaba.

Al principio pensé que era simple admiración. Después de todo, era brillante. Su trabajo era impecable, su mente ágil, y su ética, inquebrantable. Pero entonces noté cómo se me iluminaba el día cuando la oía cantar bajito en la sala de archivos. O cómo me encontraba esperando escuchar sus pasos cada mañana. O cómo me había sorprendido observándola más tiempo del que era prudente.

Y no era solo su belleza. Era su fe. Su dulzura. Su fuerza silenciosa. Todo en ella me recordaba algo que había perdido… o quizás algo que nunca tuve.

Me estaba enamorando.
Y eso me aterraba.

Una tarde, al salir de una reunión, la vi en la pequeña sala de descanso. Estaba sentada con Gabriel y otra compañera, riendo con una taza de té en las manos. Su risa era clara, sincera. Brillaba sin darse cuenta.

Y entonces me miró.

Solo por un instante. Pero fue suficiente.

Sus ojos se encontraron con los míos y, por un segundo, todo el ruido de la oficina desapareció. No hubo palabras, solo una conexión silenciosa que me atravesó el pecho. Fue como si me viera… no al presidente de una gran empresa, no al esposo de una mujer con la que ya no compartía nada. Me viera a mí.

Ella bajó la mirada con timidez y volvió a la conversación. Pero yo me quedé allí, clavado, con el corazón golpeándome el pecho.

Ella lo había sentido también. Lo supe.
Y eso lo cambió todo.

Esa noche no pude dormir. Me senté en mi estudio con un whisky intacto en la mano, mirando la lluvia golpear las ventanas, y por primera vez en mucho tiempo… recé.

No sabía cómo hacerlo. Solo dije lo que sentía.

—Dios… si esto viene de ti, muéstramelo. Y si no… quítamelo del corazón.

Porque ya no podía fingir.
Ester había entrado en mi vida como una brisa suave…
Y sin hacer ruido, estaba empezando a sanar partes de mí que yo había dado por muertas.



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En el texto hay: espiritual, dios, judios

Editado: 20.05.2025

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