Y si hay algo a qué temerle es a las patadas que llega la vida y te da una vez que te ve tirado en el piso.
Brayan reaccionó rápidamente a auxiliar a la mujer que se desplomaba a su lado en el piso, pudo ver aún en la oscuridad que en su pantalón brillaba la sangre, examinó el cuerpo buscando alguna herida y no encontró nada, pedía ayuda desesperadamente mientras los paramédicos corrían junto a una camilla abriéndose paso entre la multitud.
En el hospital la madre de Italia acariciaba una y otra vez el brazo de la chica que se encontraba sedada, llevaba horas en ese estado, mientras por la ventana del cuarto de aquel hospital el sol estaba en su máximo esplendor, se acercó y vio por la ventana del sexto piso como abajo pasaba la gente cada quien absorto en su mundo, mientras ella reflexionaba en las vueltas de la vida, mientras ella tragaba el trago amargo que le hacía el no saber como darle la noticia a su hija cuando despertara otras personas afuera del hospital llevaban una vida muy normal lejos de la angustia de una madre decirle a su hija que había tenido un aborto. Ella desconocía que sería abuela, suponía que si hija también ya que nunca la vio... ¿Y si lo estaba? Se reprochaba una y otra vez haber estado tan separadas de ella, no le agradaba que ella quisiera hacer su voluntad pero debia reconocer que Eduardo le mantenía los pies en la tierra, había cuidado de ella, le había dado el cariño que ella no le había dado por estar en contienda por ella por su rebeldía. Le debía tanto al que sería su yerno que nunca le agradeció por estar cuando ella no había estado, el la quería como era y si no hubiera pasado está tragedia, en unos meses estarían formando una familia junto a su nieto.
-" mi nieto"- repitió en un susurro y su pecho se achicaba por todo, por ser mala madre para Italia, por no aceptarla como era, por el tiempo perdido, comenzó a llorar, mientras planeaba como recuperar el tiempo, jamás era tarde para empezar de cero, limpio sus lágrimas y suspiro, ahora estaría con su hija ayudandola con el duelo, porque sabía que este momento no era el más doloroso, lo peor era al pasar los días.
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La familia de Eduardo estaba reunida para darle el último adiós a su hijo, hermano y amigo, eran pocas las personas pero estaba claro que eran cinceros.
La mamá se levantaba a cada momento a la caja y la abrazaba, gritando una y otra vez porque dios no era misericordioso y justo, porque le había dado tanto para luego quitarle todo. Un coro cantaba canciones de despedida, haciendo más doloroso el cepelio, todos tenían los ojos tan inchados de llorar incluyendo a Brayan que permanecio a un lado del ataúd desde que llegaron con el al velatorio, el joven tenía tanta suerte que su último adiós estaba lleno de gente que le demostraba su cariño y de tantas flores, todas en color blanco, todos los arreglos alrededor de dónde estaba el.
La novia de Brayan solo se retiraba para comunicarse con Leonor y preguntar sobre Italia, tenía tanto miedo de verla y que le exigiera preguntas, su conciencia estaba tranquila pero Eduardo también era importante para ella y tan solo de recordar la escena era algo que aún no podía.
La hora de ir a la sala de cremación se acercaba y con ellos el saber que el tiempo junto a su amigo se agotaba, aunque era ilógico ya que hay solo estaba su cuerpo. Brayan mantenía la vista fija en la llama de las velas, esperaba ver en ellas una señal de su amigo, estás solo estaban agitadas, haciendose grandes, luego chicas, busco con la mirada una entrada de aire y no encontró ninguna, entonces sonrió volviendo la vista a las velas, hay estaba la señal que buscaba.
El reloj marcaba las seis en punto y debían partir a la sala de cremación, algunos se acercaron al joven para verlo por última vez, grabando su rostro en sus recuerdos.
-Algunas personas son como estrellas- dijo Brayan alzando la voz- algunas fugaces como mi hermano- hablaba haciendo silencios tratando de contener el llanto- pero que iluminan nuestras vidas a su paso- sonrió recordado- dejaremos de verlo, pero su alma seguira con nosotros- ahora el llanto era incontrolable, la mamá de Eduardo se levantó trayendo lo a sus brazos, alizando su espalda en un gesto de consuelo, el también era como un hijo para ella. -era mi hermano- le gritó escondiendo la cara en el pecho de la mujer.
-Lo se hijo- le respondio.
-Buenas tardes- dijo una mujer
Brayan alzó la cabeza sorprendido reconociendo la voz de la mujer.
-Leonor- la saludo.
Pese al aspecto de la mujer que estaba al lado de Brayan supuso que era la madre de Eduardo.
-Soy la mamá de italia- se presentó ofreciendo su mano para saludar.
La mujer acepto el gesto y estrecho su mano, sientiendola honesta, sus ojos se nublaron de lágrimas al imaginar lo que esa pobre muchacha estaría viviendo en estos momentos.
-Siento mucho lo que está pasando- ofreció Leonor sus condolencias, la mujer solo asintió y bajo la vista un momento.
-¿Cómo está Italia? - preguntó, no la conoció mucho pero bastaba con saber que fue importante para su hijo para delo para ella también.
-Tuvieron que sedarla nuevamente está mañana- respondió Leonor con voz apagada, al menos ellas ya estaban viviendo la realidad pero a su hija le faltaba pasar por ellos aún.
Editado: 11.10.2024