Para siempre

28 de noviembre

Estoy barada en la carretera y el coche no prende, lo e echado a andar varias veces y no funciona, siento los pasos de un animal grande acercarse y me pongo en alerta buscando con la mirada de dónde proviene cuando un gran lobo se para frente a mi, puedo distinguir su silueta aún en la profundidad de la noche, todo está muy oscuro y hay neblina, planeo un estrategia rápidamente  para ponerme a salvo; quizás si corro hacia el auto pueda protengerme, siento tanto  miedo que a la vez  se desvanece cuando intento correr y Eduardo me detiene con la mano, no se de dónde salió si juraba estar sola, fijo mis ojos en sus dedos que se cierran alrededor de mi muñeca y me lleno de gozo al alzar la vista y encontrarme con sus ojos, suspiro cerrando los ojos y por un momento olvidó el gran lobo que comienza a acercarse, su ahuyido me hace fijarme en el.

-Debemos correr- le digo segura- corre amor- le digo pero para mí impulso nuevamente.

No considero que sea buen momento para las aventuras llenas de adrenalina que nos gustaban a ambos esto no parece ser un juego y temo por la vida de los dos, me desespero y su tranquilidad me confunde..

-Mejor hagámoslo frente- sugiere aún tranquilo- párate derecha y alza los hombros, por una postura amenazante y míralo fijamente.- siento como se para detrás de mi con las manos en mis hombros.

El lobo continúa su camino hacia nosotros, el gran pelaje causa miedo y clavo mi vista en los sus ojos dominantes, trato de controlar el temblor de mis rodillas cuando lo siento a centímetros de mi,  ahora respiramos el mismo aire y quiero colapsar, gritar y salir corriendo, me concentro el las manos de Eduardo y siento su respiración en mi nuca olvidando la del lobo a centimetros de mi cara, pongo fuertes mis piernas y hago presión en mi vista, la lucha de miradas continúa asta que un aullido me eriza la piel haciendo perder la compostura pero el lobo desaparece.  

  - el auto necesita un empujón para hecharlo andar- dice Eduardo a mi espalda y cuando me giro a verlo este me dedica una gran sonrisa- te quiero así, aguerrida- siento como mi pecho se infla de felicidad- agerrida por los dos- aprieta mis hombros reiterando sus palabras. Eduardo se desvanece y caigo en la realidad que a sido un sueño, un sueño lleno de verdad..... 

 270 días han pasado desde aquel día, donde un accidente se llevó al hombre que amo,  el frío se siente en el aire pero está vez no es solo la de mi soledad si no del clima, diciembre amenazaba con  llegar y con ello el mes más doloroso, la puerta se abrió y lucita entra sin tocar encaminándose a abrir las ventanas, finjo seguir dormida pero no puedo, la luz me cala en los ojos hinchados y por inercia los cierro.

-A pesar del mal clima hace un bonito día - me dice ignorando mi molestia- su mamá se fue de viaje- me avisa- así es que levantes que ya le dimos el suficiente tiempo- me estira las cobijas.

Mi piel se eriza por el frío y me fijo en mis piernas que están mucho más delgadas, es poco lo que como y lo que salgo, sigo rechazando la visita de mis amigos, aún estoy resentida con ellos  aunque la razón sea un poco tonta, eh rechazado sus constantes llamadas, convencí a mamá de decirles que me tomé unos días de viaje para sanar así es que no tienen motivos de venir a buscarme a casa. 

Me pongo de pie mirándome en el espejo, mi cabello está embarazado y reseco, ha crecido mucho y me urge un corte, e bajado mucho de peso, antes era muy piernuda y de cadera ligeramente anchas y ahora solo soy huesos, mi pómulos están muy marcados y la hinchazón de mis ojos da lástima, tengo grandes ojeras porque batallo mucho para dormir en las noches y despierto muy temprano. De vez en cuando salgo al jardín y me quedo centada, mis días se resumieron a estar encerrada en casa, leyendo algún día o en otras ocasiones solo finjo que leo para poder perderme en mis recuerdos, mamá me amenazó que si no pongo de mi parte me llevará a terapia para que me den ayuda pero aún me niegoz sigo aferrada a la tristeza, siento que dejarla ir es como olvidarme de él y no quiero, quiero tenerlo siempre presente. 

Aún tengo presente el sueño, mi primera vez soñando con el, así que me aferró a memorizar cada palabra antes de que lo olvide. 

Reflexionando; fue una muestra de amor, se compadeció de mi y vino a mis sueños a darme un empujón, cerré los ojos e imaginé que lo tenía frente a mi, lo abrace mentalmente y le agradeci, tenia una cosa fija en la cabeza y era hacerle frente a todo esto de una vez.

Evitaba a toda costa los colores oscuros, según mamá eso solo me deprimía más, así es que aunque creyera que no lo notará la veía como llegaba con ropa colorida y blanca y la metía en mi armario. Por lo general me quedaba en pijama o al menos usaba Pans muy anchos, mi cabello solo me hacía una coleta descuidada y nada de maquillaje. 

Tome un pantalón suelto color beige, busque una blusa del misco color y me caze unas zapatillas deportivas. El cabello solo lo acomode en un moño, ignorando los cabellos que se soltaron y me hacían ver más descuidada aún. Pellizque un poco mis mejillas para que tomarán color. Veía una leve chispa de brillo en mi mirada, por el espejo pude ver el reflejo de lucita sonriendo al verme dar otro paso.




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