Para siempre

Desilucion

No me importa el tráfico, ni el fríos ni que voy tarde, hoy nada puede arruinar mi sonrisa, pase la mejor noche junto a Alexander, el misterioso hombre frío, cubrir algunos golpes de mi cara con maquillaje, me encanta el acabado que me dio el skin care, mi piel se ve muy hidratada a pesar de que el frío nos tiene resecos. Estacionó y veo una mujer con la atención puesta en el auto de Alexander, en la madrugada me regreso a casa, hay estaba de nuevo el auto de Alexander, sus hombres lo llevaron para que siguiera usándolo, me puse algo bonito pero abrigador, quiero que me vea bonita siempre, el hombre rudo me hizo el amor. La chica no pierde de vista el auto, quizás se a confundido y crea que Alexander viene en el, es muy bonita, tiene un cuerpo muy voluptuoso, grandes senos, grandes caderas y cintura estrecha, parece no incomodarle el mal clima porque sus melones amenazan con salirse. Lleva un top que casi cubre lo necesario. Bajo del auto y la veo poner mala cara en cuanto me ve, me siento pequeña en el estacionamiento, comienzo a caminar y ella se gira contoneando las caderas y se va antes de que llegue con ella.

– Vi una chica en el estacionamiento– me hago la despistada cuando entro a la oficina.

–¿Cómo era?– pregunta Lulu mientras se coloca bien sus lentes 

– Podría decir que está operada– apenas comienzo con la descripción cuando veo que mi compañera ya sabe de quién se trata.

–Samanta – dice en seguida–Viene de vez en cuando– me explica, quiero indagar más a qué se dedica pero me muerdo el labio. Se salva de mi cuestionario cuando me llega la notificacion de  un mensaje de soco, dice que llegó bien y ya está con su familia, se apena por dejarme sola y le respondo que no pase la noche sola, ya no le respondo más, la imagino como se ha de haber puesto queriendo todos los detalles, guardo mi celular y mis tripas rugen por algo de comida.

–ire a la cafeteria– les digo– ¿Quieren algo?– les pregunto siendo amable y estos niegan, me doy la vuelta y salgo, solo un café y me regreso.  Para mí suerte no hay mucha gente, me encamino asta la cafetera y me lleno un vaso, busco los sobres de azúcar para prepararlo, lo pruebo un poco para ver cómo queda, pero una chica me habla haciendo que me sobresalte.

–Disculpa– dice con demasiada amabilidad– te asuste– se ríe como si estuviera finjiendo, la reparo y es muy bonita, pero creo que es otra operada, tiene una nariz muy respingada, dientes muy blancos, como si tampoco fueran naturales, la mandíbula muy marcada, lleva un maquillaje estupendo y el cabello muy bien arreglado.

–Descuida– le respondo– no te vi venir– le sonrió

–¿Trabajas aquí?– me pregunta y le asiento con la cabeza, alza una ceja analizando la información y vuelve a sonreír.

–Que bien– responde– vine por algo para desayunar– me explica.

–Bueno– le respondo tomando mi vaso– debo volver a la oficina. Le sonrió y me regreso a paso apresurado, me siento extraña con esa mujer. 

–¿Desayunando?– el reconocer esa voz a mi espalda me hace ponerme muy nerviosa, me giro lentamente y Alexander está parado frente a mi–ven– me dice alzando una mano hacia mi, titubeó al tomarla o no, no quiero que en la oficina  crean que soy una arribista, así es que solo lo sigo sin tomar su mano, rueda los ojos y sonríe pero se gira para que lo siga, apresuró el paso para alcanzarlo, volvemos a la cafetería y se encamina hacia una mesa que no vi antes, tiene muchos bocadillos de la cafetería que nos gusta, llevo las manos a la boca sorprendida, no puedo creerlo, los trajo asta aquí, hace una señal en forma de reverencia hacia la mesa para que pase, me acerco y veo que hay casi de todo lo que hemos probado antes, estoy tan emocionada, quisiera saltar a sus brazos.

–Tambien hay te de frutos rojos– me dice y no puedo creer que haya sido observador.

–Valla esto es....– no se que decir porque me gana la emoción, el está parado sintiéndose el más perrito de la oficina– estaré aquí todo el tiempo– le digo tomando uno para llevarlo a la boca.

–Entoces ya sabré done encontrarte – dice a mi espalda y me hago la que no escuché, sigo sin creer esto.

–Muchas gracias– le digo acercándome a el.

–Es para todos aqui– responde con las manos en los bolsillos y la expresión fría, lo miro con duda un poco, pero ruedo los ojos.

–Hare que te creo hombre frio– le respondo y me alejo.

–No soy precisamente el más frío– me responde siguiéndome, voy de regreso a la oficina– si me permite puedo recordarle.–me dice a escasos pasos con descaro.

–Perdon pero no mezclo el placer con el trabajo– le respondo haciendo que suelte una carcajada. Apresuró el paso molesta.

–Escucharte decir la frase "placer" me la pone dura– susurra tomándome de los hombros, me suelto de su agarre de manera discreta y sigo mi paso. Estoy a punto de pasar frente a la secretaria de Alexander cuando me detengo al ver a varias personas paradas en forma de círculo y dentro está la operada del estacionamiento "Samanta" con la cara rasguñada, de rodillas en el piso, mientras la chica de la cafetería la sostiene del cabello, Samanta no puede defenderse porque está tapando sus senos al desnudo, tiene el top bajado, quizás en la pelea se le bajó, tiene el cabello echo un desastre en manos de la chica de la cafetería, es una escena muy denigrante para la otra chica, pero me eriza más cuando Alexander se impacta en mi espalda, en cuanto lo veo siento miedo, parece una fiera, se para a mi lado, muchos de los mirones palidecen con la presencia de Alexander




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