Narrador
Hay estába la chica con el cabello escurriendo, lo había retocado y el rosa era un poco intenso, revisada su celular a cad nada esperando el mensaje que había prometido Alexander, se sentó frente al espejo mientras secaba su cabello, a la vez que lo arreglaba, se puso un vestido café, medias negras afelpadas, se calzo unas botas negras estilo vaquero casi asta la rodilla, encima una cazadora de piel negra, realzo sus rasgos físico frente al espejo y con el nerviosismo al cien se encamino contendido el aire tomando su estuche, ese día prefirió ir en taxi, tenía la cabeza perdida en su prometido y los momentos que vivieron, ya no lo recordaba con la misma frecuencia, desde que conoció a Alexander comenzaba a sentir esa llama nuevamente, aunque prefería evitar esa ilusión, el estaba casado y lo que pasó estaba en el pasado. Viajo hacía su destino con la mirada perdida por la ventanilla. En cuanto llego se adentro, se puso de rodilla y abrió el estuche, dentro estaba el instrumento que hacía meses no tocaba, tenía el corazón lleno de nostalgia y conteniendo las lágrimas lo llevo a su mejilla y se puso en pocision, siempre decía que los dedos tenían memoria, mientras su mente se trasladaba a otro lugar, sus dedos hacían el trabajo sin errores, el primer sonido erizo su piel, mientras al llegar al segundo ella viajaba a a ese lugar donde no sabía nada más que las melodías que sus sentidos disfrutaban. Ella perdida en la música a la vez que un hombre se acercaba, no podía creer lo que veían sus ojos, tampoco que el sintiera lo que sentía ella; desde que la conoció, alguien por quien desvelarse, por quien no poder dormir, alguien que lo hacía perder la cabeza de sus asuntos, quería lanzarse sobre ella, devorar su boca, se preguntaba si el también la había hecho que se fuera a otro mundo, sintió envidia del violín. La vio terminar y como las personas se acercaban y depositaban monedas, sintió sus venas arder, no era posible que siendo la hija de una adinerada mujer estuviera pidiendo dinero, tampoco que estando el en su vida ella tocará por limosnas, se acercó a ella a paso apresurado, le daría todo lo que ella necesitará, sería todo lo que ella ocupará con tal de verla bien.
–Porque pides limosnas?– le reclamo furioso, ella lo fulminó sorprendída. Intento safarse del agarre pero le fue imposible.
–¿Que haces aquí?– le reclamo la chica mientras su pecho se alzaba sobresaltada.
–Te hice una pregunta– intensificó el agarre–¿Necesitas dinero?– reclamo molesto pero algo en los ojos de la rebelde chica lo hizo suavizar el tono, ¿Veía miedo en ella? –¿Cuánto necesitas?– pregunto más suave soltando su brazo– Toma lo mío como tuyo– le dijo clavando sus ojos en ella– dispon a tu gusto de el– el no se daba cuenta que sus palabras eran esperanzas para la enamorada chica, mientras el estaba sorprendido de sus propias palabras– mi mujer no va a pedir limosnas– prometió tomando su cintura y pegandola a el, la chica creía estar soñando, si no fuera por el agarre de Alexander estaría tirada en el piso.
–Tu ya tienes una mujer – le reclamo sin evitar lucir celosa, el desvío la mirada riendo irónicamente.
–Tienes ojos pero no lo puedes ver– se burló soltando la poniendo distancia entre ellos, la negativa de la chica solo le recordaba que debía poner los pies en la tierra, no podía tener debilidades.
–solo te burlas más de mi– volvió a reclamarle lo mismo.
–Se hace tarde para la cena– desvío el tema y emprendió el camino en dirección contraria.
Italia
Aún me temblaban las piernas de las respuestas que recibí, aún sin comprender nada, Alexander no paraba de confundirme. Cómo pude me las arregle para guardar el violín y alcanzar su paso, por más que me demore no me espero.
–¿Puedes ser más caballeroso?– le reclamé alzando la voz, algunas personas que caminaban voltearon a verlo. – te estoy hablando – le grite más fuerte.
–Te estoy descontando horas por llegar tarde– me respondió sin voltear atrás, no me da miedo si me rebaja el sueldo o no me paga, el dinero no me interesa en si, pero aún así comienzo a trotar para alcanzarle el paso.
–¿Dónde cenaremos? – le pregunto recuperando el aliento apenas lo alcanzo, no me responde, solo me repara de arriba abajo, me siento apenada, pero también noto un cosquilleo cuando tarda más del tiempo normal en verme. No responde nada y sale del centro comercial, lo sigo extrañada, quizás es en algún restaurante e iremos en auto, en un espacio minúsculo solo el y yo <madres> la idea hace que me suden las manos, quiero evitar no pensar en eso pero el no poder apartar los ojos de su ancha espalda no ayuda mucho, las mariposas revolotean al recordar su boca comiendo la mía. Para mí suerte su saco tapa parte de su trasero si no menos podría apartar la vista de el, además va peinado perfectamente.
–¿En qué piensas?– pregunta y puedo notar la risa en su voz.
–¿De que hablas?– pregunto haciéndome la tonta
–Tu respuesta confirma lo obvio– responde haciéndose el sabiondo.
–En que odio tu trabajo– le digo para molestarlo.
–Odias tu trabajo pero amas mi compañía– responde rápidamente.
–Te crees el centro de mi vida– me burló molesta, aunque por dentro se que si lo es. Continuo caminando detrás de el asta que se para en un puesto de hot dogs. Lo miro con el señor funcido, el dueño del puesto también.
–dos con todo– le pide prestándole atención al señor y este asiente.
Editado: 05.02.2025