Para siempre

Depresión

–Esque soy tan masoquista– digo en voz alta mientras mi mejor amiga pasa su mano por mis pies en modo de darme consuelo

–Solo mándalo a la mierda y ya– responde ella

–No puedo– digo entre zollosos– me a jodido toda y quiero que me las pague– miento, la verdad es que por más que quiera estar lejos; su olor es droga para mí, necesito escucharlo, saber de él como una maniaca y la idea de imaginarlo compartiendo con otra mujer está sacando mi lado competitivo, estoy tan mal, se que está mal toda esta mierda pero está fuera de mi poner un fin. No quiero vengarme de el, quiero que conozca la persona que soy, se enamore de mi y yo votarlo a el.

–Deja de llorar– insiste mi amiga– lava esa cara y descansa que mañana tienes que ir a trabajar– me dice ella recordándome mi desgracia, aunque por dentro siento la ilusión que por más jodido que sea mañana lo veré de nuevo, no me basta con la manera en la que se burló de mí, hay si fui una víctima ciega de el, pero ahora se la verdad y estoy permitiendo que siga dañando me con sus acciones narcisistas y machistas, solo es, siempre es solo el, el tiene la razón, el es el inteligente, solo bla, bla, bla. –Debo arreglar algunas cosas– dice – pero trata de descansar que mañana será bonito– sonríe y noto nuestra complicidad en nuestra canción favorita.

–Te amito– le digo en un puchero

–Te amo más mi weita– responde ella con una chispa en los ojos. Es que amo todo de mi mejor amiga, es la MAS todo.

El despertador suena y abro los ojos sin dificultad, por la noche me las apañe para evadir cualquier pensamiento que tuviera de el, puse mis videos favoritos de meditación y me concentre en ellos, me paro de la cama y siento mucho frío, el clima está muy helado, hago ejercicios leves para entrar en calor y tomar valor de darme una ducha, lo hago rápidamente tomando un poco de tiempo en mi skincare, en verdad amo las cremas y es mi apapacho personal, peino el cabello mojado con el secador, noto que me hace falta un poco de retoque, busco un outfit que me haga sentir segura y muy bonita, le doy énfasis a mis caderas, marcando un poco sin ser vulgar, no es que me agrade tanto andar al descubierto, me pongo la cazadora de piel y encima un abrigo.

–Te vas a morir al verme, maldito– digo en voz alta frente al espejo. Salgo y no veo a mi mejora por ningún lado, debe estar durmiendo aún. Me brinco el desayuno y me apresuró al trabajo.

Entro por las grandes puertas contoneando ligeramente las caderas de un lado a otro, no vi su auto en el estacionamiento y es raro del "señor puntual" o mejor dicho "señor puto, hijo de perra, puntual".

–Buenos días – me saluda Victor desde su puesto y le hago un solo saludo con la mano. Me dirijo a la oficina a encargarme de todos mis deberes.

El arreglo fue en vano porque no hay señales de Alexander por ningún lado. No lo vi en el comedor durante el almuerzo, tampoco me mandó llamar a la oficina.

Los días transcurrieron, ya había agotado todas las opciones de mis prendas favoritas, cada noche me debatía entre llamar a su teléfono o no hacerlo y siempre me convencía por la segunda opción.

–Quieren verte en la oficina– me dice Lulú mientras entra con un café en la mano. Mis alertas se despiertan, al fin lo veré otra vez, repaso mi atuendo mentalmente, me puse un vestido bonito encima de medias afelpadas. El frío comienza a ser más tolerable, camino a paso apresurado, espero no se note la urgencia que tengo de verlo. Me e echo una película cada día con opciones de lo que podría deberse su ausencia, quizás está enfermo, oh le pasó algo, la angustia perdura cada noche impidiendome dormir como se debe.

–Pase– me dice su secretaria en cuanto me ve, en respuesta le sonrió mientras paso de largo, me siento una chiquilla.

–Buenos días– digo ocultando el alivio que me da estar aquí de nuevo, pero todo se esfuma cuando me encuentro con la cara de Víctor.

–¿Que paso?– se burla– te veo un poco decepcionada– bromea.

–Para nada– titubeó

–Estoy alucinando entonces– se ríe un poco– necesito tu apoyo ahora que Alexander está ausente– me pide serio y asiento sin poder ocultar la preocupación. Desde que llegué aquí el no falta, es el más estricto y disciplinado.

–¿El está bien?– no me aguanto más y pregunto. Lo considera un poco y luego asiente.

–Digamos que tiene algunos asuntos y debemos apoyarlo reforzando todo– vuelve a decir y noto la inquietud en sus palabras, estoy segura que esta ocultando me información.

–¿Dónde está?– insisto aprovechando la confianza que nos tenemos.

–El estará de regreso pronto– promete y lo siento como el hermano que no tengo– por ahora tenemos que ayudarlo en eso– dice y asiento– necesito que escondas está información– me ofrece una usb– no quiero que inquieras en ella– me la entrega– has un respaldo y ocultala, con varios candados– continúa serio– también te necesito para que revises varios papeles– comienza a buscar entre las hojas que hay sobre el escritorio.

–No se nada de esto– le soy cinsera– con lo demás no te preocupes pero en esto si no lo sé.

– Trabajaremos juntos– insiste– no te preocupes en eso.

–Ire a trabajar en esto entonces– le digo para retirarme.

–Aslo aquí– me pasa un ordenador personal, frunzo el ceño, ellos son tan misteriosos, siento que ocultan cosas y nadie me quitará esa idea.




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