El cuerpo me duele como si hubiera recibido una paliza, una muy placentera paliza, me remuevo en la sábanas estirando los brazos, no quiero levantarme, pero tengo deberes, a regañadientes me siento en la cama, entre dormida me pongo de pie y me arrastro a la ducha, dormí tranquilamente, cierro los ojos mientras el agua corre por mi cuerpo, me enredo en el albornoz y más despierta comienzo a arreglarme, decido saltarme el desayuno, no quiero enfrentar las preguntas de mi mejor amiga, ni siquiera yo misma puedo enfrentar la realidad de todo lo que hicimos ayer, no se de dónde saqué el pudor y la confianza para entregarme de esa manera. Mi teléfono suena y es el, siento el pánico, no sé cómo lo veré a los ojos después de que conoce cada parte de mi, con manos temblorozas cojo el teléfono.
–¿Que quieres?– pregunto fingiendo frialdad.
–Sal– me ordena y frunzo el ceño.
–¿Que estás diciendo?– pregunto confundida, pero no me dio tiempo de preguntar, colgó antes. Con piernas aun temblorosas tomo y bolsa y bajo corriendo, se me quiere parar el corazón cuando veo su auto esperando en el asfalto, mi yo interna da saltitos de emoción, estoy llegando muy lejos. En acerco y abro la puerta.
–¿Que haces aquí?– le reclamo mientras siento como mis mejillas se encienden.
–Sube ya vamos tarde– me ordena, lo hago con prisa, me giro un poco para sonreír, me gusta así, no puede ser más amable o cariñoso, a pesar de eso lo intenta.
El camino a la oficina me parece súper corto, lo hacemos en silencio, tengo la cabeza en blanco.
–No creo que este bien que lleguemos juntos– digo rompiendo el hielo.
–¿Porque no?– pregunta alzando una ceja y abro los ojos con ironía.
Lo veo aparcar sin algun tipo de preocupación, volteo a todos lados, que no venga nadie antes de poder bajar.
–Tranquilizate– me dice tomando mi mano, abro los ojos queriendo matarlo
–¡Alguien puede vernos!– chillo y el suelta a reír.–eres un tonto – suelto su mano.
–Esto va a arder y nadie está listo para quemarse– dice en voz alta, avanza a grandes zancadas, no hago el esfuerzo de alcanzarlo, lo dejo para poner distancia, estoy echa un manojo de nervios.
El día corre rápido y el no haber comido algo me pasa factura, me topo con Lulu en la cafetería, la saludo desde lejos, me acerco a ella para acomodarme en su mesa.
–Dioooos– la veo redetirse en su silla– no puedo creer que agregarán helado – la veo confundida mientras se lleva la cucharada a la boca, volteo hacia atrás como si alguien me llamará y me encuentro con los ojos que me tienen loca estos últimos días, tiene la mirada llena de complicidad, siento como arden mis mejillas al reconocer la marca. –encerio que si no fuera tan mierda, diría que amo a mi jefe– la voz de Lulu me hace volverme hacia ella que muere de risa de su propio chiste, la acompaño, yo también coincido en qué es una mierda, solo no lo es cuando paga medio millón para estar conmigo.– dios que tienes en el cuello!– grita alarmada y llevoi mano a el buscando un insecto o algo asi– valla creo que tuviste mucha acción está noche– entre cierra los ojos y siento como me ruborizó.
–¿De que hablas?– me hago la tonta
–Tienes el cuello lleno de chupetes– abro los ojos con asomo, "hijo de puta".
–claro que no– me llevé una mano al cuello para cubrirme mientras la miraba como si fuera bicho raro, pero ella seguía viéndome con esa cara burlesca. – Debo volver – me pongo de pie con prisa.
–Cuentame primero– las palabras quedan en el aire, ya que voy casi corriendo. Entrecierro los ojos cuando paso frente a el, distingo si mirada oscura desde este punto. Paso de largo, para mí buena suerte su secretaria no está en su lugar, cierro la puerta a mi espalda, no tarda ni un minuto cuando escucho el pestillo abrirse de nuevo, el lugar se llena de su aroma, ese que le helaria la sangre a cualquier mujer sobria de que es un chico peligroso, en cambio yo estoy siega, dejandome envolver en esas llamas que lo distinguen. No hay palabras, solo una mano fría jalándome, haciendo que gire en mis propios pies, sin decir nada, solo su boca comiendo con hambre la mía, el calor se centra en mi vientre, estoy sedienta de el, llevo una mano a su cabeza sujetandolo para que no huya de mi. Sus manos hacen lo que quieren con mis nalgas mientras sus labios bajan a mi cuello. Es la mas jodida placentera sensación. Me sube a su abdomen, envuelvo las piernas alrededor de su torzo, avanzamos asta qe siento el frío de su escritorio, levanta mi ropa interior y baja mis bragas con fuerza, me olvido a lo que venia cuando siento su punta húmeda en mi entrada, de un puro movimiento entra toda, alza mi blusa junto al sostén dejando mis senos expuestos, cada arremetida me hacen querer gritar del placer. Dejó caer la cabeza hacia atrás.
–Ve como se mueven tus tetas– dice con voz ronca y bajo la mirada, siento más calor al ver la escena. Se apodera de mis pezones mordiendo con fuerza, no puedo más y me dejó ir en esa oleada de placer que solo el puede darme. Termino con la cabeza en su hombro, siento las piernas como gelatina, me ayuda a acomodarme la blusa, luego lo veo inclinarse a recoger mis bragas. –Me quedaré con esto– dice metiendolas en su bolsillo, aun no recupero el aire. –A tu oficina ahora– ordena mientras se acomoda la corbata, frunzo el ceño, ¿Que le pasa?.
–Vine porque quería hablar contigo– respondo molesta, acabamos de hacerlo y se vuelve frío.
Editado: 24.05.2025