El día que mi castigo en la escuela termina, vuelvo con Jake hasta mi casa, no sé si el castigo ahí continúa y aún no puedo salir a otro lugar que no sea la escuela, pero quiero conversar con mi amigo.
—Bueno, creo que nos veremos mañana —él comienza a despedirse.
—¿No quieres quedarte un rato?
—¿Ya no estás castigada en casa? —quiere saber.
—Bueno, el castigo es no salir, pero nadie dijo nada que tú no pudieras entrar —sonríe ante mi ocurrencia.
—Está bien, pero si hay problemas no me eches la culpa.
—¡Oye! Nunca haría eso.
Abro la puerta, no sabiendo cómo lidiar con Elena, tal vez irá de chismosa con mi padre de nuevo. Hago pasar a Jake mientras reviso el perímetro buscándola.
—Jocelyn, me olvidaba que hoy llegabas temprano —la encuentro en la computadora de la oficina de papá.
—Sí, ya estoy aquí —digo abriendo los brazos—. Por cierto, Jake está conmigo, ¿Crees que papá tendrá problemas si voy a su casa? —decido tratar.
—Mmm… —duda—. No creo que tengas permiso aún.
—Está bien, lo sabía —comienzo a marcharme.
—Pero pueden quedarse aquí, en la sala o en el patio, yo estaré aquí en la computadora un rato más —no sé cómo responder, está tratando de ser agradable, pero no me fío de ella.
—Sí, de todos modos pensaba hacerlo —me alejo.
Jake está sentado en la sala observando su alrededor con demasiado interés, justo como yo lo hice cuando fui a su casa.
—Listo, podemos quedarnos. ¿Quieres quedarte aquí y ver algo de televisión o ir al patio y charlar?
—Patio —contesta sonriente−. Ya avisé a casa que me quedaré un rato por aquí.
—Por cierto, no tengo casa en el árbol —anuncio cuando abrimos la puerta trasera.
—Qué bueno… así siempre podrás ir a la mía —eso hace algo raro en mi estómago.
Charlamos como por una hora de cosas triviales y cosas que nos hemos perdido el uno del otro estos cinco años. Me entero de que Jake había usado frenos por tres años, que estuvo un año entero sin un amigo en la escuela hasta que llegó Bryan cuatro años atrás, que sus padres aún discuten y que su abuela materna está algo delicada de salud y su madre sufre por no poder ayudarle más económicamente ya que no trabaja desde que se casó con el papá de Jake. Su padre sigue siendo estricto y su madre sigue callando, pero a pesar de eso lo que más me sorprende es que ella fue quien le enseñó a tocar la guitarra. Ella había aprendido cuando era joven y cantaba en un bar en Manhattan. Me cuenta además que a pesar de eso él nunca ha tocado y cantado para nadie antes que yo y sentí mi corazón derretirse un poco más.
—Por cierto, mi mamá me hará una cena por mi cumpleaños la próxima semana y quería saber si te gustaría ir.
—Claro que sí, ahí estaré.
—También irá Bryan.
—Está bien, entiendo que tendré que compartirte —sonríe. Aunque en realidad es algo triste para mí.
He estado pensando qué regalarle a Jake por días y aún no lo sé. Para alguien que quiere estudiar literatura creativa, estoy teniendo muy poca creatividad. Con suerte y los próximos días surgirá una idea. Él me dejó claro que no quería regalos, pero aun así quiero darle algo, aunque no sea material. Tal vez siga con la tradición de regalarle algo que tenga que ver con la música. Nunca podría igualar la guitarra, pero entonces tengo una idea.
—Papá, necesito ir al supermercado antes del fin de semana, la haré un postre a Jake por su cumpleaños y me faltan algunos ingredientes.
—Está bien, Elena te puede llevar.
—¿Qué? De hecho creo que puedo ir sola.
—Señorita, no fue una opción —recalca duro.
Genial. Un “paseo” con Elena, nada me hace más emoción. Pero por Jake lo aguantaré. Solo esta vez.
Vamos hasta la sección de fruta y tomo muchas manzanas verdes (su fruta favorita según recuerdo), mientras Elena toma una variedad de otras para la casa. Después de buscar los demás ingredientes busco una excusa para deshacerme un momento de Elena.