—Jocelyn, el desayuno está listo —la inconfundible voz de Elena despertándome un domingo. ¿Hay peor forma de despertar?
—Ya bajo —es mi único comentario.
Tengo tanto sueño que lo último que quiero es ir y desayunar con la familia feliz. Pero realmente no tengo muchas opciones. Antes de ir al baño reviso mi celular y veo que tengo un mensaje de Jake de esta madrugada.
<<Gracias por el cuaderno, pero más que todo gracias por tus palabras en la tarjeta. Es muy importante para mí saberlo, yo también te quiero mucho>>.
Una enorme sonrisa se extiende por mi cara, y no me importa más quién me despierta o con quienes desayunaré dentro de poco. Éste se ha convertido en un día hermoso, con cinco palabras de Jake mi corazón vuelve a vivir. Pienso en responder su mensaje, pero tal vez todavía está dormido, así que desisto. Recuerdo lo que le escribí.
<<Siento haberme perdido tus anteriores cumpleaños, pero hoy estoy aquí para decirte que nunca te olvidé, que eres muy importante para mí y te quiero mucho. Feliz cumpleaños, Jake!!! Atentamente: Jocelyn>>.
—¿Qué tal el cumpleaños de Jake? —pregunta papá.
Anoche apenas llegué fui a mi habitación y les dije a ambos que mañana les contaría lo que quisieran saber. Estaba agotada.
—Bien… solo una cena con su familia y amigos.
—Hablando de cumpleaños, quiero preguntarte que quieres hacer para el tuyo.
Ni siquiera quiero pensar en ello. Será el primer cumpleaños sin mamá y en esta farsa de familia. Definitivamente no me entusiasma la idea. ¿Cómo siquiera puede preguntar eso?
—No quiero nada… —digo mirando los cubos de fruta en mi plato.
—Podrías invitar a Jake y a quien quieras. Podríamos hacer un almuerzo o una cena, lo que tú quieras.
Realmente lo único atractivo de esa propuesta es estar con Jake, así que la considero un poco.
—Lo pensaré —respondo al fin, no decidiendo nada.
—Está bien, házmelo saber hasta el fin de semana —solo asiento llenándome la boca de manzana.
Mi padre comenta cosas de su trabajo con Elena, ellos charlan en verdad, no solo hablan superficialmente, ni siquiera presto atención al contenido, solo puedo ver a un hombre diferente al que estuvo con mi madre y no puedo evitar sentirme enojada con él. ¿Dónde estuvo ese hombre cuando mi mamá lo necesitaba? ¿Dónde estuvo cuando su matrimonio se caía en pedazos y él no hacía nada por evitar que los pedazos me sepultaran a mí en medio de ellos dos? ¿Por qué esta mujer podía tenerlo y mi mamá nunca pudo hacerlo? No es justo. Solo deseo nunca haber conocido a ésta mujer o solo quiero a mi mamá de vuelta, a mi familia de vuelta.
—Jocelyn —una voz susurraba en mi oído—, cariño. Feliz cumpleaños…
Abrí los ojos inmediatamente viendo la luz llenar mi pequeña habitación en casa de mi abuela.
—Gracias, mamá —pronuncié con voz ronca.
—Levántate para que desayunemos y luego iremos a la casa de tu tía en la playa.
—Sí, mamá. Pero ya no soy un bebé, ahora tengo catorce años.
—Lo sé y por más que tengas cuarenta siempre serás mi bebé —me abrazó casi hasta asfixiarme.
Pasé todo el día en la playa con Kevin (incluso falté a clases ¡Hurra!), que si bien era un niño de lo más revoltoso a sus diez años, todavía era buena compañía. No había hecho amigos cercanos aquí en Tampa, solo compañeros y es que sentía que traicionaba la amistad de Jake.
Estuve tan tentada a llamarlo hace dos semanas cuando fue su cumpleaños, pero antes de marcar el último número desistí, no sabía qué decir.
Mamá y la abuela hicieron todo lo que me gustaba, incluso papá llamó deseándome feliz cumpleaños (sí, como no, pensé) y Kevin me regaló una concha muy rara que encontró hace unos días, para mi pequeña colección. Realmente tenía cosas buenas por las que estar feliz, pero en los últimos años siempre sentí que mi felicidad no podía estar completa.
—¿Qué escribes hoy? —preguntó mamá sentándose en la arena a mi lado y apuntando hacia mi libreta amarilla.