Tener diecisiete es súper estresante. Todos nos preparamos para el próximo año, realizamos más actividades extracurriculares, veo menos a Meryl y Jake por ello, paso más tiempo en el periódico con Arthur, tanto que hemos llegado a ser buenos amigos, aunque le moleste a mi novio.
—¿Me acompañarás a Central Park este fin de semana? —pregunta Jake. No hemos ido hace mucho.
—Trataré de terminar este artículo antes del sábado, para poder ir.
—Eso es un no adornado —se queja.
—No es cierto, es un tal vez sí.
Ese fin de semana no pudimos ir. Tuvimos una pequeña discusión por ello, pero no duró demasiado, como todas nuestras discusiones.
Realmente no fue un año de grandes acontecimientos sino de siembra como dijo mi tía Kerry, el año siguiente sería decisivo para nosotros.
—Papá dice que ahora que le va mejor puedo entrar a Harvard, sólo tengo que mantener mis calificaciones y él se encargará del resto —comenta emocionada Meryl.
—¿Harvard? ¡Whoa! Eso es genial.
—Ojalá pudiera llevarte conmigo, no tendré amigas de nuevo —se entristece.
—Verás que te olvidas de mí en cuanto tengas un grupo de amigas.
—No lo creo, ¿y tú?
—No estoy segura todavía.
Jake todavía no sabía qué hacer, aunque su padre lo estaba presionando para entrar a la Universidad de Nueva York o ir a Columbia con Scott. Él solo decía que lo pensaría, pero yo sabía que esas eran sus últimas opciones. Sabía que comenzaba a amar la música más y más cada día que pasaba.
—Estoy harto, Joce —dice un día mientras vamos a clases.
—¿Qué pasó?
—Tuvimos una discusión con mi padre. De nuevo me presiona con lo de la universidad y yo no tengo idea de qué hacer.
Pongo una mano sobre la suya y lo siento tranquilizarse un poco.
—Ya encontraremos el camino —me incluyo para que sepa que estoy con él.
—Gracias, Joce. De lo único que estoy seguro es que quiero estar contigo —con esas simples palabras me tranquilizo yo también.
Hay días buenos y malos en casa. A pesar de que la llegada de Alice suavizó el ambiente, aún está lejos de ser un hogar para mí.
Pienso mucho en mamá últimamente, ella estaría tan emocionada como yo por mi creciente carrera de escritora autopublicada. Miro su mural cada noche pensando cómo puedo llevármelo conmigo a donde vaya. Deshojo sus cuadernos de dibujo para sentirla cerca. La verdad es que necesito sus brazos de madre, sus palabras sabias.
Papá tiene una buena familia ahora. Él estará bien mientras yo encuentro mi propio camino.
—Hija, ¿cuándo piensas comprar tu auto? —pregunta papá durante la cena.
—No lo sé, realmente no lo necesito con urgencia.
—Creo que dependes mucho de Jake. ¿Qué pasará cuando vayan a la universidad?
—Ya veremos.
—Es muy poco probable que vayan al mismo lugar, sería bueno que comenzaras a hacer más cosas por tu cuenta —sugiere.
—Papá, sé que aún soy menor de edad, pero no te metas en mi relación con Jake.
—Jocelyn, tu padre solo quiere que expandas tu visión —interviene Elena.
—¿Y a ti quién te pidió tu opinión?
—No le hables así a Elena —se altera papá y Alice comienza a llorar en su sillita.
—Buenas noches, no tengo hambre —me levanto y voy corriendo a mi cuarto.
Encontré un papel casi transparente en la librería. Comienzo a pegarlo encima del mural de mamá. Lo copio lo más detalladamente posible que puedo. Cuando tenga mi propio lugar lo pintaré de nuevo, aunque no soy muy buena con los pinceles, mamá tendrá que guiar mi mano.
El trabajo consigue calmarme un poco, me siento en el suelo y lo observo. Es lo mejor que puedo hacer.
Jake: <<Estoy en la esquina de tu casa, ¿puedes salir?>>.
Yo: <<Ya voy>>.
Miro el reloj, son las 01:32 a.m. hago el menor ruido posible al salir para no despertar a Elena y Alice, papá se quedará toda la noche en el hospital.