Desde ahora su “agente” se encarga de sus redes sociales. Me siento un poco herida, ya que yo las había creado todas, pero Jake me tranquiliza diciendo que así tendré más tiempo para mis cosas, porque sus fans están aumentando, por ende será más trabajo encargarme de ello como antes. Mi parte racional entiende eso y hasta lo agradece, pero mi yo emocional siente que me está dejando de lado. Trato de no pensar más en ello. Jake tiene razón, es lo mejor. Después de todo me estaba cayendo muy mal todas esas chicas que le ofrecían prácticamente todo a mi novio.
—¡Dios! ¿Podríamos tener un almuerzo privado? Siento como si todos quisieran documentar nuestra manera de comer —me quejo almorzando en la cafetería.
—De hecho, creo que tú no les importas ni un poco—se burla Bryan—. Les importa SU manera de comer —señala a Jake.
—Basta, nos miran a todos. Me incomoda a mí también —media mi novio.
—Pero qué dices, amigo. Todas quieren contigo, es genial —lo miro con ganas de asesinarlo—. ¿Qué? Es cierto.
—Cállate, Bryan. Tú lo has dicho: quieren con él, no contigo. ¿Por qué estás tan feliz? —contraataca Meryl.
—Tú qué sabes, Tinker Bell.
Gracias a Dios falta poco para la graduación. Jake está poniendo mucho empeño en adelantar trabajos, yo dejo de escribir para ayudarlo. Arthur me está ayudando mucho más con el periódico, pero tampoco es justo para él tener más responsabilidades que no son suyas.
—Creo que deberíamos elegir los nuevos directivos del periódico para que vayan acostumbrándose a lo que les espera el próximo año que ya no estemos —le sugiero a Arthur.
—Creo que es lo mejor. Estás muy sobrecargada.
—Y no solo yo, tú también.
—Tranquila, puedo manejarlo. ¿Y dónde está Jake?
—Está tomando unas pruebas con la Sra. Rivers.
—¿Irás al baile con él?
—Sí, con quién más iría.
—No lo sé, tal vez ahora él es demasiado cool para un baile de graduación.
—Él no es así y lo sabes. ¿Tú con quien irás?
—No lo haré.
—¿Por qué? Eres escritor como yo. Ésta es una experiencia que solo tienes una vez en la vida, deberías ir.
—Lo pensaré.
Voy al salón de Jake y ya está vacío, como todas las aulas. Entonces voy por los pasillos hasta su casillero. Me paro en seco cuando veo que está ahí, pero no está solo. Está con Gina. Ella lo tiene contra los casilleros y le dice algunas cosas con una enorme sonrisa sugestiva mientras juega con un mechón de su rubio cabello. Veo que Jake se acerca a ella y le susurra algo al oído. Quiero desaparecer, desvanecerme. De pronto alza la vista y me encuentra como una estatua, me doy la vuelta y empiezo a correr.
¿Esto es lo que tendré que soportar de ahora en adelante? Cómo podría Jake ser tan fuerte como para rechazar a todas esas chicas hermosas que se le lanzarán a sus brazos. Siento sus pasos correr alcanzando los míos.
—¡Joce! Espera.
Me alcanza en el estacionamiento. Odio estar llorando. Odio a Gina y a todas las rubias. Toma mi brazo y me obliga a mirarlo.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así?
—¿A ti que te pasa? ¿Es que ahora te gustan las rubias?
—No digas tonterías. Ni siquiera sabes lo que pasó ahí.
—Pues por qué no me lo dices.
—Escucha, primero cálmate. No sé qué pretende Gina. Solo me dijo que si quería ir con ella a una fiesta y después donde quisiera. Sí, está loca y eso fue lo que estaba diciendo cuando te vi ahí parada imaginándote cosas —termina sonriendo.
—¿De qué te ríes? —lo empujo.
—Te ves graciosa cuando estas celosa —comienzo a alejarme de nuevo—. Espera, vamos te llevaré.
—No, gracias.
—¿Acaso no me crees? —ahora está serio. Lo miro un rato sin decir nada.
No puedo dudar de él. Me ha demostrado que me ama muchas veces.
—Te creo —concedo caminando hasta el lado del pasajero de su auto. Jake me sigue—. Pero te quiero lejos de Gina —digo una vez que estamos adentro— y ya que estamos, de cualquier otra.