Paraíso engañoso

3

—El objetivo de esta noche es beber cerveza y conquistar a unas bellezas para una noche apasionada —dijo Antón, frotándose las manos con satisfacción, mientras él y su amigo acababan de llegar en taxi al club nocturno.

—Espero que la noche sea estupenda, y no como la mañana —respondió Denís, pagando al taxista.

—Pues entonces, ¡vamos hacia nuestro objetivo! —Antón estaba de buen humor—. Y apaga de una vez tu móvil, que no deja de sonar. Aprende de mí, yo ya lo apagué hace rato.

—Es mi madre quien llama, no puedo ignorarla —protestó Denís a su amigo—. Mamá, ¿pasó algo?

—¿Y por qué enseguida piensas que algo pasó? Tal vez solo te llamo para saber qué estás haciendo —dijo por teléfono María Danílovna, la madre de Denís.

—Acabo de llegar al club nocturno con Antón —respondió Denís—. ¿Y tú, cómo estás?

—Mi amiga Vasilina y su hija Yana están regresando del extranjero —le informó María Danílovna a su hijo—. Espero que recuerdes de quién te hablo.

—Claro que me acuerdo, mamá. Me alegro por ellas —respondió Denís, aunque en realidad no le interesaba el tema—. Pero ahora tengo que irme, Antón me está esperando con impaciencia.

—No te apresures a colgar y escúchame hasta el final. Cuando ellas vengan a visitarme, tú también debes venir, y cenaremos todos juntos. Quiero que le prestes especial atención a Yana. Es, hijo mío, tan guapa, tan inteligente, tan… —en la voz de la mujer se percibía admiración.

—Sinceramente, me da igual. Así que…

—Yana me gusta mucho. Tanto Vasilina como yo queremos que tú y Yana se casen… —María Danílovna parecía no escuchar a su hijo.

—Mamá, por favor, basta —Denís ya no aguantaba más y la interrumpió—. No necesito que me busques novia. Puedo ocuparme de eso yo mismo.

—Es una chica muy guapa. Tiene la misma edad que tú, treinta años. Es educada, sabe idiomas extranjeros. Además, Yana se hizo una cirugía estética: se aumentó los labios y el busto. Se ha convertido no solo en una belleza, sino en una diosa. Te enviaré su foto justo después de nuestra conversación. No te apresures a rechazarla. Vasilina y yo queremos mucho que estéis juntos. Y Yana también quiere estar contigo, le gustas. Siempre me lo dice cuando hablamos por teléfono.

—Lo siento mucho, pero no es mi tipo —dijo Denís, intentando mantener la calma.

—A mí me gusta muchísimo, y justo una nuera así es la que quisiera tener. Yana desea formar una familia. No puedes dejar escapar a una chica así. De todas formas, te envío la foto —y María Danílovna colgó.

En el teléfono de Denís llegaron enseguida las fotos de aquella chica.

—¿Pasó algo? —preguntó Antón, tirando la colilla y acercándose a su amigo al ver que había terminado la llamada.

—Acércate y mira conmigo las fotos de la belleza con la que mi madre y su amiga quieren casarme. ¿Te acuerdas de Vasilina? Pues esta es su hija Yana, la que se hizo un montón de cirugías plásticas mientras estaba en el extranjero. Dentro de unos días regresan a Ucrania.

—Seguro que lo hizo por ti. ¡Vaya, cómo se ha transformado en una belleza! —Antón no pudo contener la risa—. Amigo, estás perdido. A una así ni con los ojos vendados te atreves a acercarte. Ahora parece una muñeca inflable. Pero no te deprimas, mira esas curvas. Vas a poder tocar el silicón.

—Gracias por el apoyo. Pero no pienso casarme con ella —Denís guardó el teléfono en el bolsillo—. Necesito una cerveza urgente, este día me ha dejado fuera de combate. Y empiezo a dudar de si existen de verdad las mujeres bellas.

Los chicos entraron al club. La música sonaba fuerte y la pista de baile estaba llena de gente. No había mesas libres, así que Denís y Antón se sentaron en la barra y pidieron cerveza.

—Mira nada más qué sexy —Antón enseguida se fijó en una pelirroja que acababa de entrar al club—. Espérame aquí, no tardo.

—Suerte —dijo Denís, dio otro sorbo a la cerveza espumosa y miró a lo largo de la barra. Se quedó paralizado al verla.

Era la misma Eva que por la mañana le había derramado café caliente encima y lo había atendido en el banco. Al principio pensó que era una alucinación causada por la cerveza y cerró los ojos para despejarse. Pero luego comprendió que era realmente ella y no pudo evitar reírse por la coincidencia. Parece que hoy no se libraría de aquella torpe, lo perseguía desde la mañana hasta la medianoche. Denís volvió a mirarla, esta vez con más atención. Seguramente su cita no había llegado, pensó, y ella seguía esperando con la esperanza de que apareciera. Incluso le dio un poco de pena y decidió acercarse a hablarle. Pero primero terminó su cerveza y pidió otra. Porque, estando completamente sobrio, probablemente habría mirado hacia otro lado... o al menos eso pensó.

Eva no apartaba la vista de su amiga, que ya estaba charlando alegremente con Yevgueniy. Por su aspecto se podía deducir que todo iba bastante bien entre ellos. Pero, a pesar de eso, Lesya aún no estaba lista para darle una señal a su amiga de que se marchara a casa, porque ella misma planeaba pasar la noche con Yevgueniy. Las fotos que él había subido al sitio de citas coincidían con la realidad. Sin embargo, había en él algo extraño: Yevgueniy parecía demasiado irritado, incapaz de disfrutar tranquilamente de la conversación, moviéndose con nerviosismo todo el tiempo.

Eva pidió un zumo de naranja y lo bebía despacio, deseando en su mente que nadie la molestara y que nada interrumpiera su observación. Pero ocurrió aquello que tanto temía: vio junto a ella al mismo… Denís. Al principio abrió la boca de asombro y hasta cerró los ojos, luego los abrió de nuevo para convencerse de que ante ella estaba de verdad el mismo Denís.

—Estoy tan sorprendido como tú —le dijo—. Parece que hoy es uno de esos días en que no podemos librarnos el uno del otro. Bueno, ya que es así, no nos ignoremos y hablemos. ¿O acaso estás esperando a alguien?

—No… bueno… —por la confusión, Eva no supo qué responder de inmediato—. No tenemos nada de qué hablar. No tengo ninguna gana de escuchar tus palabras groseras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.