Paraíso engañoso

16

Eva empezó a dudar. Se dejaba convencer por él. Y ni siquiera entendía por qué, de repente, estaba dispuesta a aceptar pasar la noche en aquella casa y acostarse en la misma cama con ese hombre. Acostarse con un desconocido, con un descarado. Pero, por alguna razón, no dudaba de su decencia. Creía que él no la miraría siquiera, tal como le había asegurado, y mucho menos intentaría molestarla. Además, comprendía que no podía fallar… ¿A quién? ¿A él o a sí misma? Eva se sentó en la cama:

—De acuerdo, me quedo a pasar la noche, pero…

—Solec… Eva, gracias —se alegró Denys, y por la emoción quiso abrazarla, pero se contuvo a tiempo, recordando su promesa.

—Pero esto no debe volver a repetirse.

—No volverá a pasar. Eva, eres mi salvación. Tú misma viste el desastre que intentan endilgarme. ¿Una pesadilla, no? —Denys seguía contento, incapaz de calmarse.

—No es tan terrible —replicó Eva poniéndose de pie—. Tiene una buena figura, de las que suelen gustarles a los hombres. Así que no entiendo por qué reaccionas tan negativamente con esa Yana. Al contrario, podrías fijarte mejor en ella. Además, quiere abrir su propio negocio. ¿O te molesta que te la impongan? Si no fuera así, ¿qué pasaría?

—Nada —respondió Denys con seguridad—. Claro, Yana… En fin, no es mi tipo. Me gustan otro tipo de chicas. ¿Quieres saber cuáles?

—No quiero saber nada —dijo Eva, empezando a sentirse incómoda con la conversación—. Deberíamos volver al salón, seguro que ya nos están esperando. No conviene parecer tan maleducados. Solo que el vestido… dame alguna camisa tuya para ponerme encima. Diré que tengo frío.

—Ahora busco una en el armario —Denys sacó una camisa negra y se la tendió—. Admítelo, ¿Yana te lo rompió?

—Se enganchó por accidente… —Eva se vistió rápidamente y se miró con apuro en el espejo—. No está mal, tu camisa hasta me queda bien. Vámonos.

—Vamos —dijo Denys abriendo la puerta y dejándola pasar primero, sonriendo satisfecho de su habilidad para convencer.

Cuando Denys y Eva bajaron al salón, ni Vasylyna ni su hija estaban ya allí. María Danylivna se hallaba sola, sentada en el sofá tomando té. En cuanto vio a su hijo con Eva, dejó la taza sobre la mesa y con un gesto de la mano les indicó que se sentaran cerca.

—Ahora mismo les sirvo té. Eva, ¿cuántas cucharaditas de azúcar quieres? —preguntó María Danylivna, que aunque estaba molesta, trataba de disimularlo—. ¿Y por qué llevas puesta esa camisa? ¿Acaso tienes frío?

—Sin azúcar, por favor, y sí, tengo un poco de frío —dijo Eva, sintiendo la tensión del ambiente.

—¿Y dónde están nuestros invitados? —preguntó Denys a su madre, de buen humor.

—¿Para qué haces preguntas si ya sabes la respuesta? —replicó María Danylivna con tono de desaprobación.

—Perdón si te decepcioné a ti y a ellas —dijo Denys, tomando la taza que su madre le ofrecía—, pero, mamá, deberías tener en cuenta mis sentimientos y respetar mis deseos y mi elección.

—Por supuesto, hijo. Claro que me gustaría… bueno, está bien, ya hablaremos de eso en otra ocasión —respondió María Danylivna, haciendo un leve gesto con la mano para restarle importancia. No quería decir de más en presencia de Eva.

Reinó un silencio incómodo y la tensión aumentó. Todos bebían el té en silencio, sin atreverse a continuar la conversación. Entonces Denys decidió tocar un tema que realmente alegraría a su madre. Quería animarla, levantarle el ánimo.

—Mamá, cuéntanos por favor sobre las flores que ya sembraste para los plantines. A Eva le va a interesar, porque a ella también le gusta la jardinería y sueña con tener un gran jardín en el futuro. Uno que estará junto a nuestra casa, cuando nos casemos —dijo Denys, dejando tan sorprendida a Eva que casi se atragantó con el té—. ¿No tengo razón?

—Estás exagerando, te estás adelantando demasiado —respondió por fin Eva, después de toser un poco—, pero sí, me gustaría saber qué flores cultivas y cómo lo haces. ¿Y cuáles son tus favoritas, María Danylivna?

—Ante todo, me gustan las flores perennes. Entre mis favoritas están la hortensia, la weigela y las lilas. En nuestro jardín crecen muchas variedades, pero las rosas son mis preferidas, mis muy, muy favoritas. Ya he conseguido reunir cien tipos distintos de esas plantas… —María Danylivna se sumergió por completo en el tema que tanto le apasionaba, y visiblemente se le iluminó el ánimo.

En esa nota agradable, María Danylivna se retiró a su habitación, y Denys acompañó a Eva a la suya.

—Te dejaré un rato para que puedas estar sola y prepararte para dormir —dijo Denys, abriendo su armario y sacando una camiseta, una bata y una toalla limpia—. Supongo que no te importará usar algunas de mis cosas. Te estoy muy agradecido…

—No hace falta que sigas diciendo “gracias” todo el tiempo… —lo interrumpió Eva—. Solo déjame un momento sola. Aún tengo que llamar a mi madre y avisarle que no voy a volver a casa esta noche. Dios mío, qué vergüenza —añadió—. ¿Entiendes? Me da vergüenza tener que mentirle a la gente que más quiero.

—Esa gente que más quieres no nos dejó otra opción, nos obligaron directamente a actuar así —intentó consolarla Denys—. En cuanto dejen de imponernos sus decisiones, todo volverá a su lugar y no habrá necesidad de mentir. ¿Sabes qué he decidido ya, aunque todavía falte mucho para eso?

—¿Qué? —preguntó ella sin demasiado interés.

—Que nunca les impondré a mis hijos con quién relacionarse, con quién ser amigos, a quién amar o con quién casarse. Serán libres para elegir. Y aunque algo de eso no me guste, no insistiré en que dejen de hablar con personas que yo no apruebe —dijo Denys, preparándose para salir de la habitación—. No te apures. Voy a mi despacho a hacer unas llamadas. Cuando vuelva, procuraré no despertarte.

Eva se dio una ducha rápidamente y se metió en la cama, no sin antes llamar a su madre. Para su sorpresa, su madre, Kateryna Borysivna, se alegró mucho por ella, convencida de que su hija estaba feliz en los brazos de su amado novio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.