Paraíso engañoso

18

¿Para qué seguía con aquella conversación? Habría sido más fácil escuchar a aquella mujer en silencio y asentir en todo. Estaba claro: ella, Eva, no encajaba en el ideal de mujer que María Danylivna soñaba ver junto a su hijo. Tal vez Yana sí lo fuera.
Si Yana era tan perfecta, tan correcta y se ajustaba tanto al gusto de Denis, ¿por qué entonces él evitaba cualquier oportunidad de salir con ella? La evitaba tanto, que incluso había recurrido a una mentira y se había inventado una relación ficticia. ¿Sería solo por defender su independencia y no permitir que su madre le impusiera sus reglas de vida?

—No quiero responder a esa pregunta. Y, de hecho, no quiero escuchar más preguntas tuyas —dijo María Danylivna, fingiendo indignarse—. Solo quería advertirte que no deberías esperar nada más de lo que ahora tienes con Denis. Con el tiempo entenderá que no eres la chica que necesita y volverá a fijarse en Yana. Quise advertirte para que no te hagas ilusiones con bodas ni con una vida familiar junto a mi hijo. Cuanto más realista seas al mirar esta situación, más fácil te resultará después.

—¿Y qué hay de los sentimientos? —las palabras de la mujer la hirieron—. ¿Acaso los sentimientos de su hijo no significan nada? ¿De verdad lo único que le importa es la apariencia o el estatus?

—Eres valiente —sonrió María Danylivna—. Pensé que te levantarías de la mesa entre lágrimas, saldrías corriendo de la casa y bloquearías hasta el número de Denis. Pero sigues hablando conmigo, incluso sabiendo que te digo abiertamente que no quiero que salgas con él.

—Mamá, por favor, respeta mi elección —intervino Denis, que se acercó y se sentó también a la mesa—. Amo a Eva y quiero estar solo con ella.

—¿Y a mí ya no me amas? ¿Mi opinión no cuenta para ti? —María Danylivna dejó la taza sobre la mesa con un golpe, haciendo que el café se derramara sobre el mantel blanco.

—No digas eso, mamá —Denis se levantó, se acercó a ella y la abrazó por los hombros desde atrás—. Te quiero muchísimo. Eres la mujer más importante y cercana en mi vida. No quiero lastimarte ni decepcionarte. Pero te pido que respetes mi opinión y mi elección, al menos inténtalo. Perdóname si te desilusiono o si no estás de acuerdo conmigo.

—Por supuesto que me decepcionas al ignorar mis deseos —respondió ella, aunque en su rostro se notaba que le agradaban las palabras de su hijo.

—Solo ignoro tus deseos cuando se trata de Yana —dijo Denis, volviendo a sentarse y tomando la taza que la sirvienta le acababa de llenar—. Los demás deseos tuyos los cumpliría sin demora. Perdóname si te desilusiono, no es mi intención. Pero, mamá, te ruego que tomes en cuenta mi opinión. Si he elegido a Eva, respeta mi decisión.

—Me gustaría hacerlo, pero…

Más tarde, mientras conducía su Mercedes por la ciudad, Denis le dijo a Eva:

—Gracias por tu ayuda. Sé que no te resultó fácil hablar hoy con mi madre, pero te agradezco que hayas soportado todo eso con tanta calma.

—¿Sabes? —dijo Eva con voz triste, sin mirarlo—. Por un momento sentí vergüenza delante de la señora María Danylivna… por el hecho de que la estamos engañando tan descaradamente.

—Yo también lo siento —admitió Denis con sinceridad—. Pero es mejor así, que discutir cada vez y tener que demostrarle que no quiero lo que ella quiere. Aún tengo que quitarle a Yana y a su madre las ganas de emparentar con nuestra familia.

—Entonces dile a esa Yana que no te gusta —le aconsejó Eva—. Normalmente, cuando un chico repite una y otra vez que no está interesado, a la chica se le quitan las ganas de insistir. Aunque claro, hay casos en los que mientras más los rechazas, más se aferran.

—Este es exactamente ese caso —respondió Denis con una sonrisa cansada—. Cuanto más la apartas, más se te pega. Yana es de esas que no entienden cuándo cruzan la línea de una relación normal y civilizada.

—Eso seguro —sonrió Eva al recordar cómo Yana había querido golpearla.

—Te sienta bien la sonrisa —le dijo Denis con sinceridad.

—Gracias —respondió ella, sintiéndose halagada—. Ya hemos llegado. Yo también quiero que los míos respeten mis decisiones y no me impongan a ningún Slava. Estoy convencida de que es Vasyl Ivánovych quien manipula a mi madre para que acepte la idea de que debo salir con su sobrino. Si no fuera por él, mi madre jamás intentaría imponerme a nadie.

—Parece que ese Vasyl Ivánovych tiene bastante influencia sobre tu madre —observó Denis—. Pero tranquila, ese tal Slava no se te cruzará mucho por el camino. Por cierto, se ha incorporado a trabajar en mi empresa. Así que los viajes de negocios más largos están garantizados para él.

—No puede ser —se sorprendió Eva—. ¿Sabes? Lo presentía, sentía que acabaría buscando trabajo precisamente en tu compañía.

—Pues tu intuición no te falló. Que tengas un buen día.

—Igualmente —dijo Eva, abriendo la puerta y bajando del coche.

En casa no había nadie, y aquello incluso la alegró. Tenía la oportunidad de estar sola y pensar. Sin saber por qué, recordó su pasado, los tiempos en que su padre aún vivía. Pensó en lo bueno y cariñoso que había sido, en cuántos consejos sabios le dio. Ya habían pasado ocho años desde su muerte, y tanto había cambiado desde entonces… Su madre se casó con aquel arrogante Vasyl, y ella, Eva, terminó la universidad y consiguió un buen trabajo. Lástima que en su camino se cruzara el chico equivocado.

Eva abrió el armario para sacar el álbum de fotos. Le apetecía mirar las fotos de su infancia, aquellas en las que aparecía con su padre y su madre, los tres tan felices. Las lágrimas le llenaron los ojos al recordar aquellos momentos. Después de hojear el álbum y llorar un buen rato, lo guardó de nuevo en el armario. Fue entonces cuando vio, en otro estante, un montón de fotografías sueltas. La curiosidad pudo más, y decidió echarles un vistazo.

En las fotos aparecían su madre y Vasyl Ivánovych… y en una de ellas Eva distinguió el rostro de su padre. Al principio pensó que se había confundido y apartó la imagen, pero enseguida la tomó de nuevo. No, no se equivocaba: en aquella foto estaban su padre, Vasyl Ivánovych y su madre, los tres sonriendo y abrazados, como buenos amigos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.