Paraíso engañoso

25

—¿María Danílovna? —Eva se quedó desconcertada por la sorpresa, pero enseguida se recompuso—. Denys me había advertido que a usted le gusta venir…

—Cuando nadie me espera. Perdón por arruinarte el buen humor —la interrumpió con sarcasmo María Danílovna.

—Para nada, al contrario, me alegra verla —Eva decía la verdad, porque más que nada quería entablar un buen contacto con la madre de su amado—. Simplemente no esperaba verla hoy. Espere, ahora me quito el abrigo y los zapatos, y luego prepararé té para que podamos sentarnos tranquilamente a conversar.

—¿Ya te sientes la dueña de la casa? Qué rápido te has acomodado. Pues no te apresures, porque igual de rápido puede terminar todo. Ni cuenta te darás cuando tengas que largarte de aquí. Volverás a donde estabas antes. Mi Denys pronto se dará cuenta de que se equivocó. Cuando se canse de ti —María Danílovna sonrió satisfecha al ver la cara entristecida de la chica.

—Lo entiendo, quiere solo lo mejor para su hijo. Eso demuestra que usted es una madre buena y cariñosa. Y por eso la respeto —Eva se calzó las pantuflas—. Le propongo que pasemos a la cocina. ¿Toma té negro o verde?

—A mí me gusta el té de hierbas —respondió María Danílovna—. Si quieres hablar, pues hablemos. Digámonos nuestras quejas. Pero que sepas que todo será en vano, porque no cambiaré mi opinión ni llegaré a ningún compromiso contigo.

—Yo no tengo ninguna queja hacia usted —Eva encendió el hervidor eléctrico—. María Danílovna, lamentablemente no tengo hierbas, así que puedo ofrecerle té verde. Pero le aseguro que la próxima vez que venga a visitarnos la invitaremos con té de hierbas. ¿Entonces no está en contra de tomar té verde?

—Está bien, prepárame té verde sin azúcar —la mujer se sentó a la mesa, observando a Eva—. Dime, ¿por qué te has aferrado a mi Denys?

—Estamos juntos porque nos amamos. Nos sentimos bien juntos —Eva vertió agua caliente en la taza—. Entiendo que a usted le agrada Yana, pero eso solo es así para usted. Denys siente por Yana únicamente amistad. Al corazón no se le puede ordenar.

—¿Acaso me tomas por tonta?

—Por favor, ¿cómo puede decir eso, María Danílovna? En absoluto. Perdón si dije algo que le resultó desagradable, no quise ofenderla —Eva por fin se sentó también frente a la mesa—. Yo solo quiero que me entienda correctamente. Denys y yo estamos juntos porque los dos lo deseamos, porque somos felices juntos. María Danílovna, ¿de verdad no le caigo bien ni un poquito?

—No tengo nada en tu contra personalmente —la mujer se ablandó un poco, pues le agradaba que Eva le hablara con calma, sin ofenderse ni alzar la voz—. Solo quiero advertirte que ustedes no van a estar juntos. No quiero que construyas ilusiones sobre una vida familiar con Den, que nunca tendrán. A mi hijo le gustan otras chicas.

—¿Y qué tipo de chicas le gustan? —preguntó Eva con cautela.

—Pues, chicas como Yana —respondió María Danílovna—. ¿Comprendes? La madre de Yana es mi mejor amiga. Cuánto hemos soñado que su hija y mi hijo se casarían, que nos darían nietos en común y que seríamos una gran familia.

—Es triste cuando los sueños no se cumplen. Pero usted no puede decidir por los demás. Todos tenemos derecho a elegir lo que es mejor para nosotros y aquello que realmente deseamos —Eva no perdía la esperanza de convencer a María Danílovna de cambiar de opinión—. Le propongo que nos conozcamos mejor. Quédese a cenar. Voy a preparar algo ahora mismo. Y mientras cocino, usted puede contarme sobre sus flores. De verdad me interesa escucharlo.

—Inútil que me adules. Eso no cambiará nada —María Danilovna se levantó para irse—. No lo intentes, no te esfuerces, porque todo será en-va-no. ¿Entendido?

—¿Y no me dejará ni una sola oportunidad? —preguntó Eva aún з надією.

—Simplemente no quiero darte esa oportunidad.

Justo cuando María Danílovna зібралася salir, la puerta del piso se abrió y entró Denys con un ramo de flores que había comprado para Eva.

—¿Y por qué le has comprado flores? —preguntó de inmediato María Danílovna a su hijo.

—¿Hace falta alguna ocasión para regalarle flores a una mujer? Mamá, si hubiera sabido que vendrías de visita, habría comprado dos ramos. Espero que no te moleste —dijo Denys, dándole un beso cariñoso en la mejilla.

—No, no me molesta. Al contrario, estoy orgullosa de haber criado a un hombre tan galante. Pero, hijo, le estás regalando flores a la mujer equivocada —volvió a su tono habitual María Danílovna—. A Yana deberías regalarle flores, de Yana…

—Mamá, por favor, no empieces otra vez —Denys le entregó el ramo a Eva, la rodeó con el brazo y la besó—. Yo amo a Eva y quiero estar con ella, y solo con ella. Mamá, quédate a cenar.

—Yo ya se lo propuse a María Danílovna —añadió Eva.

—Y ya me negué —respondió la mujer, girando la cabeza—. Y ahora también me niego.

—¿Y si te lo pedimos muy, muy por favor? —Denys sonrió a su madre—. ¿De verdad te negarías? Mamá, por favor…

—María Danílovna, la cena le va a gustar —dijo Eva, sonriendo también.

—Está bien, me convencieron. Pero después de la cena, hijo, me llevas a casa.

Prepararon la cena entre los tres. Denys estaba de buen humor y lo contagió tanto a su madre como a su amada. Quería, se esforzaba, porque deseaba que las dos mujeres más importantes de su vida encontraran un punto en común. Quería que su madre viera que Eva era una buena chica y que él era feliz con ella. Más que nada, deseaba que por fin reinara la armonía en su familia, que su madre dejara de imponerle sus reglas y empezara a respetar su opinión y su elección. Veía que Eva también ponía de su parte para complacer a su madre, que intentaba no prestar atención a los comentarios desagradables o poco afortunados dirigidos hacia ella. Con cada minuto, Denys se convencía más de que se había enamorado de una gran mujer, con un carácter maravilloso.

—Bueno, la cena está lista, así que sin perder tiempo nos sentamos a la mesa. Me muero de hambre —dijo Denys frotándose las manos—. Estoy seguro de que será la cena más deliciosa del mundo. Porque la preparamos juntos, como una familia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.