—¿Cómo estás, mamá? —preguntó Denis, sentándose en el sofá frente a María Danílovna en la sala.
—Estoy bien. Dime, ¿tu padre ha cambiado? ¿Es feliz con su…?
—Julia. Se llama Julia —le recordó Denis—. Tú… intenta tomarlo con calma… míralo como…
—No te preocupes, hijo, ya he logrado tranquilizarme —confesó María Daníловна—. Cuando me enteré… fue como si una cuchilla afilada atravesara mi corazón. Y ¿sabes?, lo que más me dolió no fue la traición de tu padre, sino que ocultó que estaba vivo, que estaba bien. No pensó en nuestros sentimientos. Pero ahora eso ya no importa. Si él es feliz con esa…
—Julia.
—… entonces que viva con ella. Y yo me divorciaré de él sin dudar. Además, yo tampoco lo amo ya —admitió María Daníловна—. Pero por muy mal que estén las cosas entre tu padre y yo, tú debes seguir queriéndolo y respetándolo. Él es tu padre y siempre lo será.
—Sí, mamá. Gracias por ser tan sabia. Yo te quiero mucho, y también quiero a papá. Siempre cuidaré de los dos —Denis sonrió sinceramente—. ¿Y por qué dices que ya no lo amas?
—Porque me he enamorado de otro hombre —María Daníловна se irguió con orgullo—. Y en cuanto tu padre y yo nos divorciemos, volveré a casarme.
—¿Con quién? —Denis se sorprendió—. Aunque… creo que lo sospecho… ¿con el académico…?
—Con Semén… es decir, con Semén Vasylóvych. Me siento tan bien con él, tan feliz.
—Me alegro por ti, mamá —Denis se acercó a ella en el sofá y le besó la mejilla—. Me encantará conocer al hombre que hace feliz a mi mamá.
—Te gustará, hijo. Es inteligente, educado, bien parecido, y acomodado. Y además…
—Dime —Denis la miraba con cariño.
—Juntos, Semén y yo, hemos empezado a restaurar el jardín botánico. Si vieras en qué estado de abandono estaba y ahora parece un paraíso. Y desde ahora, la exposición anual de flores que organizo se celebrará allí. Y aún hay más. Semén no solo me propuso matrimonio, sino también mudarme a vivir con él. Su casa es aún más grande que la nuestra. Y acepté.
—Lo importante es que seas feliz.
—Y aún hay algo más —María Daníловна tomó la mano de su hijo—. La siguiente noticia puede entristecerte. Y quizá lamentes no haberme escuchado antes. A mí también me dolió mucho saberlo, pero…
—Mamá, no me asustes, dime ya —Denis no podía adivinar qué quería decir su madre.
—Yana se casa este fin de semana con Slava. Él no es rico, pero es un buen hombre, guapo, y la ama muchísimo. Y ella también a él. Además, está embarazada de él. Así que, hijo, perdiste a una gran chica, una gran oportunidad… Y Vasylina y yo ya no seremos consuegras. Una reina así dejaste escapar.
A Denis eso le hizo reír, más por el tono de su madre que por la noticia en sí.
—¿De qué te ríes? ¿No te ha afectado nada? —María Daníловна también sonrió.
—Mamá, yo amo a Eva y solo a ella. Y quiero estar solo con ella. Y nos vamos a casar…
—¿Está embarazada?
—Algún día seguro que lo estará. Pero nos casamos porque nos amamos y queremos estar juntos para siempre —respondió Denis.
—Bueno, está bien. Te confieso que Eva me gusta: es guapa, inteligente, sabe cocinar, sabe ganar dinero, y lo más importante, vi en su mirada cuánto te ama —María Daníловна se limpió las lágrimas.
—Mamá, ¿por qué lloras? —preguntó Denis preocupado.
—Lloro de felicidad, hijo. Es una felicidad inmensa para una madre ver a su hijo feliz —María Daníловна lo abrazó—. ¿Y sabes qué?
—¿Qué cosa?
—Después de casarse, pueden mudarse a vivir a esta casa. Aunque tendrán que cuidar ustedes mismos las flores. Pero aunque yo me vaya con Semén, siempre podré venir a ayudar.
—Siempre estaremos felices de verte. Y de ver a Semén también. Y a papá con Julia…
—Por supuesto… aunque él probablemente viva en Estados Unidos. Pero si todavía le queda algo de conciencia, vendrá a visitar a sus hijos —María Daníловна suspiró—. Ya nos organizaremos.
—Gracias por ser como eres. Por ser tan amorosa, tan atenta, tan hermosa.
—El mejor cumplido para una mujer es el que le dice su hijo. Estoy orgullosa de que seas todo un hombre —María Daníловна sonrió radiante.
Eva estaba de muy buen humor en su trabajo, igual que Lesia. Durante la pausa del almuerzo se sentaron en una cafetería, tomando café con un hot dog y hablando de los planes para el futuro.
—¿De quién será la primera boda? ¿La tuya o la mía? Porque aún no logro entenderlo… aunque, ¿qué más da? —preguntó Lesia a su amiga.
—Exacto, no importa. Lo principal es que nos casamos con los hombres que amamos. Den me propuso celebrar la boda en un barco por el río, y la idea me encantó, así que acepté —compartió Eva con una sonrisa—. Y hoy, después del trabajo, iremos a ver a mi mamá y a mi padrastro. Les contaremos la noticia. Ya me imagino lo feliz que estará mi mamá.
—Y cómo se alegraron mis padres… Mi mamá lloró media hora, y mi papá enseguida descorchó el champán. Cuando Anton y yo llegamos a Ucrania, fuimos a verlos el mismo día, aunque ya era tarde. Y nos quedamos casi hasta la madrugada; simplemente queríamos hacerlo enseguida —contó Lesia—. Son momentos inolvidables y felices.
—Sí, tienes razón. Son recuerdos que atesoraremos —dijo Eva sonriendo—. ¿Sabes?, quién iba a pensar que en un instante todo podría cambiar. Hace poco estaba convencida de que no volvería a salir con nadie y mucho menos casarme. Y ahora estoy enamorada, feliz, y sé que nunca hay que desesperarse. Aunque todo parezca mal, aunque parezca que no hay salida, hay que recordar que llegará el momento en que todo cambiará para bien. Volverás a ser feliz.
—Qué bonito lo dices —asintió Lesia—. Y bueno, parece que la temporada de bodas empieza…
Después del trabajo, Denys pasó por una floristería y compró un ramo espectacular para Kateryna Borysivna, su futura suegra. También compró una botella de coñac para Vasyl Ivanovych, sin olvidarse de él. Estaba algo nervioso: por primera vez en su vida iba a pedir la mano de su novia a sus padres. Cuando recogió a Eva, que ya lo esperaba frente al banco, le dijo: