Parásito en el enjambre - Romance dentro de la Mafia

PARTE 2 - CAPÍTULO 5

VIVIAN NOBOA 

Al llegar a casa, subí a mi cuarto para quitarme los tacones y luego bajé a sentarme en mi lugar habitual dentro de la sala, una de las empleadas me ofreció té y galletas, pero solo acepté el té. Miraba por la ventana hacia la entrada esperando a que llegue el susodicho dueño de mi corazón y mi malévola prima que tuvo una inesperada fijación en él. Casi no tuve tiempo de hablar con Alex y, con lo poco que dije, perdí aún más su confianza; necesitaba aclarar las cosas pronto, sobre todo la noche cuando vino a buscarme en la madrugada.  

-¿Qué ocurre, cariño? -preguntó mi padre sentándose cerca de mí.

-No me digas cariño -solté molesta-. No pasa nada.

Él sonrió con mofa.

-Estás tomando una mala decisión Vivian. No va a funcionar. Me di cuenta en el cementerio.

-¿De qué hablas?

-De lo evidente, tu cercanía hacia el hijo de Ernesto.

-Pues… el mismo Ernesto me dio la libertad de hacerlo. Que haga lo que quisiera con él. Estoy segura que te lo contó.

-Te ordenó que lo mates, no que lo enamores.

-No estamos enamorados.

Él rio con desapruebo.

-La semana pasada pediste que él sea tu acompañante en el trabajo. Creí que intentabas que él se consolide en el negocio como otra alternativa a matarlo, pero vi todo lo contrario.

-¿Qué es exactamente “todo lo contrario”?

-Lo defiendes, Vivian, tú no eras así. Él te volvió débil, tus emociones no te dejaron matarlo y ahora casi no reconozco al arma que creé. Ten cuidado Vivian, te lo advertiré una vez más, el amor no cabe en este lugar.

-Eso es evidente tan solo al verte a ti y mamá. Subestimas demasiado a los sentimientos y todo haces como si fueras un robot.

-¿Crees que me casé con ella por amor? -dijo sarcástico-, Son negocios Vivian. Además, ¿Qué opinas de Camila? ¿Has hablado con ella?

-No, pero supongo que ya nos dirá que hace aquí.

Al regresar mi vista hacia la ventana, vi como Camila y Alex entraban uno detrás del otro. Mi padre se levantó y fue a darles la bienvenida. Cuando se fue sentí que al fin pude respirar con libertad.

-Vivian, ¿ya conociste a Camila? -preguntó Alex acercándose.

Ya estaba cansada de escuchar ese nombre.

-Nos vimos en el cementerio -intervino Ella-. Y saludamos casualmente cuando llegué con Hank.

-Es tal como dice -respondí quitándole importancia.

Ambos se sentaron cerca de mí y comenzamos a charlar forzadamente. Era un ambiente incómodo donde Camila actuaba como una niña boba soltando comentarios como un loro parlanchín. Me enfurecía, pero no quería darle la satisfacción de hacerlo así que le seguí la corriente.

-Me sorprende que seamos las únicas personas que no pasan los treinta años aquí, ¿Ustedes son cercanos? -preguntó Camila.

-No…, bueno -dudó Alex-. Digamos que aún falta mucho por conocernos.

-¿Tú qué opinas, Vivian?

-Creo que me conoces bien -le dije a Alex-. Aunque, de todas maneras, no hay mucho que decir, soy una persona sencilla.

-Al parecer eres muy transparente -comentó Camila.

-Ni te imaginas -reí con ganas-. No confío en nadie.

-¿Ni en Alex?

Me quedé callada y Camila sonreía victoriosa.

-Cambiando de tema -intervino Alex en mi auxilio-, ¿Por qué no nos hablas de ti? Solo sabemos que eres una Noboa surgida de la nada.

-Ahora que lo mencionas, pensaba presentarme con todos al mismo tiempo. Es cansado repetir la historia una y otra vez.

-¿Por qué no lo haces ahora?- La reté.

-¿Tan ansiosa estás por conocerme? Me alagas, Vivian -respondió guiñándome el ojo y luego caminó en dirección a mi padre casi al otro extremo de la sala.

Mientras se alejaba, Alex tenía sus ojos posados en su trasero. Me reí pensando en lo poco disimulados en son los hombres y en ocasiones parecen tener el cerebro en la entrepierna.

Ella le dijo algo al oído a mi padre y después él pidió la atención de todos para decir algunas palabras.

-Buenas noches con todos. Quisiera agradecerles por acompañarnos en la desafortunada pérdida de mi hermano Ernesto Moya. Fue un gran amigo para mí y un gran padre para su familia.

Casi escupo el té que tenía en la boca al escuchar esa farsa. Alex me dio un codazo para que me comporte y seguí escuchando con naturalidad:

-Debemos conservar su espíritu de lucha, solidaridad y confianza en cada aspecto de nuestras vidas, así como Ernesto lo hizo en su momento. Era un ejemplo a seguir. Tengo un sinfín de recuerdos juntos que me duele recordarlos porque sé que nunca volverán -hizo una extraña pausa y después volteó a una fotografía de Juan a un costado de la sala sobre una mesa rodeada de flores y velas-. Siempre estarás en mi corazón, mi hermano, amigo. Que Dios te guarde en su gloria, Amén.

Todos dijeron amén y después mi padre siguió hablando:

-También quiero hace un paréntesis en esta reunión en vista de que estamos reunidos la mayoría de los miembros de la familia y allegados del negocio familiar -Se hizo a un lado dándole espacio para hablar-. Adelante Camila.

-Buenas tardes -saludó con voz suave-. Hasta hace unas horas no sabía con qué cara presentarme aquí, pararme en un lugar rodeado de gente que no conozco y decir que soy una Noboa, porque a eso vine, a decir que soy hija del difunto Brandon Noboa -Sonrió algo nerviosa-. Impactante ¿verdad? -dio otro suspiro y su mirada endureció-. Pero estos lazos consanguíneos no eran suficiente para ganarme su aprobación en este lugar. Así que quiero hacer hincapié en un pensamiento, algo que me ha acompañado durante toda la vida ya que crecí educada bajo los principios de Vinicio Noboa.

Al decir esto, algunos se quedaron viendo las caras como buscando algún significado a ese nombre, mientras que otros levantaron la vista con mayor curiosidad.

-La última voluntad de mi padre fue que no intervenga en los asuntos de la familia principal, ni que comparta una vida con ellos; al menos no hasta que yo de verdad crea conveniente hacerlo… madurando a mi manera. Durante años, la única relación que tuve con esta familia fue a través de Henrry, o Hank como le decimos de cariño; él creció junto a mi padre tratando de comprender el verdadero significado de comenzar desde abajo, de los suburbios de la ciudad donde ninguno de ustedes se atrevería a entrar. Desde la misma “ratonera” en la que nació Vinicio Noboa. Quizás desmeriten haber tenido una vida así, dura y modesta en ciertos aspectos, pero creo que de ese lugar salen las mejores ideas y el verdadero sentimiento de apreciar las cosas. Si no, el nombre y legado de Vinicio Noboa no importarían aquí.




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