VIVIAN NOBOA
Conducía en dirección al norte mientras Alex buscaba un buen lugar para pasar nuestro día libre desde su celular. Todo el estrés se esfumó durante esta mañana, incluso el sol brillaba como nunca en un cielo despejado, tampoco había mucho tráfico ya que era lunes. En la radio sonaba “Every Breath You Take-The Police”, y yo bailaba en mi asiento sintiéndome la chica más feliz del mundo a medida que nos alejábamos más de la ciudad.
-¿Te gustan los venados? -preguntó-. Hay un criadero de ellos a una hora de aquí.
Estaba indeciso, Alex no sabía que lugares serían buenos para visitar durante el día y yo me sentía de la misma manera, no estaba acostumbrada a salir de improviso, aunque me gustaba dar largos paseos en mi pequeño Snorlax.
-Nunca he visto uno en persona, supongo que estaría bien. Por cierto ¿Qué hace tu madre ahora? Con la muerte de Ernesto y el dejarte solo en casa me queda la duda. Creí que ya habían limado asperezas entre ustedes.
-Mi madre aún me desprecia, fingió ser una madre sufrida y amorosa por temor a que le quiten la herencia. Viajó esta madrugada a donde su madre.
-¿No quisiste ir con ella?
-No me invitó, solo me avisó. Pero, de todas formas, no quería ir. Es en Perú.
El Alex que lucía contento, ensombreció al contarme eso. Lo vi cercano a ella durante el entierro por lo que asumí que al fin su lado materno salió a flote, pero el desprecio en ella sigue latente.
-¿Sabes cuándo volverá?
-Supongo que cuando el abogado nos diga, está pendiente cosas sobre la herencia y creo que eso le disgusta a mi madre: tener que compartir conmigo.
-¿Has considerado entrar a la Universidad? Recuerdo que nuestros padres nos privaron de esa oportunidad, sobre todo a mí que era solamente su arma, pero tú ahora quizás puedas ir.
-Vivian, aún está el negocio familiar, no puedo ignorar eso y el peso que tengo encima. Además, estudié por mi cuenta en mi tiempo libre, no para una carrera, sino por aburrimiento mediante libros.
-¿Y qué estudiabas? ¿Algo específico o diversos temas?
-Filosofía y botánica. Son cosas que siempre han llamado mi atención. Además de cosas relacionadas al negocio por obligación moral.
-¿Se lo dijiste a tus padres?
-Por qué habría de hacerlo, me hubieran dicho que es una pérdida de tiempo. De hecho, creo que eres la única que lo sabe.
-Aún sigo creyendo que naciste en la familia equivocada ¿Seguro no eres adoptado? -Bromee-. Tú eres guapo y agradable, mientras tus padres son como… morder un ajo.
Él se rio a carcajadas -¿Morder un ajo? Que significa eso.
-Bueno, no soy buena con las metáforas, pero lo dije porque me hacen poner una cara de disgusto cuando me acuerdo de ellos.
La conversación siguió inventando metáforas tontas y poniéndole apodos a la mafia, la cual llamamos Enjambre, y todos esos viejos pretenciosos, incluidos nuestros padres, eran sus pequeñas avispas; y los miembros externos eran zánganos.
-¿Y nosotros qué seríamos?
-¿Mariposas? -sugerí con gracia.
-No… debe ser algo del enjambre. Que sea parte de él, pero que no cumpla su roll como todos los demás.
-¿Entonces?
-Una abeja reina rebelde y un parásito.
-¿Por qué parásito?
-Siempre me han hecho creer que lo soy y ya me acostumbré a ello. Además, me gusta.
-Supongo que está bien, mi estimado parásito.
-De nada mi reina.
-Eso fue…
-¿Lindo?
-Iba a decir impactante o raro, pero también es lindo. Me gusta.
Al llegar a “La casa del venado” atravesamos un corto empedrado, despacio para que no salte mucho Snorlax. Varios autos de turistas estaban parqueados allí. Un guía nos recibió dándonos un tour por las instalaciones y explicándonos la naturaleza de las especies que cuidan y la finalidad de su proyecto. Nos sacamos muchas fotos con nuestros celulares. Estaba nerviosa cuando le di de comer a una alpaca, pero encantada al ver como estaban acostumbradas a la gente. Alex me pidió que lo grabe mientras acariciaba a una llama y para su mala suerte esta lo escupió. Me partí de risa mientras él se limpiaba el rostro con un poco de papel higiénico que le di.
-Ten -dijo entregándome una pulsera con forma de venado hecho de madera y metal-. Es un recuerdo de este día.
Sonreí abiertamente y le di un abrazo. -Muchas gracias Alex.
-A ti. Me la pasé genial, aunque una llama me haya escupido.
-Bueno, te lo compensaré -dije dándole un beso en la mejilla-. Esas risas valieron oro y este detalle mucho más.
Al volver al auto me pidió que le deje conducir y le entregué las llaves. Amarré la manilla en mi tobillo, todo en mi interior estaba inundado de sensaciones bonitas. Quedamos en ir a almorzar a la ciudad y después a una plantación de rosas la cual nuestro guía nos recomendó, sobre todo para Alex quién estaba más interesado en ellas.
Cuando trató de acomodar el asiento del piloto, sintió que algo le estorbaba para poder moverlo y metió la mano por debajo. Mi corazón se detuvo cuando levantó la laptop. Su expresión de incredulidad al preguntarse cómo llegó la computadora de su padre allí, fue lo que me hizo pensar que nunca más confiaría en mí.
-Alex, yo…
-No digas nada -me interrumpió-. Creo que deberíamos volver.
Me quedé callada y él tomó el camino de regreso. El silencio era asfixiante, pesado y acusador. Todo se acabó en un instante. No tenía cara para verlo, para seguirle mintiendo. ¿Y si le digo la verdad? También tenía miedo de eso. Pondría una carga encima de Alex que no se la merece, Brandon lo mataría si se entera. Además, no sé cómo reaccionaría a la verdad sobre la muerte de su padre a manos de mi tío y de que fui parte de la maniobra de Camila para llegar donde está. Pero si no lo hago, la persona que más me importa, por quién me he esforzado tanto en mantener a salvo, ya no creerá en mí. Siento que todo se acabó, cuando más feliz me sentía, tropecé y caí de cara.
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Editado: 31.05.2022