Pasajeros en extinción

1.2 - Explorador

Aunque ahora me resulta difícil recordar, no siempre estuve aquí, no nací siendo parte de una máquina. Tampoco nací en este sector, sino en otro, uno que ya no pude volver, aunque quisiera, con la locura que se vivía del otro lado, prefiero infinitamente este lugar, saber que tengo un propósito, una misión, un legado que proteger, vidas que mantener, me da la seguridad que estoy haciendo algo más grande que mi vida misma, algo trascendental, aunque nadie sepa que estoy aquí, ni lo que hago, ni lo que padezco, ni nunca lo sabrán. quizás sea mi ego, mi deseo de joven de buscar la verdad y de haberla encontrado, hoy me hace que sea imposible volver atrás. La verdad la podemos conocer una vez. después de saberla, es imposible volver atrás, y si la ignoras solo te conviertes en un mentiroso.

A veces me olvido de que existe esa otra parte de la nave. Incluso no sé si estoy dentro de una nave, solo lo repito porque eso me dijeron siempre. ¿Cómo saberlo por mí mismo? No tengo como. No hay ventanas, no hay puertas, no hay nada que me muestre el exterior. Solo puedo aceptar que es la verdad y ya, eso no puedo cuestionarlo, pero más de una vez me pregunté si no estaremos encerrados en una gran construcción y alguien de alguna forma nos observa por simple diversión, o aburrimiento. No lo sé, sea cual sea el caso, nada puedo hacer.

Nací y crecí en la otra parte de la nave, la que llamábamos “la parte de atrás”. No recuerdo mucho de esa parte de mi vida, solo tengo imágenes, sensaciones, descripciones mentales que parecen un relato ajeno que memoricé, igual con el tiempo empiezo a dudar, y no recuerdo algunas cosas puntuales, algún color, alguna forma, algo que me dijo alguien, no recuerdo con certeza si es eso lo que pasó escuché o vi, pero no tengo manera de asegurarlo o no.

Me habían dicho que no era posible sobrevivir en aquellos corredores de la nave. Que todo más allá del último pasillo es todo frio y helado. Aunque no fue siempre así. Antes era posible ir de un sector al otro, la tripulación iba y venía entre sectores, se contaba que la gente de la parte de adelante había cortado la calefacción de esos sectores para aislarnos. Las paredes comenzaron a helarse en minutos, no fue posible resistir el frio que mata en segundos. Y sin embargo yo estaba ahí, entre gente que hablaba sola, y muchos exiliados del grupo principal, éramos los que no éramos considerados dignos por Tercero. Pero no lo cuestionábamos abiertamente, los que lo hacían no tenían un agradable final. éramos auto exiliados, preferíamos el frio que el riesgo a vivir entre las presiones de Tercero a adorar todo el día al conteo.

Siempre cuestioné todo, es parte de mi desde que tengo memoria, me retaban de niño por hacer tantas preguntas, por lo que terminé por mantenerme callado la mayor parte del tiempo y callar mis pensamientos, al menos para el afuera, mis palabras y mis preguntas me ponían en peligro continuamente, y hacían que los demás se enojaran. Cuestionar lo que te decían que era incuestionable, era siempre peligroso, nunca recibía respuestas, solo gritos, golpes y humillación. Mantenerme callado me mantenía más tiempo con vida. Pero la mente, eso es algo imposible de callar, es indomable y traicionera, si la quieres obligar a olvidar algo, con mayor fuerza te lo recordará. No funciona como la voluntad quiere.

Así fue como me adentré en los pasillos más helados, explorando, haciendo diferentes pruebas, fui usando diferentes materiales y elementos para mantener mi temperatura y adentrarme más y más en los recuerdos helados de la nave. Sin embargo, llegaba un punto que el frio era insoportable, y debía volver.

En una de mis ultimas expediciones a los rincones helados y olvidados, sucedió algo increíble: el pasillo a la parte de adelante comenzó a calentarse, no sé por qué, las paredes heladas se veían húmedas, no era hielo seco como hasta entonces conocía. Seguí volviendo cada vez que despertaba de nuevo. El hielo fue retrocediendo de a poco, el aire no me congelaba por dentro con cada respiración, no tanto como antes. Estaba ilusionado, era el único testigo de este evento y quizás, iba a poder ver que había del otro lado. Siempre había querido saber que más había, que secretos escondía esa parte de la nave, prohibida solo por las temperaturas heladas que en ese momento iban disminuyendo. Estaba tentado a seguir avanzando, pero también debía esperar, aún era mucho el frio. Tal vez la calefacción volvió a funcionar, no lo sabía, solo lo que podía ver. Estaba muy emocionado de poder cruzar al fin ese pasillo.

Habían pasado dos sueños desde que noté que el pasillo comenzó a enfriarse nuevamente. El hielo se volvió seco de nuevo y ya no retrocedía. Aún estaba muy frio, pero temía que la razón por la cual el hielo se había derretido hasta ese punto, hubiese terminado y no volviera a calentar el lugar, sino que siguiera el proceso de enfriarse más y más como antes. Me había ilusionado que todo el sector se calentaría y que podría explorar a gusto y con tiempo, pero mis ojos me mostraban lo contrario, no sucedía lo que quería, sino lo que la realidad me mostraba. ¿Y si ya no volvía a calentarse? Temía no tener otra oportunidad, así que debía arriesgarme si quería ver más allá.




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