Tomé coraje, llegué hasta el límite donde la calefacción parecía funcionar y marcar el ultimo limite habitable, y me adentré al helado pasillo. Pude avanzar como nunca, pude entrar en habitaciones que no tenían llave y no estaban trabadas por el frio. Vi cosas interesantes, algunos libros, aparatos y algunas anotaciones. Algunas más interesantes que otras, lo que me da la idea que todo esto se congeló rápido, y las personas que estaban en estas habitaciones no volvieron por sus cosas. Al llegar al tramo central del pasillo noté algo que había hielo, parecía reciente. Pero a unos cuantos metros terminaba, como si fuese el lugar más frio, el que se congelaba primero y que se extendía hacia ambos lados del pasillo. Quizás eran unos cuarenta o cincuenta metros de hielo, pero más allá claramente no había, se veía tal como de mi lado donde podía mantenerme respirando, claramente ese era el centro del pasillo que se congelaba hacia los extremos. No me animé a cruzarlo, no aun, quise volver a revisar las cosas que había encontrado, en caso de que no pudiera volver atrás, quería tener una saboreada de lo que hasta entonces había estado preso del frio. Deberé animarme, o podría arrepentirme. Quizás viva más de este lado, pero siempre con la intriga de saber que había más allá. No parecía que tuviera más opción que seguir a vivir con la intriga. Solo pensaba en volver y cruzar el helado pasillo. No sabía que había del otro lado, si podría respirar bien, si sobreviviría.
Quedé ahí parado, a pesar de haberme convencido tanto tiempo de que cruzaría sin pensar. Pero cuando estás ahí, y sabes que puede no haber retorno, dudas. Tus manos tiemblan, tu cabeza, tu cerebro, todo tiembla, y el corazón, eso da patadas en el pecho, como si quisiera salir y volver. Mi vida, insignificante, sí. Solo sería otro cubo de hielo en el pasillo, otro adorno en ese infierno helado. Mi vida, insignificante, sí, pero es mi vida, la única que tengo.
A pesar del miedo, cerré los puños, doblé las rodillas y avancé, sin pensar, sin detenerme, solo mirando al frente. Mi visión comenzó a nublarse, paso a paso, más y más, hasta que solo mis pies se movían porque sabían que era la última orden que mi cerebro podría dar, no había vuelta atrás. Tanto frio no te deja pensar. Ya había anulado el acto reflejo de regresar. Era cruzar, o quedarme ahí helado para siempre.
En un momento volví a ver y me dejé caer. Lo había logrado, estaba del otro lado. El aliento me volvía de a poco. Los brazos y piernas, los pude volver a sentir. Luego de recuperarme, me levanté, el hielo siguió avanzando mientras estuve tirado. Llegaba casi a mis pies. Me levanté y comencé a andar. Fui revisando las habitaciones, en principio eran iguales a las demás. Seguí avanzando hasta el fin del pasillo, a pesar de que había mucho que revisar, quería saber que había más allá. No sabía cuánto tiempo tenía, o si no encontraba nada y el hielo me pudiese alcanzar.
Fui guardando algunas cosas interesantes, algunos cuadernos, un par de adornos. Finalmente llegue al final del pasillo. Al fin de mi deseo, saber que había más allá. Pero solo era una puerta cerrada.
Busqué la forma de abrirla, intenté forzarla, pero con lo poco que tenía disponible, fue imposible. Imagino que era electrónica como todas las demás, y reforzada. No pude, ya estaba cansado y sentía el cuerpo de a poco más frio. Arrodillado en el piso, con la cabeza gacha, recuperando el aliento, cuando todo se empezó a iluminar. La luz venia delante de mí, de más allá de la puerta que ya no estaba cerrada.
Desde adentro, una figura salió. Sentí que me tomó del brazo, me ayudó a levantarme. Intenté caminar, pero no lo logré hasta que alguien más me tomó del otro brazo, cansado y frio, puse un pie delante del otro torpemente. Cruzamos la puerta del pasillo, y la cerraron detrás de nosotros. Al fin iba saber que había más allá.