Me convertí en la primer persona que en cruzar de un lado al otro desde hace mucho tiempo. Desde que el pasillo se congeló para evitar que los del sector de atrás llegaran a tomar los comandos luego de una revuelta la cual buscaba tomar el control del comando de la nave, aun sin tener idea de cómo se manejaba. Fue la última opción que encontraron, romper parte de la calefacción para dividir en dos la nave. Aun corriendo el riesgo que la nave se partiera a la mitad por la diferencia de temperatura de los materiales.
Desde entonces, el sector delantero quedó completamente aislado, con solo cinco personas, encargadas de mantener en funcionamiento lo que ya en ese momento era una nave averiada y control de rumbo. Eran los llamados “tripulación de segunda generación”. Sus padres habían sido los de primera generación, los que emprendieron el viaje desde cero, y fueron enseñándoles a ellos como operar la nave. Aunque en ese primer momento no se esperaba que se llegara a estas condiciones. Ahora ellos ya estaban bastante mayores, y no habría una necesaria “tercer generación”, hasta ahora. Yo era la nueva esperanza de mantener en funcionamiento los comandos restantes de ser necesario. Desde el comienzo se sabía que la segunda generación solo sería de transición ahí, no conocerían de donde partieron ni donde llegarían, su destino fue marcado por la decisión de sus progenitores.
- No sabemos dónde vamos, ni donde estamos, estamos a ciegas sin rumbo.
- ¿Estamos perdidos?
- No lo sabemos. Solo no podemos comprobarlo.
- No entiendo.
- Los programas siguen corriendo. La nave se sigue moviendo. A pesar de las fallas, sigue funcionando. Pero no tenemos visualización. No podemos corregir rumbo, no podemos corroborar nada. Está funcionando todo en automático.
- Entonces ¿llegaremos igual a destino?
- No lo sabemos. Esperamos que sí, pero no tenemos manera de corroborarlo tampoco.
- Entonces ¿qué podemos hacer?
- Esperar al día que la nave llegue sola a destino y que los programas de llegada se ejecuten de manera automática.
- ¿Saben cómo hacer si eso no sucede?
- Eso se podía ver en las pantallas y comandos, pero están dañados hace mucho tiempo.
- Entonces vamos en el espacio sin rumbo.
- Con rumbo, pero desconocido.
No estaban seguros del por qué el pasillo se había descongelado, habían dos opciones, que la calefacción volviera a funcionar, o una fuente de calor externa. Uno de los tripulantes recordó tener unas anotaciones guardadas que indicaban cual era el rumbo trazado de la nave. No lo pudo encontrar después de mucho buscarlo, pero creyó recordar que, en parte del tercer tercio de viaje, la nave pasaría relativamente cerca de una estrella y la usaría para lograr un último impulso. De ser así, podríamos saber aproximadamente donde estaríamos parados, en qué punto del viaje nos encontraríamos. Pero esas anotaciones nunca aparecieron. Les mostré que cuadernos y cosas había logrado recuperar del hielo. Algunos contenían algunas anotaciones interesantes de personas que se encontraban en la parte de comando de la nave. Sin embargo, todo inútil ahora, solo un historial de como antes funcionaba lo que hoy ya no.
El sector no era muy amplio, una habitación con paneles, pantallas y botones. Mas de la mitad apagados. Las pantallas, no funcionaba ninguna, varias habían sido retiradas para hacer funcionar las que primero se averiaron, pero estas corrieron la misma suerte. Había paneles retirados, cables y conectores que asomaban desde los huecos dejados por los componentes retirados. Algunas luces e indicadores funcionaban, pero no eran muchos, los detalles del reactor era lo más importante. Era lo que mantenía todo lo vital funcionando, incluso la propulsión de la nave.
Poco a poco me fueron mostrando todo allí, o más bien, lo que aún quedaba operativo. Había un par de habitaciones laterales las cuales estaban llenos de cables y algunos aparatos llenos de luces. Me dijeron que esos eran los encargados de controlar los procesos de los programas de la nave. Por fortuna esos no habían sido afectados hasta ahora. Me fui sumando a sus tareas de controles preventivos. Ya lo que quedaba funcionando era todo demasiado vital como para permitir dejar que algo más falle. Sin embargo, cada tanto algo fallaba a pesar de los controles. No hay muchas formas de prevenir una falla eléctrica. Por lo general, esas cosas funcionan o no funcionan. Es bastante sencillo. Pero no cuando no funcionan. Ya no quedaban repuestos, el área de repuestos había quedado en la otra mitad de la nave, por lo que solo se podía reparar con lo que hubiese allí. Mas de una vez debieron apagar algún sector secundario para reparar alguno primario en falla. Eso explicaba por qué tantos componentes de la cabina estaban apagados.
Recuerdo los paneles, recuerdo las luces prendiendo y apagando, recuerdo los relees, recuerdo los impulsos eléctricos en las bobinas. No había planos de eso, estaba todo en las pantallas que no podían usarse ya. No se había planeado una situación como esta, una nave dividida por el frio, los repuestos necesarios inalcanzables, que tantas cosas fallaran y no fuese posible repararlas. Habían muchas anotaciones en los paneles y conexiones de los tableros, se debió identificar muchas cosas a mano, “a la antigua”, siguiendo los cables de una punta a la otra. Recuerdo una anotación inesperada, era de un grupo de cables y enchufes, a un costado había un “cable canal” que cubría los cables y mantenía un poco más ordenado, encima solían haber anotaciones de que era cada cosa, salvo cuando se volvían a colocar sin respetar el orden confundiendo de que era cada cosa. Sobre ese cable canal, alguien había escrito una simple frase, “no sabemos”. Obviamente se refería a esos cuatro cables, quien lo controló no sabía a donde iban o que hacían, tampoco se animó a desconectarlo para saber que hacían, yo tampoco lo habría hecho ni lo haría. La frase me dejó pensando un momento, “no sabemos”, y no está mal no saber, lo que no está bien es inventar la respuesta. Si no sabemos, estamos obligados a buscar la verdad, no inventarla.