2.2 - Giovanni

Se había convertido en el nuevo Contador luego de levantarse contra el segundo, su predecesor. En ese tiempo el salón principal y los demás eran más funcionales, había más calidez e iluminación en los sectores. El segundo Contador, era, según su parecer, indigno. Hacia las mínimas apariciones posibles, comunicaba muy poco con los hermanos. La mayoría del tiempo lo pasaba en su habitación junto con las que denominaba sus "hermanas cercanas". Un grupo de cinco jóvenes las cuales le servían con tantas comodidades como era posible tener en ese lugar limitado de recursos. Él era el Contador por lo que era justificado los tratos que requería, pero quizás lo eran en exceso. también tenía un grupo de dos hermanos cercanos a los cuales le había delegado la tarea de hacer los mensajes periódicos, de charlar con los demás hermanos, de hacerse cargo de las tareas de repartir los recursos. Sin embargo, el joven Inocencio notaba como era distinta la forma en que se desenvolvía este Contador Segundo con respecto a Primero. Los mandatos dejados por Primero no parecían ser seguidos por Segundo, por lo que decidió buscar la manera de acercarse a él. Quería sentir más de cerca los mensajes de Primero, a quien no podía recordar demasiado ya que la memoria de joven no era muy precisa en detalles y palabras, solo recordaba como lo hacía sentir cada vez que hablaba ante todos reunidos en el salón, y algo estaba claro, Segundo no lo hacía sentir así. Lo hacía sentirse alejado del mensaje, de los mandatos, del conteo, por más que lo veía descender en la pantalla como todos los demás, necesitaba sentirse más cercano a la promesa del conteo, por lo que buscó la forma de acercarse a Segundo, y la única forma era desde abajo. Se fue acercando a los Hermanos Cercanos, hablando con ellos cada vez que podía, preguntándoles por Segundo, preguntándoles cuando iría a hablarles, cuando iría a verlos, cuando daría el mensaje. Fue así como uno de los hermanos cercanos a Segundo, terminó accediendo a llevarlo con el Contador.

El Contador Segundo iba a dar una celebración privada con sus hermanos y hermanas cercanas, con motivo de un nuevo descenso en el contador. El segundo desde que éste se había convertido en nuevo defensor del conteo. Esto era una de las diferencias con Primero, quien pasaba los descensos en el conteo, o en la espera como le gustaba decir, junto con todos los hermanos que decidían acercarse. Por esto que las reuniones con Segundo o estar ante su presencia se consideraba más una especie de privilegio, por lo tanto, el joven Inocencio estaba emocionado de poder asistir no solo ante la presencia de quien tanto estimaba, sino ante semejante evento, celebrar el descenso de la espera.

El descenso en el conteo era el evento más grande entre los hermanos, ya que simplemente no había más nada que celebrar, no existían cumpleaños, no existía cambio de estación, no existía nada para medir el tiempo. Todos los días eran el mismo día una y otra vez. Una línea de tiempo solo interrumpida por el conteo, y eso acababa de suceder, un nuevo descenso del conteo al cual Giovanni estaba invitado junto al Contador y sus hermanos cercanos. A ellos admiraba y a ellos quería pertenecer al crecer, ser digno de sentirse cerca del mandato y del mensaje, de la promesa del conteo, de poder estar en primera fila cuando el misterio fuera rebelado.

Giovanni estuvo esperando la invitación a la celebración por un buen rato, había llegado a dormirse por el tiempo de la espera, había quedado en el gran salón esperando en uno de los costados. En aquella época el salón era cálido, era agradable estar allí, fue con el paso del tiempo que se fue volviendo más frio cada vez. Finalmente lo despertó la mano de uno de los hermanos cercanos sobre su hombro. Luego de despabilarse un momento, reconoció al hermano cercano y se alegró, ya sabía a qué venía y por qué lo estaba buscando. Iba a poder estar en presencia de Contador Segundo al fin, era muy difícil estar cerca suyo y más aún estar en su círculo privado. Con el Contador previo eso no sucedía, él era más cercano a todos, se lo veía muy seguido en el salón entre todos los hermanos, pero ahora pareciera que la sensación escases y exclusividad de su presencia hacia desearla más aún.

El joven siguió al hermano paso a paso, pasillo por pasillo hasta llegar al sector de los contadores, tanto del anterior como Segundo. Era solo un pasillo, pero se notaba mayor amplitud, con incluso adornos en las paredes con imágenes y figuras de colores estridentes que no reconoció. Había varias puertas en ese pasillo, similar a los de los hermanos comunes, pero se notaban las puertas más espaciadas unas de otras, sin dudas el espacio interno en las habitaciones era mayor, era entendible, eran los más elegidos, más privilegiados de estar en contacto con el Contador y saber los secretos del conteo que quizás todos los demás, él incluido, no eran considerados dignos de saber. Se oían voces desde el interior de algunas puertas, algunos sonidos como quejido leve que parecían de una voz de mujer, quizás algún ritual secreto que solo los hermanos y hermanas cercanos podían acceder.

El hermano, junto al joven que seguía sus pasos, llegaron al final del pasillo donde estaba la última puerta. El hermano se dio la vuelta y le dijo unas palabras.

- Escucha hermanito, sé que quieres conocer al Contador, te lo prometí y ahora lo voy a cumplir. Es necesario que cumplas y entiendas unas reglas. Ahora vas a ser parte de los hermanos cercanos. ¿Entiendes?

Al oír esto, el jovencito no daba crédito a sus oídos. Sus ojos se abrían más grande de lo normal y al procesar lo que el hermano le decía, finalmente pudo asentir con la cabeza levemente.

- Vas a tener el privilegio de estar junto al hermano Segundo, vas a ser su ayudante y compañero en lo que te pida. ¿Me sigues?

Solo atinó a asentir más rápido esta vez, era increíble para él que su sueño estuviese tan cercano a cumplírsele, no solo ser parte de los hermanos cercanos, sino colaborador directo con el hermano más importante del grupo.