Paseo submarino

Capítulo 9: Me resulta extraño que me oculten este tipo de… situaciones.

Capítulo 9: Me resulta extraño que me oculten este tipo de… situaciones.

- Alejandro -

—¿Qué le pasó a mi hija? —la voz de una mujer madura fue el primer sonido captado por mi oído una vez saqué parte de mi cuerpo del mar.

Con un movimiento brusco y acelerado de mi cabeza logré quitarme la máscara de oxígeno para tomar una enorme bocada de aire; pues la fuerza que empleé para llegar hasta aquí había sido consumida dejándome exhausto —. No es momento de este tipo de preguntas señora —contesté sin preocuparme en sonar bruco o no—, pero necesito que me ayuden a subir el cuerpo de su hija a la lancha para poder salvarle la vida.

Mis últimas frases parecieron haber surtido el efecto querido, pues los dos chicos que estaban al lado de la mujer reaccionaron y se acercaron al mismo tiempo que yo a la lancha en donde estaban.

Les pasé con cuidado la masa muscular húmeda de la muchacha procurando no lastimarla con los objetos que tenía alrededor el bote. —Ahora, necesito que la recuesten en alguna superficie plana como… esa —señalé con una de mis manos un asiento detrás de ellos— en lo que subo a la lancha para no perder tiempo —ambos asintieron y pronto desaparecieron de mi campo de visión, probablemente siguiendo mis indicaciones.

Dejé salir un suspiro agotado y alcé ambas manos a la agarradera que tenía la lancha para impulsar mi musculatura hacia adelante, una vez lo hice pude conseguir un mejor equilibrio. Con cuidado pasé primero mi pierna izquierda adentro seguida segundos después de la derecha, me quité el agua que escurría por mi cabellera y el pesado tanque de oxígeno antes de avanzar hacia donde el pequeño grupo de personas se reunía alrededor de la chica a quien aún no había tenido la oportunidad de detallar.

—Necesita espacio si quieren que viva —argumenté una vez llegué hacia ellos; quienes al escuchar mis palabras se apartaron, para permitirme acercarme a la joven, quien yacía recostaba boca arriba en un asiento con el que contaba el bote. Su mediana cabellera castaña húmeda estaba acomodada a ambos lados de su rostro el cual se había puesto totalmente pálido por la falta de oxígeno en su sistema.

Sin perder más tiempo me incliné hacia ella tomándola por su gélida muñeca para comprobar si aún tenía pulso por muy mínimo que fuera, solté un suspiro dejando a un lado mi preocupación por un momento al comprobar que aún había esperanzas.

Posteriormente, acerqué mi oído a su nariz clavando mi vista en su pecho con la finalidad de captar algún movimiento que delatara su respiración. Pero… está vez no tuve resultados favorables.

Dispuesto a ayudarla flexioné ligeramente su cabeza hacia atrás para abrir sus vías respiratorias, presioné sin ejercer demasiada fuerza con mi mano izquierda su nariz y con mi mano libre acomodé sus labios. Inhalé la mayor cantidad de aire posible y me incliné hacia los labios de la chica y darle el aire que necesitaba. Una vez lo hice me moví sin perder tiempo hacia su pecho, en donde coloqué ambas manos entrelazadas para empezar las compresiones que reanimarían su corazón.

Una, dos, tres, cuatro, cinco veces y seguí contando mentalmente hasta el quince en donde dejé de proporcionarles las compresiones y le volví a dar respiración boca a boca repitiendo el mismo procedimiento varias veces hasta que ella… reaccionó, soltando un quejido parecido al de una tos en donde el agua que había respirado empezó a brotar por su boca, en ese momento la giré sobre su costado dándome la espalda , aprovechando la oportunidad para voltearme hacia su familia quienes mantenían sus rostros inquietos y asustados —. No se preocupen —dije, esperando que eso sirviera para tranquilizarlos—, estará bien. Únicamente deben llevarla al médico con el que cuenta el hotel —pronuncié, a lo que el señor asintió antes de clavar la vista detrás de mí—. Ahora, deben prometerme algo…

—Lo que quieras —enunció un chico que sostenía en una de sus manos un libro con pastas rojas mientras daba un paso hacia adelante.

—Nunca deben decirle quien fue la persona que la ayudó a salir del mar —ante mis palabras, el ceño de los presentes se frunció producto de la confusión, me adelante a todos ellos antes de que tuvieran oportunidad de asaltarme con sus dudas diciéndoles—, es la única condición que les pongo.

Todos asintieron en completo silencio, mismo que aproveché para alejarme de ellos y tomar mi equipo de buceo para colocármelo y regresar a mis deberes iniciales en el fondo del mar que fueron interrumpidos en el instante en el que un enorme grupo de burbujas formado alrededor de la adolescente de cabello castaño llamara mi atención.




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