Capítulo 13: Han pasado demasiados años.
AHMED.
Los constantes ruidos y estruendos de las ollas chocando unas contra otras dentro de la cocina del restaurante llegaba a ser demasiado fastidioso en diversas ocasiones y más si no estabas acostumbrado a oír tantos sonidos sin coordinación por tanto tiempo; tal como era mi caso; ya que a pesar de trabajar para Pueblo Bonito Sunset no tenía un área asignada de base, por eso nos turnaban a cada una por un tiempo determinado, uno que ansiaba ya llegara a su fin; porque en medio de tanto caos no lograba concentrarme y mucho menos a estar de buen humor.
—¡Sale orden para la mesa siete! —gritó Mauricio, el jefe de cocina más estresante que he tenido en los tres años que llevo trabajando en el hotel.
—¡Yo voy a llevarla! —grité encaminándome hábilmente hacia él para quitarle el plato de la mano, deseoso de poder conseguir algo de paz interior al fin.
Cuando terminé de atravesar el gentío de hombres y mujeres que encontré en el camino dejé salir un enorme suspiro para recuperar el semblante serio, la postura recta y la sutil elegancia que destacaban a un mesero. Marché entre los comensales conociendo perfectamente el camino hacia mi destino.
Una vez hube llegado al sitio carraspeé para atraer la atención de las tres elegantes mujeres que disfrutaban alegremente de su charla matutina.
—Orden para la mesa siete. —estipulé mecánicamente.
—Muchas gracias —respondió una de las chicas quien hizo a un lado su copa de agua, indicándome que ahí dejara el plato que llevaba en la mano.
—De nada. ¿Alguna otra cosa que se les ofrezca? —interrogué cortésmente. Al ver que las tres negaban con la cabeza asentí hacia ellas para retirarme de nuevo a la torturante habitación que llamábamos cocina.
Pasaron algunos minutos en los que esperaba que una nueva orden me fuera asignada, hasta que la característica vibración de mi móvil llamó mi atención. Volteando hacia ambos lados saqué el teléfono celular lentamente de mi bolsillo para encender la pantalla y ver el origen exacto del ruido. Pero al hacerlo… mi corazón dejó de latir inmediatamente al leer el remitente del pequeño correo y todo lo que podría implicar este simple hecho.
AIELET.
—Podríamos ir al acuario, he leído que tienen diferentes tipos de animales marinos. —Sugirió Edwin quien estaba clavando su tenedor en la fruta que había elegido para el desayuno.
—Cierto, además creo recordar que el guía nos explicó que cuentan con una exploración al fondo del mar en unas cúpulas adecuadas a la baja temperatura del fondo marino. —Terminé de explicar.
—Entonces está decidido —habló mi madre antes de voltearse para sonreírle ampliamente a mi padre quien la miraba como a lo más preciado del mundo.
Terminamos de ingerir la comida básica para empezar este día en dónde esperaba tener otra oportunidad de ver al chico de los ojos color miel; a quien por primera vez no me había topado al hacer mi rutina de ejercicio horas atrás. Mientras caminabamos hacia el acuario no pude evitar que mis pensamientos divagaran por aquel chico que sin conocerlo me ayudaría en algo que probablemente no tuviera sentido para nadie excepto para mí.
—¡Hey!, Tierra llamando a Let, Tierra llamando a Let, pss, repito, Tierra llamando a Aielet. —susurró Valentino a mi lado derecho, sacándome de mis pensamientos.
—¿Em? —dije mientras recordaba hacia donde íbamos.
—Te estaba contando sobre como fue el momento cuando una majestuosa sirena apareció esta mañana frente a mí para decirme que era el amor de su vida y que deberíamos estar juntos por el resto de nuestras vidas, pero obviamente la rechacé porque mi corazón está primeramente con mi familia y posteriormente con Scarlett Johansson.
—No pues que bien —dije sarcásticamente a la par que rodeaba los ojos en un intento de reprimir una sonrisa.
—¿Sabías que es sarcasmo y nada de lo que te dije es real?
—Probablemente, pero contigo no se sabe, y más que tu mente ha demostrado que le falta más de un tornillo —dije encogiéndome de hombros, pues era cierto.
—Vale, lo entiendo Let. Pero deberías buscarle humor a las cosas y no simplemente enojarte por todo. —Guardó silencio repentinamente como si se estuviera debatiendo en decir algo.
Antes de que pudiera decidirse tomé la iniciativa de cambiar de tema por otro que había repelido como mosquito lejos de mi pensamiento.
—Oye Vale —dije llamando su atención—, hace unos días vi a…
No logré terminar de a completar la oración cuando a los lejos escuché mi nombre en un grito fuerte y potente que únicamente podría pertenecerle a una sola persona y que he estado esforzándome en evitar exitosamente. El miedo y pánico se apoderaron de mi rostro y antes de que fuera capaz de reaccionar Valentino había tomado mi mano y había echado a correr sin avisarme, provocando que estuviera a nada de estrellarme contra el cuidado camino de rocas que simulaba ser una banqueta para mejorar el tráfico de turistas en el hotel.
AHMED.
“Sé que han pasado demasiados años, pero… necesito hablar contigo Med. ¿Crees que podamos vernos el próximo sábado en la plaza del pueblo?”
Pasaron eternos minutos en dónde lo único que hice fue leer esas líneas una y otra vez; pues tal parecía que mi cerebro se hubiera ido de vacaciones dejándome indefenso ante esta situación. No sabía que hacer, ni mucho menos que contestarle después de tantos años lejos de ella, de la única persona que llegó a conocer cada una de mis imperfecciones y aún así decidió quedarse, al menos hasta esa tarde en la playa en dónde habíamos quedado de vernos como ya era costumbre para hablar, nadar y surfear…
Sacudí mi cabeza de un lado al otro para apartarme de aquel recuerdo que prefería tener guardado en una área de mi cerebro a la que nadie pudiera tener acceso, ni siquiera mi psicóloga de cabecera.
—¡AHMED! —gritó el chef, demandando mi atención.
—Si señor — respondí mientras giraba; guardando discretamente el celular que había venido a inquietar mi paz interior.
—Lleva está orden a la mesa diez muchacho —respondió mi superior—. Y asegúrate de lavarte las manos porque las has ensuciado con ese aparato del mal que te cargas.
Asentí, para caminar hacia el lavabo más cercano y lavarme las manos perfectamente ya que la limpieza es vital dentro de la cocina.