He manejado por dos horas seguidas, aunque regresar a mi casa solo me lleva como treinta minutos. No he podido dejar de pensar en todo y, a la vez, no tengo un solo pensamiento claro. Más que cualquier cosa, solo he pensado en lo curioso de la situación: ya habíamos terminado cuatro veces, pero esta vez se siente muy diferente; puede ser porque es la primera vez que lo hago yo. Siempre que ella lo hacía, por alguna razón regresaba a ella y nos disculpábamos, pero esta vez no estoy seguro de que eso pase otra vez. Siento muchas cosas, como un extraño sentimiento de alivio y, al mismo tiempo, esta sensación rara de cuando salís de casa y pensás que algo se te olvida.
Las calles son largas, pero me comí cada semáforo; los dos minutos con la luz en rojo se sienten como años, porque no puedo dejar de ver el horizonte y simplemente perderme en pensamientos. Soy alguien que piensa con palabras, pienso demasiado en qué decir y qué hacer, pero ahora mismo solo puedo pensar con imágenes, como si recordara algo. La recuerdo, el primer día que la conocí: me salí de clases a fumar en el pasillo porque estaba aburrido y solo la veía pasar. Nadie pensaría que me traería tantos problemas después; a veces simplemente no te das cuenta de lo loca que está la gente.
La primera vez que rompimos fue de las experiencias más extrañas que he tenido. No es que todo estuviera bien con ella, pero pensé que era algo "normal", por así decirlo. Todo tranquilo hasta que un día se portaba muy... pensativa.
—Debo hacer algo —dice ella—, pero no sé cómo lo vas a tomar.
—Hacé lo que sintás mejor.
—Ya me voy, hablamos mañana.
Al día siguiente, llegando a mi aula, la veo a lo lejos. Cuando me iba a acercar para saludar, simplemente la vi voltearse hacia quien sea que estaba hablando; le agarré un resentimiento horrible. Seguí caminando, haciendo como que no la vi tampoco, entendiendo su señal de que no quería hablar conmigo. ¿Por qué volví después de eso? Se acercó como si nada y dijo que quería terminar, y se acercó de la misma forma para decir que no lo había pensado bien y que siguiéramos intentándolo. Supongo que no quería perder eso, como si hubiera un futuro. Qué estúpido, soñando con una familia, esposa, hijos y un perro llamado Chocolate o algún nombre baboso. ¿Cuántas comedias románticas he visto en mi vida?
Está bien, la luz ya está en verde, no tienen por qué pitarme con tanto estrés. Ya me acerco a casa, pero quiero dar unas vueltas más; aunque mis pies se están cansando mucho, mejor voy y duermo un buen rato. Las curvas de mi barrio son las más difíciles, está lleno de baches y yo simplemente no estoy concentrado.
Llego a casa y... está todo muy oscuro, silencioso. Escucho mi respiración; todo va lento y mis pensamientos también, se escuchan muy lentos, como si hablara con una calma que no había sentido. Todo se siente vacío y el piso se ve muy cómodo; tenía mucho calor y el suelo está helado, me siento muy cómodo. Normalmente vendría y le enviaría un mensaje o me pondría a jugar, pero no tengo ganas de hacer nada, me siento demasiado cansado. No tengo a nadie con quien hablar, tampoco quiero hablar con nadie; únicamente disfrutar del silencio... Si alguna vez mi mente se callara.
No sé cuánto tiempo llevo aquí recostado, incluso la luz de la tarde ya se fue. No sé qué hacer; debería hacer algo productivo, como hacerme la cena, pero no quiero cenar tampoco. Soy un adulto, ¿no? Puedo disfrutar aquí del silencio sin tener por qué darle explicación a nadie. ¿Esa telaraña siempre estuvo ahí? Parece que mañana toca algo de limpieza. No se parece en nada al techo de los pasillos. Aquellos son más altos y tienen muchas líneas.
—¿Por qué estás ahí acostado? —dice ella.
—El piso está cómodo.
—Levantate, te estás ensuciando todo.
—¿Por qué te importa?
—¿Cómo que por qué?
—¿Qué te importa qué hago o por qué lo hago? Simplemente estoy aquí cómodo.
—Ah, está bien. Perdón por molestarte tanto. A partir de ahora podés hacer lo que querrás.
—¿Ahora sos vos la que está molesta?
—A mí no me importa lo que hagas y a vos lo que yo haga menos. Adiós. Espero que te vaya bien en la vida, hijo de puta.
Todavía recuerdo el mochilazo en la cabeza; me rebotó contra el suelo como cinco veces. ¿Por qué yo estaba tan molesto? Ni siquiera lo recuerdo, pudo haber pasado hace como tres meses. Creo que estaba algo enojado por su actitud; es que de verdad no la entendía para nada, era como algo bipolar, no puedo saberlo. Si no disfrutaba de mi presencia, no entiendo por qué se acercaba. Traté de ayudarla cuando se sentía mal o estaba seria porque pensaba que así la animaría, pero simplemente se alejaba más. No soy un maldito psicólogo. El chocolate siempre anima a la gente. Creo que tengo chocolate en el refrigerador.
¿Qué hago con mi vida? Hay cosas tan importantes en la vida, como el arte o la política. Cosas de gente vieja. ¿Los viejos tienen problemas así? Bueno, hay algunos que cada tanto se divorcian, y viejos millonarios que se casan con la modelo de turno, y los famosos. ¿Cómo hacen? Se comprometen y tienen hijos, y luego se divorcian y tienen hijos de nuevo con otras personas. Van dejando hijos por donde sea, sin mencionar las personas no famosas con las que se pueden meter y los hijos no reconocidos. Ahora que lo pienso, es mucho enredo; qué bueno que no estoy a ese nivel.
Me enorgullece no ser alguien mujeriego, pero claro, creo que es porque no puedo. Por este tiempo solo he aprendido con ella, y si así me fue no creo poder aguantar a nadie más. Tengo muchas posibilidades ahora, de poder hacer tantas cosas, pero no sé qué hacer.
Me pregunto cómo se sentirá ahora; seguramente debe sentirse igual que yo, o talvez se alegra que ya no sea una carga. De hecho, sí me lo dijo varias veces. Me pregunto si la hostigaba demasiado; no creo ser muy cariñoso para llegar a ese punto. Pero ella debe saber mejor cómo sobrellevarlo, ha tenido mucha más experiencia. Es algo bueno para ella, tener más madurez en cuestión de saber cómo sentirse, supongo. Claro, para mí eso era algo en contra: tener que compararme constantemente con su amor imposible, con el que no se dio, y ahora debía cumplir esa fantasía.