Pasión, amor y deseo

Capítulo: 36 “Persecución. Parte Dos”

WanYin no estaba de humor para tomar notas, por lo que solo se limitó a tomar fotos a las diapositivas, Ban Yue y Pei Su trataron de animarlo, pero al ver que sus intentos solo lo incomodaban decidieron darle privacidad.

Las clases estaban un poco inquietas debido al suceso de Ying y Qi Rong; por lo que la última clase se canceló, el maestro “barco” cancelo la clase, ya que prefería saber a fondo el chisme pero no enfrente de Jiang WanYin. Por lo que una vez que puso un paso a fuera y cerró la puerta la bulla invadió el salón.

El joven le marcó a Mo Beijun para que no lo viniera a recoger, ya que preferiría caminar, por lo que se colgó la mochila a la espalda, se puso los auriculares y eligió el play music en aleatorio.

La música fluía por sus oídos, por su mente y corazón. Una ligereza lo abrazo y una calma lo reconforto.

Camino durante varias cuadras, varias calles, las canciones sonaron al azar, desde rock, pop, k-pop, cumbia y clásicas, todo un revoltijo de melodías y letras, estaba tan concentrado en las canciones que no percibió que una camioneta negra con placas blancas lo perseguían.

Cuando iba andando despreocupadamente, no noto que la camioneta freno detrás de él, pero si alcanzó ver de reojo una sombra que se acercaba lentamente detrás de él.

Por lo que rápidamente se giró y vio que era un hombre de ropas grises, en el cuello tenía un tatuaje de un símbolo, ese maldito símbolo que con solo verlo sintió ganas de vomitar y desmayarse.

Sin embargo, al instante se echó a correr con todas sus fuerzas, sus piernas le dolieron, su pecho se comprimió, al pasar el oxígeno por sus fosas nasales y por sus pulmones le ardía, como si el querer sobrevivir fuera doloroso, imposible.

Su corazón latía acelerado, un “tum…tum…tum…” retumbaba en su pecho, el cual ascendía y descendía descontroladamente, su cabeza comenzó a sentirla pesada, grande, como si flotara, su vista nublada y el único pensamiento que tenía en mente, el único que podía procesar era HUIR.

Corrió como nunca antes había corrido, no dejaría que lo atraparan, antes muerto que volver a esa vida, a ese infierno, sin embargo, el hombre era corpulento, sus piernas grandes y musculosas, su tórax marcado y sus brazos musculosos, por lo que lo alcanzó, tiro de su cabello y lo aventó contra el suelo. 

Luego se posiciono arriba de él, oprimiendo el delgado cuerpo debajo suyo, el menor se removía desesperado, sus ojos brillaban de odio y miedo.

-¡Quítate de mí! ¡No me toques! – Gritó el joven, tratando de morderle la mano, intentó patearlo pero le fue imposible, pues estaba completamente sometido, cuatro hombres venían a paso veloz, todos con el mismo símbolo tatuado en su cuello, incluso la camioneta se acercaba a donde se encontraba él.

Una señora vio lo ocurrido y salió corriendo de regreso por el camino que venía, al igual que unos jóvenes que portaban un uniforme de secundaria, nadie se metería a ayudar a alguien que no conoce, y mucho menos a obstaculizar al narco o a ese tipo de personas.

-¡Cállate! Nos han costado trabajo encontrarlos. – Dijo el hombre mientras acercaba su rostro al del menor, su aliento choco con las respiraciones del chico, sus labios recorrieron la suave mejilla contraria hasta llegar al blanco lóbulo de la oreja, el cual la lamió y la mordió, WanYin se estremeció, su rostro se tornó verdoso, las ganas de devolver el desayuno se incrementaron, las náuseas y el asco se reflejó en sus expresiones. 

-Sin duda has crecido, lástima que el jefe los quiere para él, me encantaría probarte hasta el fondo. – Susurró con lascivia, la lujuria brillo en sus ojos, el chico suprimió las ganas de vomitar sangre y aprovechando que el hombre bajó la guardia, le dio una patada en la ingle, el mayor rodó por el suelo en posición fetal, el brillo lujurioso cambio a uno asesino, el joven volvió a correr con fuerza, los demás hombres al instante lo persiguieron, el menor estaba asustado, sus pies no avanzaban como lo hacían antes, pues estaba cansado y aterrado, los cinco hombres lo rodearon.

-¡Atrápenlo! ¡No lo dejen escapar! – Los gritos resonaron en su cabeza, un sudor frío recorrió por su espalada. Un hombre desenfundo su arma, y lo apuntó.

-Solo lo diré una sola vez ¿O lo hacemos por las buenas o lo hacemos por las malas? Pero que vienes con nosotros, eso te lo aseguro. – Dijo mientras le quitaba el seguro, los demás solo rieron divertidos, el chico solo veía el piso fijamente, como si no le prestará atención a su alrededor.

-No creas que no te lastimaremos solo porque eres el juguete del jefe, nos dio órdenes de que los quiere con vida, nunca que no se los traeríamos sin ninguna herida. – Comentó mientras jalaba el gatillo y disparaba hacia el piso, a un centímetro del pie de WanYin.

Este solo brinco y apretó sus manos en puños, un temblor empezó a ponderarse de su cuerpo y el sudor frío se volvió helado, su corazón comenzaba a calmarse, a estabilizarse, el miedo se volvió más penetrante.

Pero en un momento a otro apareció una camioneta gris claro dirigiéndose a ellos, sin signos de frenarse o esquivarlos, por lo que los hombres se aventaron al costado, a excepción de WanYin quien prefería morir a ser llevado por ellos.

Su vista permanecía fijamente en el suelo, inmóvil y con las manos en puños.




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