El niño cuya felicidad inocente, fue cambiada por un miedo latente,
valles oscuros, ríos profundos opacando las imágenes puras de mi cabeza,
enemigo que poco a poco invadía mi mente,
con tan poca experiencia exigías mucha fortaleza.
Por esta vez se fue para esperar pacientemente,
juego sucio, ardid justo milimétrica certeza,
marcando el día preciso para volver y matarme lentamente,
escapando o luchando sin importarle el resultado, confiando en mi tristeza su mayor proeza.