Pensamientos de una egoísta

CAPÍTULO 5

Me estoy arrepintiendo sobre mi venganza contra Gerardo, es verdad que a veces es insoportable conmigo, pero ayer él intentó defenderme.

Bueno, aunque su manera de decir cómo podría hacerlo ella si nosotros no lo pudimos, fue un poco tosca y para nada amigable.

Saben que, lo voy a hacer. No tengo por qué sentir compasión hacia el enemigo, aparte ya quedé en gastar mis 10 euros solo en esto, así que no me voy a echar a atrás.

Salgo rápidamente de la empresa para recoger a Samara.

Me preocupa Rafael, él no puede quedarse solo en casa, y peor con esta situación.

Hoy le encontré ardiendo en fiebre y yo no he estado ahí. Simplemente no puedo dejarlo solo.

Desde hoy busco a alguien que pueda cuidarlo.

Sorprendentemente llegué más rápido de lo que me propuse y estoy esperando en la entrada del que supongo es el preescolar de Samara. 

Esperé dentro del coche, pero aun así pude vislumbrar a una persona que me llamo la atención. Me parecía conocida, más no la recuerdo.

Cuando estoy por bajar del coche a comprobar mis sospechas Samara viene gritando hacia mí.

Como es que pudo reconocerme, si estaba en el auto. Esta niña como diría Olivia es muy viva.

Samara abre la puerta del auto y entra. Comienza a contar sobre cómo fue su día. Pero yo sin querer nuevamente centro mi vista en la mujer que llamó mi atención hace un rato.

Ella ya no está sola, abraza a una niña fuertemente y le sonríe. Las dos se encaminan y se apartan de mi vista.

—Su papá murió — susurra de repente Samara.

—¿perdón? — pregunto confundida.

—De la niña, a la que la mirabas hace rato con su mamá — me explica haciéndome ver que se ha dado cuenta que no le he prestado atención.

Esta niña para tener cuatro años parece adulta. No está encerrada en su propia burbuja y eso es algo que admiro y al mismo tiempo me da pena. Que un niño vea al mundo como es en realidad es algo que simplemente yo no permitiría. Ellos llegan a estresarse, porque van sintiendo el peso de los problemas que todos cargamos.

—A ¿sí? Y tú como sabes eso — cuestiono curiosa.

— Danna es mi compañera de clase — me responde — el año pasado mataron a su papá y ahora le va mal. La directora le ayuda con los gastos del estudio, según escuche. Pero ella no vive en las mismas condiciones que antes — suspira — según lo que mi mamá dice. Sus abuelos la botaron de su casa y ahora viven casi en la calle.

—oh — digo finalizado la conversación.

Yo he visto en algún lugar a esta chica. Sin embargo, no me acuerdo donde y conociéndome seguramente olvidé su nombre al momento de conocerla.

Cuando llego a la empresa Samara baja rápidamente, siguiendo los pasos de nuestro plan.

Yo también salgo, pero a diferencia de Samara me demoro un poco más. Sabiendo que de igual manera Gerardo llegará a tener su merecido.

Cuando ya llego a mi piso de trabajo, Gerardo comienza a regañarme.

—¡¿dónde has estado?! —grita Gerardo llamando la atención de algunas personas al momento en el que llego a su oficina.

—Recogiendo a Samara — respondo tranquila, sin preocuparme que medio piso nos está mirando.

—Y ¿Dónde está Samara? — pregunta con sospecha.

—No sé, ella se adelantó. Dijo que te iba a visitar primero y luego a su padre. — le digo mientras me siento.

—¡¿qué?!

— Si ella me dijo así, aunque eso tú ya lo debes de saber, digo, se fue como hace diez minutos y tú no sales de tu oficina así que… —

— No, no he estado en mi oficina, he salido porque te estaba buscando. — dice

— Bueno, entonces Samara ya debe de estará en tu oficina…— digo despreocupada.

— No — abre desmesuradamente los ojos— ¡Luisa te juro que te voy a matar, como puedes dejarle a una niña que ande sola y peor a un dejarle que entre a mi oficina! ¡¡¡¡ es que no piensas!!! — grita haciendo que todos paren lo que están haciendo para observarnos.

—No hace falta que grites, si te puedo escuchar — le digo seria tapándome los oídos burlándome interiormente de mi hermano.

—¡¿Cómo puedes abandonar a una niña!? — grita desesperado sin importarle que todos están prestándonos atención a nosotros y no a sus asuntos.

—No la abandoné, yo solo la…— Samara me interrumpe dando su ingreso triunfal desde la oficina de Gerardo.

—¡Tiazo de mi vida y de mi amor! — Samara corre hacia mi hermano que no duda en alzarla en brazos con una sonrisa. Que bipolar— gracias por ofrecerme trabajo — le sonríe la niña ganando una mirada de confusión por parte de mi hermano.

—Yo no te he dado trabajo — le dice mi hermano.

—¿no? — Samara le mira ceñuda — pero si mi tía Luisa me dijo que tu necesitabas una asistente, por eso es que he ingresado a tu oficina a ordenar todos tus papeles — mi hermano me mira preocupado y baja de sus brazos a Samara — tío déjeme decirle que esto es un trabajo muy pesado. Por eso tome la libertad de renunciar — le dice Samara haciendo que casi me ría.



#12396 en Joven Adulto
#45821 en Novela romántica

En el texto hay: secretos, amor, dolor

Editado: 04.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.