JAYDEN
—Te juro amiga, me siento tan mal, que siento que voy a morir. —se quejó llorando un poco.
—¿Mamá se va a morir? —susurró Jason a mi lado, ambos la estábamos mirando escondidos atrás de la pared del pasillo.
—¡No soy exagerada, me queda poco tiempo! ¡Mis pobres hijos! —se dejó caer en el sofá con una toalla mojada en la frente. —Me hubiera gustado decirles quien era su padre, y que pudieran conocerlo. Quisiera verlo una vez más, también, me hace mucha falta.
—Ya escuchaste Jay. Tenemos que buscar a nuestro papá, para que mamá mejore.
—Si, pero él nos dejó. No sabemos donde encontrarlo.
—Podemos buscar, ¿Donde guarda mamá las cosas?
—En la bodega, no podemos ir a la bodega sin mamá. Además, nos puede escuchar salir.
—Vamos cuando se duerma, salimos sin hacer ruido.
—Está bien, pero no podemos volver a la casa, si encontramos quién es papá tenemos que irnos de una vez.
—¿De noche?
—Si. —mire a mamá que seguía hablando con la tía Cassie. Mi mamá se veía muy enferma y no quería que ella se fuera también, no quería quedarme solo con Jason.
—De noche da miedo, los niños no salen en la noche y si salimos los policías nos van a atrapar.
—Cierto, vamos por la mañana. En la mañana hay muchos niños y nadie se dará cuenta que vamos sin mamá. Empaca una maleta con lo que necesitamos, vamos de excursión.
—Llevaré agua, y llevaré ropa, y al señor Jungles.
—El señor Jungles no, se puede perder.
—¿Están despiertos? —gritó mamá. Nos agachamos en el suelo y gateamos hasta la habitación, con la luz apagada nos metimos a la cama. —Pequeños revoltosos. —nos tocó la cara a ambos y dejó un golpecito en nuestra frente.
—¡Mamá!
—Ya se que están despiertos pequeños, duerman, ya es tarde.
—Mamá, ¿nos vas a abandonar igual que papá?
—Claro que no mis pequeños pedacitos de cielo, ustedes son mi vida entera, no los dejaría jamás. Ahora duerman, los amo.
—También te amamos mami.
—Te amamos mucho.
—Lo sé mis pequeños, lo sé. —salió dejándonos bien arropados y con un besito de buenas noches. Me sentía mal por dejarla, pero ella quería ver a nuestro padre y si eso era lo que necesitaba para sentirse mejor, íbamos a encontrarlo, solo por ella.
Hice todo de mi por permanecer despierto, cuando ya no escuche ruido en la casa salí muy silencioso con mi linterna en la mano.
—Mamá ya se durmió. —le susurre al perezoso Jason, que ya se había dormido.
—Cinco minutos.
—Despiértate, si no bajamos ahora mamá se puede morir.
—Cierto, ya voy. —con pereza se bajó de la cama y me siguió, intentando no hacer mucho ruido, busqué las llaves de la bodega en el cajón de la cocina y salimos del apartamento cuidando de no hacer ni un solo ruido.
—Está muy oscuro, esto da miedo.
—Toma, lleva tú la luz. —le di mi luz comportándome como el hermano mayor que era, aunque fuera por dos minutos.
—Jayden, si encontramos a papá, ¿Tú crees que quiera venir con mi mamá?
—No lo sé, supongo que tendremos que obligarlo.
—¿Y si no nos quiere ver?
—Pues tendrá que vernos.Tenemos que hacer que pague por dejarnos solos y dejar a mamá sola.
—Si, llevaré globos en mi maleta.
—Y también las témperas y algo de brillantina. —secunde imaginando las perfectas bombas de pintura que podíamos crear.
—¿Podemos poner esa cosa apestosa?
—¿El agua apestosa que mamá nos quitó?
—Si, esa, la que nos dio Ángel en la escuela para jugarle una broma a mamá. —asentí con la cabeza.
—Si, podemos llevarla, la combinaremos con la pintura.
—¡Genial! Bombas de pintura apestosas y brillantes. —Chocamos los cinco con un perfecto plan en mente.
Entre charla no notamos el momento en que llegamos al sotano, con la llave buscamos el numero de nuestra bodega y entramos a ella, afortunadamente tenia luz, por lo que pudimos dejar la linterna en una esquina y empezar a buscar en las cajas.
—¿Que buscamos?
—Algo de mamá, algo donde están guardadas sus cosas importantes. —seguí revisando los nombres de las cajas intentando encontrar alguna que sirviera.
—¿Qué tal está? Dice, recuerdos importantes. —Boté la caja que tenía en manos y fui hasta mi hermano.
—Es esa, vamos a mirarla. —Al principio no encontramos nada muy llamativo, pero entre mas revisábamos, más cosas encontrábamos.
Un álbum de fotos apareció en medio de todo, mi hermano lo sacó como si fuera algo sin importancia y siguió revisando la caja, yo lo tomé en mis manos y me senté a un costado para mirarlo.