Pequeños Problemas

Capítulo 2.

JASON

—¿Estás seguro que es por aquí Jayden? —pregunté agotado de caminar, llevábamos varias horas fuera de casa, el agua se había acabado y se nos había olvidado empacar comida.

Jayden me pidió esperar a que mamá se metiera a bañar para poder escaparnos sin ser detectados, dejo almohadas bajo las cobijas simulando que éramos nosotros, y al ser domingo, mamá nos dejaba dormir hasta tarde, así que, cuando fuera a buscarnos ya íbamos a estar lejos de casa.

Mi maleta estaba pesada, había empacado mucha ropa por si teníamos que pasar muchos días lejos, unos juegos por si nos aburrimos, mi cuaderno y mis colores y al señor Jungles, que llevaba mis monedas en su panza.

—Si, eso dice el mapa. —rodé los ojos.

—Tu no sabes hacer mapas, déjame ver.

—Mis mapas son mejores que los tuyos. —peleo negándose a mostrarme su mapa, seguro no había hecho nada.

—Ya pasamos por esta calle dos veces, no parece que sea el camino.

—Si es, ya verás. —seguimos caminando por aquella calle, las casas eran muy lujosas en ese sector, casi mansiones. —¡Llegamos!

—¿Una cafetería? —pregunté curioso mirando el nombre en el letrero, “Cafe del Angel” —¿Qué hacemos en una cafetería? ¿Papá toma café aquí?

—No, aquí vive Angel.

—¿Y?

—Su padre salió con el nuestro en el video, él nos puede llevar hasta nuestro padre.

—¡Eres un genio! —grité feliz.

—Por eso soy el mayor.

—Solo por dos minutos. —se encogió de hombros y entró al café como si nada.

Nervioso lo seguí, estaba seguro que en cuanto vieran a un par de niños sin sus padre nos íbamos a meter en grandes problemas, seguro llamarían a mamá y nuestro plan se arruinaría.

—Jayden…

—Hola niños, ¿Desean pedir algo? —una mujer muy dulce apareció detrás de la caja con un bebe en brazos.

—Hola señora, estamos buscando a Angel. Mi mamá nos acaba de dejar en ese auto —se giró a señalar un auto que arrancaba, —somos compañeros de Angel y quedamos de jugar aquí hoy. 

—¡Qué lindo! Llamaré a Ángel, pero cuando su madre venga pidanle que pase, para conocerla, es raro que no haya entrado a saludar.

—Si, le diremos, es que tenía que ir al medico y no tenía con quien dejarnos, pero Ángel nos invitó, para jugar. 

—¿Médico un domingo? —nos pusimos super nerviosos.

—Es que, es médico que atiende en  la casa, si. —ambos asentimos con la cabeza.

—Si, si. En casa. Pero no en la casa de nosotros, en la casa del médico.

—Está bien, supongo que si viene por ustedes más tarde no habrá problema. —soltamos el aire aliviados cuando se alejó de la barra.

—¿Cómo se te ocurre decirle eso?

—Fue lo mejor que pensé, ¿qué querías que dijera? Señora nos escapamos de casa y buscamos a Ángel para que nos ayude a encontrar a nuestro papá.

—Pues no, pero las mentiras están mal.

—Pues ya mentimos mucho, mamá nos castigará cuando llevemos a papá y se mejore.

—Todo sea por mamá. 

La señora fue muy amable con nosotros, nos llevó hasta la casa, que era una enorme mansión, nada comparado al pequeño apartamento donde vivíamos, nos sirvió la merienda y nos pidió esperar en el salón de juego a su hijito.

—Tiene un salón de juegos. —exclamamos sorprendidos.

—Nosotros solo tenemos el espacio entre las camas. —me queje al ver la gran cantidad de juguetes que había.

—Si el papá de Ángel y el nuestro son amigos, significa que también tiene una mansión como esta. —Asentí con la cabeza. —Le pediremos que nos construya un salón de juego cuando mamá esté bien.

—¿Y si no quiere?

—Pues, seguimos jugando en medio de las camas.

—Gemelos Chocolate. —rodamos los ojos al escuchar a nuestro amigo. Nos decía así porque según él, nuestro cabello era color chocolate.

—Satanás. 

—¿Qué hacen aquí? Mamá dijo que yo los había invitado, y dije que sí, pero no recuerdo eso.

—Nos escapamos de casa. Vinimos aquí porque necesitamos tu ayuda. —le pedí mirándolo muy serio.

—¿Mi ayuda?

—Si, tu papá conoce a nuestro papá. —Expliqué.

—¿Ustedes tienen papá? —A veces pensaba que era un poco grosero, pero era un buen amigo, siempre nos ayudaba en la escuela, y también nos enseñaba algunas travesuras.

—Al igual que tú pensamos que no teníamos un papá, pero resulta que si, mira —Jayden sacó la foto y se la mostró a Angel.

—Ah, el señor asustadizo. Lo conozco.

—¿Lo conoces? —asintió con la cabeza.

—No se aguanta nada.

—¿Por qué?




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