Pequeños Problemas

Capítulo 3.

JACOB

Mi vida era perfecta en ese momento, una empresa próspera y en crecimiento, una prometida bella a mi lado y  un proyecto exitoso en puertas, nada podía salir mal, al menos eso pensaba.

Aquella mañana desperté temprano, mi bella prometida dormía a mi lado con un angelical rostro, la amaba, era la mujer casi perfecta para mi, teníamos muchas ambiciones y sueños, y éramos un apoyo mutuo para el otro, ella quería ser la mejor modelo del país, y yo quería estar a su lado cuando eso sucediera. 

Ninguno de los dos quería hijos, bueno, ella no quería, yo quería pero no podía tener, pues debido a una enfermedad que tuve de niño quede completamente esteril, así que hacíamos la pareja perfecta.

—Buenos días preciosa. —la desperté dejando un par de besos en su rostro.

—Hola bebé, ¿Qué tal dormiste?

—A tu lado siempre paso mis noches de maravilla, aunque no duerma.

—Tonto. —dejo un golpecito en mi pecho antes de levantarse y encerrarse en el baño, no tarde mucho en unirme a ella y tener un excelente inicio de semana.

Luego de alistarnos salimos en busca de desayuno, a mi hermosa prometida le encantaba comer fuera de casa una vez a la semana y romper su tan estricta dieta, yo era su cómplice de travesuras y los lunes nos llenábamos de comida chatarra en el desayuno.

—Creo que mi entrenador notará que comí como desquiciada. —soltó el aire tocándose el estómago, acabamos de terminar el desayuno en un buffet “todo lo que puedas comer”

—No lo notara preciosa, no lo ha notado en los últimos años, dudo que lo note ahora.

—Debo bajar mas de peso, Thomas dice que puedo ser seleccionada para la pasarela más importante del año, la semana de la moda en París.

—Wow, eso es maravilloso, cada vez eres más popular.

—Es gracias a ti.

—No, es gracias a tu talento y hermosura. —bese sus labios de forma suave. —Debo ir a la oficina, ¿Te llevo al estudio?

—No amor, debo ir hasta la tarde, te acompaño a tu trabajo. Tal vez podamos hacer algunas cosas en tu oficina. —lo último lo dijo con un claro doble sentido que me llenó de júbilo.

—Lo que tu desees mi amor.

Nos lleve hasta la oficina, como cada lunes, pase piso por piso revisando cómo iban las cosas, mis negocios eran muy importantes, tan importantes como mis empleados, por eso mismo siempre les dedicaba algo de tiempo, un empleado feliz y satisfecho era cien por ciento más productivo.

—Esto es agotador. —se quejó mi bella Danna cuando terminamos el recorrido del último piso.

—Lo es, pero también es muy necesario, los empleados son la base de la empresa, sin ellos nada sería posible, debo mantenerme al tanto de sus necesidades y darles el mejor ambiente de trabajo.

—Eres muy bueno, por eso te va tan bien.

—Por eso te tengo a ti como futura esposa. —caminamos tonteando hasta mi oficina, al punto que no note que mi puerta se encontraba entreabierta. 

En el momento en que entramos una lluvia de bombas de pintura cayó sobre nosotros, no solo eso, la pintura tenía un olor nauseabundo que se penetraba en las fosas nasales.

—Quedó en shock al ver a los dos pequeños frente a mi, eran copias idénticas, no solo de ellos mismos, también de mi hermano y yo.

—Mocosos malcriados, ¡Mi vestido! —El grito de Danna junto a su acción me obligaron a reaccionar. Jamás permitiría que una persona golpeara a un niño, mucho menos frente a mi.

—¿Qué haces? solo son niños. —hizo una cara de frustración y asco que me desconcertó, sabía que no le gustaban los niños, pero jamás imaginé que se comportara de ese modo frente a uno. Ignorándola me gire hacia los pequeños que ahora se protegían, uno tenía en la espalda al otro. —¿Quienes son? —pregunte confundido.

—Somos tus hijos. —respondieron al unísono. Pensé que me desmayaría, pero fue el cuerpo de Danna el que se desplomó a mis espaldas.

—¡Diablos! —sin dejar de mirarlos tome a Danna en mis brazos y la lleve al sofá.

—Niños, esto es una broma de muy mal gusto.

—No es una broma, eres nuestro papá. —habló uno muy tranquilo

—Vinimos a buscarte porque mamá está muriendo, y quiere verte, dice que te extraña. —comentó el otro. —Tal vez si te ve se mejore y no nos deje solos.

—¿Su madre les dijo que soy su padre? —negaron con la cabeza.

—Mamá nunca te menciona, pero hablaba con mi tía Cassie, y dijo que te extrañaba mucho, que quería volver a verte.

—Si mamá quiere verte debemos ayudarla.

—Bien niños, ¿me pueden decir el nombre de su madre?

—No. —me estremecía cada vez que contestaban en coro, era algo extraño.

—¿Cómo saben que yo soy su supuesto padre?

—Una foto. —me estremecí de nuevo.

—Vamos a hacer una cosa, van a hablar de uno en uno, cuando lo hacen los dos me da como miedo.




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