Pequeños Problemas

Capítulo 5.

JACOB

—Lleva a los niños a la sala y déjalos con tu madre, tenemos cosas que hablar. —sentenció mi padre sin dejar de mirar a los pequeños.

—Yo los llevo James, tú vé con Jacob. —asintió con la cabeza y me hizo una seña para que lo siguiera. Antes de hacerlo me arrodille frente a los pequeños, quienes se veían algo asustados.

—Vayan con la abuela, van a estar bien, yo vendré en un minuto. —me levanté para seguir a papá, pero un pequeño agarre en la manga de mi saco me detuvo.

—¿Si vas a volver? —preguntó problema uno.

—Si, solo hablare con su abuelo, no deben tener miedo, todo estará bien. —Los pequeños me miraban algo preocupados, no sabia como hacer para que creyeran que todo estaba bien. —Les dejaré mi teléfono celular, pueden llamar a la policía si tienen miedo, pero recuerden, si llaman a la policía se los llevaran, y también a su mamá.

—¡Qué inteligente! ¡Asústalos! ¡Así jamás nos dirán el nombre de su madre! —gritó mamá, haciendo que los pequeños respingaran en su lugar y empezaran a hablar de nuevo en voz baja. Como pequeños conspiranoicos.

—¡Jamás sabrán quién es mamá! —exclamó problema uno lanzando mi teléfono lejos.

—Tampoco podrán llamar a nadie.

—Tú tampoco. 

—Si la vieja loca de allá les hace algo ya no podrán llamar a la policía. —Un golpe llegó a mi cabeza.

—Insolente. —se quejó mamá indignada por mis palabras

—Tu estas mas loco, y eres feo —llenándome de paciencia levante mi teléfono del suelo y fui en busca de mi padre, esperaba que mamá supiera hacerse cargo de esos pequeños revoltosos.

Muy pensativo caminé hasta el despacho de mi padre, este se encontraba de espaldas a la puerta con el marco de una foto en sus manos, misma foto que veía día y noche desde que mi hermano partió.

—Padre.

—¿Son tus hijos? —preguntó sin rodeos.

—No lo sé, sabes que no puedo tener hijos, o eso dicen, sin embargo, no puedo asegurar nada en este momento.

—Se parecen mucho a James.

—Yo también. —ironice mirando una foto arriba de la chimenea donde aparecíamos los dos. —Después de todo, eramos gemelos idénticos.

—Hazte cargo de ellos.

—¿Qué? No puedo hacer eso padre, si no son mis hijos.

—Si no son tuyos son de James, ¿Le negarás a esos niños la oportunidad de tener un padre?

—No creo que pueda ser buen padre.

—No los dejes, no se quien es su madre, y no me importa. Perdí a James por una mujer, por no aceptar que quería estar con una simple mesera. Lo perdí por una estupidez.

—Él quiso dejar la casa por su propia voluntad, no fue tu culpa.

—Fue mi culpa, si hubiera aceptado a esa mujer, todo hubiera sido diferente, él no hubiera abandonado la casa para buscarla.

—¿Crees que ella sea la madre de esos niños? —pregunté intentando recordar el rostro de la mujer de la que mi hermano siempre me hablaba. Aquella que no tuve el gusto de ver más que por fotos.

—Es posible. No importa ahora, deja a los niños aquí, vamos a hacerle pruebas de ADN, y repetiremos tus pruebas de fertilidad. Sean o no tuyos, vas a hacerte responsable de ellos.

—Padre, no puedo hacer eso, tengo una vida por delante, debo encontrar a Danna y solucionar las cosas con ella.

—¿Solucionar que?

—Estaba en la oficina cuando los pequeños aparecieron, no le gustó para nada que hicieran de las suyas, incluso quiso golpearlos por traviesos. —me mordí la lengua después de decir lo último.

—Esa mujer nunca me agrado. No la necesitas en tu vida.

—Es la mujer que yo amo, no puedo perderla.

—La mujer que amas pero que duerme con otros hombres. —me miró por encima del hombro, —esa mujer se ha estado burlando de ti desde que te conoció, si no me crees, ve a visitarla al gimnasio, o a su trabajo.

—¿A qué te refieres? —se encogió de hombros.

—Mejor no decir nada, no quiero perder otro hijo.

—¿Estás diciendo que Danna me engaña?

—Iré a ver a mis nietos, —camino hasta la puerta ignorando mis preguntas. —llama al doctor Collins, necesitamos salir de dudas.

—Padre, espera, necesito que seas claro. —se fue dejándome con más dudas que respuestas.

¿Era posible que Danna me engañara?

Jamás, Danna era una mujer muy dulce, nos amábamos y pronto nos íbamos a casar, lo que sucedió con los gemelos fue un error, ella no solía reaccionar de ese modo, pero los pequeños eran más problemáticos de lo que parecía. 

Con la cabeza más revuelta que antes busqué el número del doctor y acordé una cita, la más cercana estaba a tres días, y no sabía si iba a aguantar tres días con los pequeños, era todo un reto.

Cuando volví a sala encontré a mamá sentada en el suelo con uno de los niños en sus piernas, leía una historia mientras papá y el otro pequeño hablaban en el sofa.




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