Perder o Ganar Libro 4

Cap 4 No serás el primero

Año 2015

ANDREÍNA

Las palabras de mi abuelo, sucumbieron mi mente. Tuve que llegar a la cocina por un vaso de agua, para mojar mi garganta que se me había secado y me impedía deglutir.

Que mi abuelo me hiciera planes para matrimonio no lo ponía en duda, ya que, prácticamente, llevo toda una vida haciendo lo que él me dice; lo que no me cabe en la cabeza es que quiera casarme con ese hombre.

Lo he visto en fotos, "muchas fotos podría decir" conozco sus gustos, su forma de vestir, su carácter, la clase de vida que lleva, su comida preferida, su deporte preferido, su modalidad de empresario y gerente.

Conozco todo de él, tanto así, que también sé que duerme por las noches con un gorro de lana en la cabeza y calcetines para cubrir sus pies. Lo leí en la infografía de su vida íntima y personal. <Patético>

He pasado los últimos 15 años siguiendo sus pasos, como una sombra en la penumbra, sin que él lo descubra. 

Es mi mayor enemigo y no tendré contemplación cuando lo tenga enfrente.

Mi abuelo se encargó de poner ese odio en mi corazón, todos los días desde que tengo uso de razón.

Me dirijo camino a mi habitación, ubicando el rincón donde tengo el escritorio, me acomodo en el asiento y comienzo a ver las diferentes fotografías de los Hidalgo en recortes de periódicos, revistas y artículos; busco en la web la noticia de su boda cancelada, mis ojos se van a la noticia más actualizada: Richard Hidalgo internado en el hospital al ser atropellado por la mujer con la que se iba a casar. Solo sufrió rasguños sin importancia y pronto será dado de alta.

—¡Baahh! Yo no hubiera fallado! — Suelto un bufido. —yo sí le hubiera dado justo en el blanco para que no se parara más de esa cama.

Lo detesto, todo de él lo aborrezco y que lleve la camisa remangada hasta los codos también lo odio. Desabotonada hasta tres botones desde la altura del cuello, mostrando parte de su pectoral también lo odio. Observo su imagen y comienzo a detallar cada parte de su rostro: ojos negros, cejas y pestañas espesas, nariz fileña, labios finos y delgados, barba tupida y delicadamente cortada. Sí que sabe conservarse este  hombre. 

Sentí un cosquilleo en mi vientre y mi cuerpo se estremeció por la forma como lo describía. Me levanté de la silla de golpe sacando esos pensamientos estúpidos de mi cabeza y me tiré en la cama. Suspiro mirando el cielo raso.

<No te daré el gusto de que seas el primer hombre en mi vida, no te mereces mi primer beso, ni mi virginidad>. Dejo de pensar, quedándome dormida.

Estoy en clase de economía cuando recibo un mensaje de Juan Pablo.

"¿Nos podemos encontrar después de clase? Tengo algo que decirte".

Mi cara se hizo poema y solo sonreía ensimismada. 

Le respondo que si y apenas se acaba la clase me despido de mis amigas, llegando justo al lugar donde Juan Pablo me citó. 

—Hola, ¿cómo has estado?— me pregunta con voz ronca y carrasposa.

—bien...— le contesto nerviosa. 

—¡Andreína! Estas... bellísima hoy; tengo que decirte que llevo dos años amándote en secreto y ya no puedo esconderlo más— me dice acercándose a mí 

—¿Quieres ser mi novia? —me pregunta dejándome en Shock, mi respiración se acelera y mis nervios me delatan.

—Era exactamente lo que estaba deseando durante estos dos años: ser tu novia— le respondo tomando su mano. 

—si acepto— le digo.

Cuando le respondo, me abraza fuerte y después se acerca a mis labios muy lentamente y comienza a besarme.

Que bien se siente.

Muevo mis labios al compás de él, aunque no soy experta y para ser mi primera vez, se siente genial. 

Mientras mi abuelo y su equipo de trabajo buscaban la manera de que yo aparezca en escena como una dulce doncella que busca ser desposada, mi relación con Juan Pablo seguía de viento en popa, salíamos en pareja junto con otros compañeros de clase y nos divertíamos durante todo el semestre. 

Renata y Liana son mis amigas cómplices para las salidas, mi abuelo las conocía y me daba permiso para quedarme en casa de alguna de ellas. 

Pero esa noche me fui a la casa de Juan Pablo, donde, como dicen coloquialmente, "perdí el año". Me acosté con el chico más lindo del mundo y no me arrepiento de nada.

 

Yo creo que ni Richard sabe tanto de él mismo, como lo sabe Andreína. 

 

 

 

 

 

 

 




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