Perder o Ganar Libro 4

Cap 6 Sucesos inesperados

La fiesta de cumpleaños culmina a las cuatro de la mañana con los últimos invitados; Andreína irradiaba felicidad a flor de piel con solo tener a su chico cerca, aunque no lo podía tocar o abrazar como quería, se conformaba con tenerlo a su lado y hablar con él como si fuera uno más de sus amigos; intentaba no levantar sospechas con la familia de su abuelo.

Discretamente, bailó con Jacobo, con Félix y luego con Alex, los amigos de Juan Pablo; Sin embargo, desde una distancia ya su abuelo había captado toda su atención, sabe que en el momento en que el joven rubio llegó, su nieta cambió su semblante y sonreía con facilidad. 

Ángelo se mordía los labios de frustración, su nieta se había enamorado, esa fue la razón por la que le dijo que no se quería casar con Richard Hidalgo. Debía hacer algo rápido o todo lo que había planeado se volvería humo. Llamó a uno de sus hombres, quien se acerca a la mesa.

—No quiero ningún obstáculo alrededor de mi nieta... quiero que la sigas y elimines toda distracción— respira con ira. Lo ha entregado todo para llevar a cabo la venganza y nada le impedirá que se derrumbe.

 

Día 15 de junio de 2016

Dos días después, Andreína sale de clases del campus universitario, abrazada junto a Juan Pablo. Cuando observa que el auto de su abuelo frena justo frente a ellos.

Ella se separa de Juan Pablo rápidamente.

—Quiero que te vayas, después te llamo— declara nerviosa mirando hacia la ventana del auto.

—Déjame hablar con tu abuelo—le reclama el joven.

—Por favor vete, yo primero hablo con él.

—está bien, espero tu llamada—suspira, resignado, despidiéndose con un beso en la mejilla y se va a buscar su auto.

Andreína respira profundo, antes de dar los pasos que la llevaría a enfrentar a su abuelo.

Dentro del carro Ángelo miraba fijamente la dirección hacia donde se dirigía el muchacho, su rostro no tenía expresión, una mano la tenía empuñada reposando en su muslo y la otra iba a un arma que llevaba cargada en la cintura.

—¿es el mismo joven que estuvo en tu fiesta de cumpleaños?, ¿ese muchacho es la razón de renunciar a todo?— pregunta secamente, apenas la joven aborda el auto.

—¡Jamás renunciaría a la venganza, solo cambiaríamos los planes!, ¡abuelo, yo lo amo! — le suplica con ojos llorosos y tomando la mano de su abuelo.

Ángelo le hervía la sangre por dentro, por fuera simulaba una total serenidad, pero sus arterias golpeteaban la pared capilar de sus órganos internos. En otro tiempo hubiera cogido a esa muchacha insolente y le hubiera maltratado hasta que entrara en razón. El viejo tomó una bocanada de aire, levanta su mano para sujetar la de ella.

Mirándola a los ojos: 

—lo invitaremos a la mansión el fin de semana, si el muchacho me agrada durante la cena, les doy mi aprobación!— dice cerrando sus ojos y controlando su respiración.

—¡gracias abuelo, te quiero mucho!

Esa misma tarde la joven llama a su novio para decirle que estaba invitado a una cena en la mansión Sagbini el próximo sábado.

—¿Y si no le agrado?— pregunta él 

—Le agradarás, ¡ya verás que le caerás bien al abuelo!— responde ella con optimismo y con su rostro lleno de felicidad. Hablaron hasta tarde en la noche.

 

16 de junio de 2016

En la mañana siguiente Juan Pablo la llama temprano.

—Buenos días mi flor, espérame en la entrada del campus, tengo algo que decirte.

—puedes decírmelo por teléfono!— menciona ella haciendo un puchero.

—tiene que ser en persona y... quiero que sepas que te amo mucho.— le dice en un susurro, que hace que la joven se le ponga la piel de gallina.

—Yo también te amo...—musita ella en un hilo de voz. Se sintió rara en esa conversación, como si fuera... una despedida. Sacudió su cabeza y termina de hablar con él.

Andreína ya estaba lista para dirigirse a la universidad, se despidió de su abuelo y sale a la cochera para buscar su auto. Su abuelo la observa desde una distancia a través de la ventana, tenía en su mano una copa de vino, la tomaba poco a poco mientras miraba el carro de su nieta marcharse. 

La joven es la primera en llegar al campus, se parquea y espera a que llegue Juan Pablo, pasa media hora..., una hora... y dos horas... Ella le timbra varias veces, no obtiene respuesta.

Preocupada se va a buscar a sus amigas para que la acompañen y la ayuden a localizar a Juan Pablo.

—¡Andreína! Andreína — le grita Renata que viene corriendo hacia ella bajando unas largas escaleras. 

—¿Qué sucede? Pregunta ella alterada.

—¡Ya supiste la noticia! Es Juan Pablo tuvo un accidente en su auto.

—¿Qué? Noo eso no es verdad!— dice la chica derrumbándose en el suelo.

—¡Andre! Juan Pablo murió en el accidente...— dice Liana que venía detrás de Renata.




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