Perder o Ganar Libro 4

Cap 15 Sentimientos encontrados

Al día siguiente Andreína había llegado a la oficina primero que Richard, solo quedan dos días para limpiar su nombre; sin embargo, los amigos ingenieros de Andreína todavía no han conseguido alterar el servidor. 

También había otra cosa más que la preocupaba y ese era su abuelo, ¿qué pasaría si demuestra la inocencia de Richard? ¿Será que es mejor no dar más vueltas al asunto y dejar que se hunda él solo? ¿Desobedecerá la orden de su abuelo sabiendo que ya le había desobedecido teniendo una relación escondida con Juan Pablo?

La chica tenía la cabeza vuelta un nido de pájaros, se sentía que no podía con tanto peso encima, Bueno, suficiente con la panza que ya la tiene prominente. 

Por un momento sentía que le hacía falta el aire y sabía que con tantos pensamientos en su cabeza no iba a poder trabajar bien.

—Lo siento hoy, no me siento bien, ¿podemos dejarlo para mañana?— le pregunta a Richard que apenas viene llegando y no alcanzó ni a saludarla.

—está bien— comprendió el hombre, que sabía que era un día perdido y nada más le quedaba el día siguiente para tener todo listo, sabe que por su estado avanzado de embarazo quizás necesita descansar. 

Andreína observó que había un desánimo en su rostro. Se acerca a él y le dice:

—¡Hoy no trabajaremos aquí, pero quiero que estemos en comunicación, tengo dos amigos ingenieros que me están ayudando a revisar parte de la información que tú me diste! Hay transacciones y fechas que no cuadran, yo te llamo si logro tener información— se expresa ella con un profundo sentimiento. Como si realmente tuviera ese deseo de defenderlo delante de la corte. En contrario a lo que dice su abuelo y los demás, en sus ojos ve que él es inocente. 

Esto la pone contra la espada y la pared porque cuando su abuelo se entere no la va a perdonar. 

Ella pasa por su lado dirigiéndose a la salida, Richard la detiene sosteniendo su brazo.

—¿Necesitas que te lleve al médico? Te veo pálida y sudorosa— se atrevió a tocar su rostro, pasando su mano por su mejilla derecha. Andreína sintió ese tacto en lo más profundo de su ser. Suave, protector, cálido. Cerró sus ojos y exclamó un profundo jadeo.

Cuando la joven abre los ojos, Richard estaba más cerca de ella, qué podía sentir su respiración.

El hombre la rodea con sus brazos y une sus labios con los de ella en un beso sin movimientos, solo la unión de dos labios que se atrevieron a vencer la fuerza de gravedad uniéndose como dos imanes. 

Ambos cierran sus ojos y detienen el tiempo por unos segundos. Solo se escucha el tictac al unísono de sus corazones. 

Richard, al darse cuenta de su error, se separa de ella apresuradamente, pidiendo disculpas por su conducta inapropiada. 

—Lo siento, no debí hacerlo, sé que eres una mujer casada, además estás embarazada… ¡Diablos!..— musitaba y maldecía, avergonzado.

—no soy casada, no tengo esposo, ni pareja y descuida aquí no ha pasado nada; solo espero que no se vuelva a repetir—. Declara también incómoda.

Ella tratando de arreglar sus pensamientos y él revolviendo sus emociones a mil por hora.(...)

 

Richard caminaba de un lugar a otro en la habitación del hotel, Andreína le había confesado que estaba sola. Aunque no era algo de su incumbencia, él quería saber quién era el padre de ese bebé y porque ese cretino no quería responder por la criatura. 

Su mente recuerda ese momento en que la besa quedando hipnotizado al contacto con su piel, es una mujer preciosa, muy madura para su edad y muy segura de sí misma.

—Esta mujer ha cambiado mi mundo, es una madre soltera que me ha cautivado—, hablaba por teléfono con su hermana Lucy.

—yo te decía que no te apresuraras, algún día llegaría esa mujer que iba a taladrar tu vida poniéndola de cabezas. Hermano, cuídate mucho, escuché que Ángelo Sagbini se está aliando con algunas empresas que ya tienen contrato con nosotros.

—A ese viejo lo quiero fuera de mis territorios, le cancelaré los contratos a los que se aliaron con él— se expresa enojado. Cada vez que escucha ese nombre, sus entrañas se le revuelven.

—escuché que Sagbini está en Italia y que para la otra semana regresa a Roma. Regresa antes que ese viejo vuelva, no quiero que te encuentres con él. 

—¡No le tengo miedo, Lucy! No es dueño de Roma. Voy a quedarme otra semana más después del juicio.

—pero Richard…

—es que voy a conquistar a una mujer y convencerla de venirse conmigo a Madrid.

Al despedirse de su hermana recibe un mensaje de Andreína. En el mensaje lo está citando a un estadio de béisbol en horas de la tarde. 

Cuando llega al estadio, Andreína está en la entrada esperándolo.

—Hola, te cité aquí porque este lugar es mi favorito para despejar mi mente y aquí te puedo mostrar los avances que he encontrado. Además, mi pequeña y yo nos entretenemos mirando el juego— dijo ella con una sonrisa. Richard la miraba embelesado por su forma cariñosa de hablar. Ambos se sentaron en las gradas frente al campo de juego.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.