Perder o Ganar Libro 4

Cap 16 Confesiones

Andreína

Sentir los brazos de Richard rodeándome hizo que se me olvidara el mundo de afuera y me sintiera protegida cerca de él. 

Mi peligroso enemigo, la persona que debo "odiar" con todas mis fuerzas porque su familia acabó con la vida de mi padre, resultó siendo el hombre al que yo le abrí mi corazón y parte de mi vida. 

Me ha visto llorar y sentirme vulnerable, era algo que no me esperaba por más que trataba de ser fuerte y demostrar mi carácter, cuando estoy a su lado se rompe esa barrera y caigo casi de rodillas ante él.

Es cierto lo que me dijo Alicia, que durante el embarazo las mujeres se vuelven más sensibles y tienden a ser más lloronas. 

No quería que Richard viera esa parte de mí, mi abuelo siempre me decía que no debía mostrar mi debilidad a nadie. 

Pero que podía hacer si mi mente dice una cosa, pero mi corazón siente otra, además me siento abrumada por la orden de mi abuelo, me escogieron a mí para llevar a cabo ese juicio porque soy una Sagbini y en mis manos tengo el poder de condenarlo. 

Maldición todo salió diferente a lo planeado, se supone que lo iba a aplastar como cucaracha en un juego limpio y justo. Fui engañada por Enrique y por mi abuelo, tengo miedo de lo que pueda suceder. 

Una vez más estoy nadando contra la corriente y si aquella vez mi abuelo se atrevió a golpearme y sacarme a rastras para hacerme abortar. No quiero ni imaginar que otra cosa sería capaz de hacerme. Un escalofrío recorre mi cuerpo, me aferro más al abrazo de Richard y sostengo mi vientre. Mi respiración es irregular y trato de calmarme cerrando mis ojos y escuchando los gritos en el campo.

—Strike 2— escucho de lejos. 

—Strike 3— terminan de decir y miro los cambios que hacen los jugadores. 

Eso es, el que tenga la mejor ficha gana la partida. Ya tenemos una parte de la defensa, algo a nuestro favor. Los ingenieros encontraron el servidor que ha desviado todas las transacciones para acusar a Richard. 

Todo ha sido orden de mi abuelo. Lo quiere ver tras las rejas, acabado, sin empresa, llevarlo a la completa desesperación, que sienta en sus venas lo que es perder algo importante, que se pudra y sufra como él sufrió la muerte de su hijo.

A mi lado yace la persona a la que debo vencer y dejar en ruinas. Sacudo mi cabeza. Richard ha sido lo opuesto a la personalidad que había idealizado en mi cabeza. El señor arrogante y altanero, insensible y poco caballeroso, me demostraba sus verdaderos atributos: 

Un hombre sensible, compasivo, cariñoso y protector, delante de él me siento cómoda y mi pequeña hija también. 

Tenía mi espalda en su hombro, mientras él me abrazaba y su mano llegaba a mi barriga que con solo sentir ese tacto en mi piel, podía imaginarme que mi pequeña también lo sentía y por eso estaba tranquila.

—La pequeña beisbolista se ha quedado quieta!— susurra cerca de mi oído, haciendo que me estremezca con su voz.

—¡es hija de un beisbolista!  El beisbol lo lleva en la sangre— le respondo. Escucho que toma un sorbo de agua, se queda estático por un momento sin pronunciar palabra.

—Él murió hace seis meses en un accidente— musito suave, mordiéndome el labio como si estuviera en un juicio revelando la verdad. Me acomodo frente a él para mirarlo a los ojos. Los míos están humedecidos, ya mis lágrimas corrían por mis mejillas. 

Richard coloca sus dos manos en mi rostro y limpia con su pulgar mis lágrimas derramadas. 

Demonios no sé que me pasa, estoy supersensible y quería sentir la presencia de alguien en quien refugiarme y contarle lo que siento en mi interior. 

<Mala elección Andreína, buscar ese refugio en brazos de tu enemigo ha sido una mala elección>.

—Nos conocimos desde que inicié la universidad... en cada semestre solo hubo cambios de mirada y saludos cordiales... ya por octavo semestre fue que comenzamos hablar y entablar una amistad que se volvió más que eso. Él... se me declaró, el sentimiento fue mutuo y duramos más de un año de noviazgo. Hasta que ese día 16 de junio...— lloro en silencio arrugando mis labios que intentan hablar y no puedo, es como si me costara hablar de mi pasado. Limpiaba mi nariz con un pañito húmedo que saque de mi bolso.

—Tranquila, no te esfuerces, si no quieres hablar de lo que sucedió, no me lo cuentes—. Richard me abraza, me da un beso en la frente y me dice:

—Después del juicio, quiero que vengas conmigo a Madrid, puedes trabajar en mi empresa y cuando nazca tu hija, estaré a tu lado para protegerlas a ambas.

Sus palabras me dejan sin voz, me está proponiendo que me vaya con él, ni siquiera estaba razonando y mi lengua me picaba con decirle que sí. Sacudo mi cabeza.

Es una completa locura, mi abuelo no lo dejará en paz y seguiré siendo su conejillo de indias hasta dejarlo en la ruina total.

—Lo siento, tengo familia en Londres, ya tengo un viaje programado para el otro mes—respondo sin saber que es lo que digo. Irme con mi madre no está en mis planes. Tengo años que no convivo con ella y no creo que lo haga.

El resto del juego lo terminamos en silencio, Richard no dijo ninguna otra palabra y preferí que guardara silencio, ya que sería capaz de convencerme. 




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